alex saab

El intercambio de prisioneros entre naciones o fuerzas armadas en conflicto no es nuevo. Por el contrario, ha ocurrido desde siempre. En estos mismos días los medios informan a diario acerca del canje de rehenes israelíes inocentes secuestrados por Hamás a cambio de un número mucho más elevado de palestinos presos en cárceles israelíes por distintas formas de terrorismo  u otros delitos. Ese operativo es visto con agrado en el mundo, pero suscita encontradas opiniones.

Sin ir más lejos, el régimen “bolivariano” ha aprovechado esta práctica para regresar a Venezuela a los “narcosobrinos” de Cilia Flores, condenados en firme por un tribunal de derecho y recluidos en una cárcel federal. Ello también ocurrió a cambio de la libertad de algunos norteamericanos presos en Venezuela con o sin razón.

El intercambio de espías o de altos militares o funcionarios es igualmente una práctica común.

Todo lo anterior viene al caso con motivo de la liberación de Alex Saab, procesado pero aún no condenado por el tribunal federal de Miami. Los demócratas venezolanos sienten -justamente- que han sido traicionados por el gobierno de Mr. Biden. Este columnista confiesa haber sentido náuseas al enterarse de la liberación de Saab y al mismo tiempo alegría por los muchos compatriotas hasta hoy privados arbitrariamente de libertad por motivos políticos, como así también por los ciudadanos extranjeros retenidos al solo efecto de utilizarlos como fichas de una negociación. Con todo y eso, haciendo lo posible por dominar el disgusto y desilusión, volvemos a tomar nota de lo que ya sabíamos tras varias décadas de actividad política internacional y es la constatación de que los Estados no tienen amigos sino intereses, cuya consecuencia puede ser asquerosa (como en este caso). Eso es lo que se ha dado en llamar “Realpolitik”, que en definitiva suele esconder reprobables negociaciones que en el fondo son percibidas como una solución más conveniente que la confrontación. De más está decir que en muchos casos la moral es dejada de lado en homenaje a los intereses del Estado interpretados por sus autoridades.

Una parte puede imponer condiciones y penalidades a la otra cuando hay de por medio una rendición por derrota en el campo militar. Hasta ahora Estados Unidos no ha podido rendir a Venezuela ni esta a Estados Unidos. Negociar es la única alternativa que queda y para ello hay que ser conscientes de que algo hay que ceder a cambio de lo que se quiere obtener.

En la práctica de la negociación es universalmente reconocido el hecho de que ella será más fácil de conseguir y que permanezca vigente si el resultado final es ganar-ganar, lo cual exige hacer concesiones. En el caso que nos ocupa ese objetivo se logró en tanto que Maduro consiguió el premio mayor y Biden, presidente de Estados Unidos (no de Venezuela) tuvo éxito al adjudicarse la liberación de ciudadanos, lo cual es una política de larga data para todos los gobiernos norteamericanos, Ambas partes ganaron algo, quien perdió es la causa de la democracia venezolana.

Maduro, arrinconado por los reveses en la Corte Internacional de Justicia en el litigio con Guyana, descolocado por el rotundo éxito de María Corina Machado en las primarias, trasquilado en la recientísima conversación con su homólogo guyanés en San Vicente, con la parada  publicitaria de una acción militar  contra el vecino país, muerta antes de nacer, con la economía nacional de rodillas y su figuración en las encuestas garantizando derrota por paliza, necesitaba un triunfo. Lo obtuvo y bastante significativo.

Mr. Biden, candidato a la reelección en el comicio de noviembre de 2024 va entendiendo que sus perspectivas sugieren que “no va p’al baile” . El también está en la búsqueda de algún éxito: lo obtuvo aun cuando la relevancia del mismo -a escala de Estados Unidos-no sea para él siquiera comparable al aprovechamiento que  Maduro exprimirá luciendo a su “diplomático de cabecera” -el embajador Saab- a quien ya mismo propone para integrar la Comisión de negociación  en el caso Guayana Esequiba ante la Plataforma Unitaria. Podemos pensar que el antiguo chofer de autobús no está a la altura pero no deja de ser cierto que él sigue atornillado en Miraflores mientras la “oposición” se divide y fracciona facilitándole su rol de dictador por la flexibilización de las sanciones contra Venezuela y el consecuente aumento de los ingresos fiscales potenciados además por el posible salto del precio internacional del petróleo como consecuencia de la crisis en el Medio Oriente.

Sin embargo, a partir del pasado 22 de octubre existe una nueva realidad política en Venezuela la cual se resume en el ya indisputable liderazgo unificado de la oposición encarnado en María Corina Machado quien, hasta ahora, no ha participado en la Plataforma Unitaria coordinada por Gerardo Blyde. Queda mas que claro que la fuerza de ella asentada en el entusiasta aval popular que otorga legitimidad al liderazgo de ella, hasta ahora no ha participado en ninguna negociación ni ha suscrito compromiso alguno. Guste o no a los partidos políticos representados en dicha Plataforma , que poco o nada representan ya,  es de anteojito que la voz de la corriente liderada por ella, que ha dado muestra concreta de ser ampliamente mayoritaria, debe ser incorporada como condición indispensable en la representación opositora democrática en la Mesa de Negociación y por lo mismo tenida en cuenta por el oficialismo como condición para anudar cualquier compromiso.

Ahora solo falta ver si Alex “cantó o no cantó” en Cabo Verde o en Miami. Imaginamos que los héroes de Miraflores estarán nerviosos tratando de desentrañar hasta donde Alex haya soltado prenda de sus secretos. No sorprendería verlo pronto seguir el periplo del recordado Pollo Carvajal que también tuvo sus días de héroe y hoy, enemigo de quienes otrora lo  ensalzaron, languidece en una cárcel de Nueva York tratando de negociar sus propios secretos ante las autoridades norteamericanas para intercambiarlos por un condena mas benevolente.

Sea como fuere, la cercanía y la libertad de Don Alex, difícilmente resuelva el destino de Citgo, ni del oro incautado en Londres, ni la quiebra de PDVSA ni la calidad cada vez decreciente de las bolsas CLAP cuya disponibilidad desmejora día a día.

@apsalgueiro1


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