Finalizó el primer semestre del año y la inflación en Venezuela continúa siendo un grave problema, teniendo un incremento significativo en el mes de junio (6,2%), según cifras dadas por el propio Banco Central de Venezuela (BCV), coincidiendo con el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), en que ha habido una aceleración en comparación con meses anteriores. Asimismo, la inflación anualizada está en 404% y la acumulada en lo que va del año es de 108,4%. Estos altos niveles de inflación están afectando negativamente el nivel de actividad económica, con una disminución en las ventas del comercio y una contracción en la producción industrial durante el primer semestre del año.

Ante esta situación, es necesario considerar posibles soluciones para abordar esta problemática que mantiene en estado de sobrevivencia a 9 de cada 10 venezolanos, y que, gracias a este modelo económico fracasado, nació una nueva clase social en el país, la cual desde Unidad Visión Venezuela hemos denominado los precarios.

La precariedad no solo se refiere al bajo nivel del poder adquisitivo que tienen la mayoría de los venezolanos, sino que esta precariedad incluye las fallas de los distintos servicios públicos, que son base fundamental para poder reactivar la producción nacional, tales como la electricidad, el combustible y el internet. Por lo tanto, urge tomar medidas que nos permitan salir de este atolladero.

No puedo, en medio de este balance, dejar de hablar de los salarios. Al respecto, lo primero que hay que tener claro es que no se pueden seguir fijando los salarios desde el gobierno. En la década de la bonanza petrolera eso les «funcionó», pero ahora, sin renta petrolera, eso es imposible. Por lo tanto, le toca al gobierno conciliar con el sector privado para que este pueda seguir viviendo, ya que hoy más que nunca el Estado necesita del sector privado.

Para nadie es un secreto que los salarios en el sector privado desde hace rato son muchísimo más altos (aunque en su mayoría siguen siendo insuficientes), y en el sector público lamentablemente los salarios no van a mejorar -al menos por ahora-, porque mientras el gobierno persista en la «política» del anclaje cambiario y la inyección de divisas, va a ser imposible avanzar.

De igual manera, hablar a esta altura de desdolarizar la economía es absurdo y ridículo, ya que la dependencia del dólar es bastante alta en una economía que hoy no depende tanto del Estado.

Son más de 2.000 millones de dólares destinados por el gobierno para este segundo semestre en la intervención semanal bancaria, a fin de mantener el dólar a raya. Sin embargo, la estimación del propio gobierno es que el precio del dólar finalice el año en 38 bolívares, es decir, un tercio o 33% más del precio con el cual cerramos el primer semestre.

Pero con la objetividad que nos caracteriza, consideramos que es una buena noticia que se haya sincerado el precio del diésel. Al contrario de lo que muchos opinan que esta medida es inflacionaria, resulta todo lo contrario, ya que es precisamente el subsidio lo que es inflacionario y contribuye al déficit fiscal. En fin, los subsidios a los combustibles deben ser eliminados, aunque no sea popular esta medida, sobre todo en un país como el nuestro, que ha terminado generando distorsiones económicas, corrupción y escasez.

En Unidad Visión Venezuela no nos quedamos solo en el análisis ni en la crítica; en tal sentido, presento dos propuestas viables que pueden ayudar a acabar con la inflación:

En primer lugar, la estabilización de la moneda y el control de la emisión monetaria. Tomando en consideración que una de las principales causas de la inflación en Venezuela es la excesiva emisión de dinero por parte del gobierno, es fundamental implementar políticas monetarias sólidas que busquen estabilizar la moneda y controlar la inflación. Esto implica reducir la emisión monetaria descontrolada, equilibrar el gasto público y promover la confianza en la moneda nacional. Para lograrlo, el gobierno podría implementar medidas como la restricción del financiamiento monetario al déficit fiscal, la adopción de una política cambiaria más transparente y la búsqueda de acuerdos con organismos internacionales para obtener apoyo financiero y asesoramiento técnico.

En segundo lugar, tenemos el impulso a la producción nacional y la diversificación económica. La dependencia excesiva de las importaciones es otro factor que ha contribuido a la alta inflación en Venezuela. Para reducir esta dependencia y fomentar la estabilidad de precios, es crucial impulsar la producción nacional y diversificar la economía. El gobierno debe implementar políticas que incentiven la inversión en sectores productivos, promoviendo la creación de empleos y el desarrollo de la industria nacional. Esto incluye la simplificación de trámites burocráticos para la creación de empresas, la protección de los derechos de propiedad, la mejora de la infraestructura y la facilitación del acceso al crédito para los emprendedores y las pequeñas y medianas empresas.

Asimismo, se deben promover políticas de atención y protección al desarrollo agrícola, que atraviesa por una difícil situación debido a la escasez de combustible, las vías en malas condiciones, la inseguridad y las cuantiosas pérdidas. En fin, la producción de alimentos a nivel nacional debe protegerse e incentivarse para reducir la dependencia de las importaciones en este rubro.

Es hora de tomar decisiones valientes y estratégicas para enfrentar la inflación en Venezuela. La crisis no puede seguir afectando la calidad de vida de los ciudadanos y la estabilidad económica del país. Se requiere un enfoque integral que aborde los aspectos monetarios, productivos y estructurales de la economía. Solo así se podrá avanzar hacia un futuro más próspero y sostenible para todos los venezolanos.

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