John A. Bollinger (nacido en 1950) es un analista financiero y autor estadounidense que ha contribuido en el campo del análisis técnico con su desarrollo de las Bandas de Bollinger. Bollinger fue el primer analista en obtener dos de las certificaciones más importantes y reputadas en todo el globo terráqueo, a saber, Chartered Financial Analyst o CFA y Chartered Market Technician o CMT. Ha sido, a su vez, galardonado con numerosos premios debido a la trascendencia de sus teorías.

La figura que abre el artículo muestra las bandas de Bollinger (BB) el martes 20 de diciembre de 2022 a las 8:00 pm hora de Caracas, en un gráfico de velas de 1 año con intervalo diario. En ese momento, el precio de la bitcoin marcaba los 16.902,19 dólares.

Dichas bandas son un indicador basado en la volatilidad, y está constituido por un promedio móvil simple, generalmente de 20 periodos, rodeado por dos bandas situadas a 2 desviaciones estándar, una por encima y la otra por debajo del promedio móvil. El estrangulamiento (squeeze en inglés) de las BB ocurre cuando la volatilidad cae a niveles bajos (la desviación estándar disminuye) y las bandas de Bollinger se estrechan. Según el mismo John Bollinger, los períodos de baja volatilidad a menudo son seguidos por períodos de alta volatilidad.

También hay un indicador para medir la distancia entre las Bandas de Bollinger superior e inferior. Tal indicador se llama Bollinger Band Width, o simplemente el indicador Band Width. Es, simplemente, el valor de la banda superior menos el valor de la banda inferior.

Si hay algo inherente a la bitcoin es su volatilidad, y el hecho de que la misma esté en niveles mínimos, tal como lo evidencian las BB, no deja de ser preocupante pues, al contrario de lo que a veces se cree, las BB no pueden utilizarse para hacer predicciones confiables basadas en cuán cerca o lejos esté su precio con respecto a su media. En palabras más llanas, no podemos saber si la volatilidad, que más temprano que tarde se presentará, vendrá asociada a un precio que sube o a uno que baja.

El caso es que las BB de la bitcoin exhiben dos estrangulamientos. El primero desde el 1° de octubre y hasta el 24 de octubre. El segundo, manifestado desde el 28 de noviembre y todavía presente hasta la fecha de escribir este artículo (20 de diciembre). El primer estrangulamiento tuvo un precio de cierre promedio simple de 19.395 dólares con una diferencia promedio en precio o dpp (precio más alto menos precio más bajo alcanzado en cada sesión) de 445 dólares. El segundo estrangulamiento ubicó el precio de la bitcoin un escalón más abajo. En efecto, el precio de cierre promedio en el segundo estrangulamiento ha sido de 16.814 dólares (hasta el 20 de diciembre) con una dpp ligeramente menor a la anterior e igual a 433 dólares.

Tengo que decir que un elemento importante del análisis que corrobora la disminución de volatilidad –y del precio– ha sido la evolución de la mencionada dpp, evolución que podemos visualizar a través de un promedio móvil de 20 días y que denota una tendencia, con alzas y bajas, descendente.

En la gráfica de velas de un año con intervalos de precio diarios al comienzo del artículo, a partir del día 29 de noviembre, los precios de cierre de la bitcoin se ubicaron, en el segundo estrangulamiento, por encima de su promedio móvil de 20 días. No ha sido sino hasta el 15 de diciembre que el precio de cierre se volvió a colocar por debajo del promedio móvil de 20 días de las BB. Lo anterior quiere decir que la situación no luce con buenas perspectivas para la bitcoin pues el precio de cierre se está ubicando por debajo de su promedio móvil de 200 días, de 50 días y de 20 días.

Por si fuera poco, la curva de promedio móvil de precio de 50 días corre paralela a la de promedio móvil de 200 días. Las rectas paralelas son equidistantes, es decir, no se cortan (formulación equivalente al V postulado de Euclides atribuido a Posidonio) y al no cortarse, por los momentos, es imposible que se produzca el Golden Cross.

También, una curva de promedios móviles de 20 días sobre los volúmenes negociados de la bitcoin en cada sesión, revela que tales volúmenes vienen disminuyendo. Lo anterior viene corroborado por el indicador «On Balance Volume» (OBV), mismo que muestra una suave pero firme disminución desde el 4 de noviembre, fecha en que la bitcoin registró su precio más alto de cierre reciente, igual a 21.823 dólares.

Para el jueves 15 de diciembre el sentimiento medido por el Bull & Bear Index de Augmento se ubicaba en 0,51. Sin embargo y cinco días después y a medida que aparece información sobre las criptomonedas en todo ámbito, para el martes 20 de diciembre, se devolvía nuevamente a la zona del miedo con un valor de 0,27. Por su parte el bitcoin NVT ratio, también para el 20 de diciembre, se ubicó en la zona de sobrecompra, indicando así que el techo al que recurre está próximo a acabarse.

El miedo reflejado en el Índice de Augmento vino y viene alimentado, entre otros, por los siguientes hechos: el “freaky friday” o cuarto vencimiento trimestral de futuros y opciones sobre índices y acciones del año, informaciones positivas sobre la inflación (aún alta) pero negativas sobre las tasas de interés que continuarán todavía altas, las aún presentes corridas en Binance y otros criptointermediarios y rumores relacionados con sus «pruebas de reservas» (a las que también llaman inapropiadamente “auditorías”) y el hecho de que tanto Mazars Group como Armanino, firmas de auditoría y contabilidad, ambas de responsabilidad limitada (probablemente sin asamblea y sin comisario), han optado por paralizar sus trabajos para todos sus criptoclientes a nivel mundial (incluida Binance) en virtud  de «la confusión generada sobre la naturaleza de la prueba de reservas y a cómo ha sido entendida por el público». Tal “confusión”, hace a estas dos firmas susceptibles de daño reputacional y  demandas, pues ustedes deben saber que, en contabilidad y en auditoría, una prueba sobre activos no tiene ningún sentido sin la correspondiente prueba de pasivos.

Un hecho adicional influye sobre la situación de retiros en este largo «criptoinvierno» y es una suerte de cambio de actitud de los inversores que dice mucho sobre la desconfianza de estos en los criptointermediarios: en un principio los inversores compraban criptoactivos y los dejaban en custodia en los criptointermediarios como Coinbase y Binance. En la actualidad, los inversores retiran sus criptoactivos para ubicarlos en billeteras digitales no conectadas a lnternet o «coldwallets» y por supuesto, los retiros son mortales si es el caso y el criptointermediario no tiene liquidez o es insolvente. Los criptointermediarios, definitivamente, están en situación comprometida (al respecto ver mi artículo para El Nacional del pasado 9 de diciembre, titulado “La situación de Coinbase”). Los inversores, con la falta de información asociada a la liquidez y solvencia de los criptointermediarios, están adoptando rápidamente el concepto de «si no son tus llaves, no son tus criptoactivos».

Todos estos indicadores e informaciones en conjunto y como mínimo, apuntan a dos cosas: una es la baja probabilidad de que el precio de la bitcoin se dispare al alza por los momentos. La otra, es que vienen tiempos difíciles para los criptointermediarios pues la “custodia” era parte importante –y la materia prima– del negocio de algunos y del esquema Ponzi de otros.

 


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