El último fin de semana fue muy importante. Con unos cuantos años de diferencia, con relación al origen, ambos países conmemoraron un nuevo aniversario de sus independencias. En el momento que les correspondió atravesaban momentos comprometedores en términos históricos, pero con las firmas de aquellos a quienes les correspondió hacerlo, asumieron compromisos políticos e ideológicos para siempre. Si se quiere, diría que básicos para la perfección y desarrollo del sistema que ambos adoptaron.

Lo cierto es que a pesar de todo lo que se quiera alegar, las dos naciones están unidas profundamente en las cosas fundamentales. Una de ellas es la libertad y el respeto a la dignidad de la persona humana, la cual debe manifestarse mediante un ordenamiento jurídico sabio y estable, de universal reconocimiento por parte de los ciudadanos y de honrada ejecutoria por parte de los encargados de la administración de justicia. La vieja consigna de “Ley y orden” fue y sigue siendo la columna vertebral de todo, aunque algunos se empeñen en restarle actualidad y valor.

En ambos países ha habido y todavía hay excesos y desviaciones sumamente graves. Desde discriminaciones raciales hasta revoluciones y contrarrevoluciones, algunas de ellas  sangrientas por causas que no es el caso analizar hoy.

A lo largo de la historia, a pesar de cuanto quiera decirse en términos negativos. Estados Unidos y Venezuela han mantenido unidad esencial frente a los peligros que en varias ocasiones han amenazado al Continente y al Mundo entero. Por supuesto que ha habido diferencias serias frente a la manera de enfrentarlos, pero nunca fueron suficientes como para diferir indefinidamente los principios que a ambos nos animan. Estamos en presencia de un tiempo difícil para el mantenimiento de esa necesaria relación de apoyo mutuo frente a peligros cada vez más comunes.

En Venezuela gobierna un régimen socialista, comunista a la cubana, con más de dos décadas caminando en esa dirección. Con torpeza, incompetencia, una alta dosis de corrupción y la obsesión de ponernos a todos, ricos y pobres, empresarios y trabajadores de la ciudad y del campo, al servicio del régimen, por las buenas o por las malas. Las consecuencias están a la vista. Ruina, hambre y miseria en todos los aspectos obligan a una rebelión democrática para revertir hacia lo positivo todo lo malo del presente.

En Estados Unidos sucede lo contrario. Ese país se convierte en objetivo central de todas las fuerzas social comunistas del planeta. Lo estamos viendo a diario, pero tiene un gobierno fuerte y eficiente y un sistema federal y descentralizado que no permite que la conspiración sediciosa avance peligrosamente.

Estados Unidos y Venezuela debemos mantenernos unidos firmemente en defensa de la libertad, en los términos planteados por los precursores y libertadores.

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@osalpaz


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