Algunas lecturas juveniles pueden permanecer dormidas en nuestra memoria, por tiempos tan largos como el olvido, sin embargo, en un instante cualquiera rompen su letargo y empiezan a jugar la ouija con nuestros recuerdos, rescatando viejos fantasmas, aterrorizándonos con nuestros  resabios ideológicos.

En mí, resultan particularmente aterradores los de la juventud.

A propósito de la situación política española, me asaltaron las lecturas tempranas, por poco embrionarias, casi simultáneas de El único camino de la “Pasionaria”, la Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, y unos retazos de la historia, para ese momento inconclusa, del Partido Comunista Español.

No se asuste, sea valiente querido lector, continúe la lectura, seguramente también usted guarda, en algún recóndito espacio de su alma, algo del estigma progre. Acompáñeme.

El libro, obeso de tanta proclama, de tapas blandas y heroico contenido, de la editorial Progreso, cayó en mis manos, ocho años despues de haber sido editado, coincidía  ese año con el aplastamiento soviético de la Primavera de Praga.

El verbo encendido de Dolores Ibárruri, quien empezó militando como socialista  para luego pasar, como cofundadora, al Partido Comunista, sus posturas irreductibles y su crítica  a las posiciones tomadas por los  socialistas, durante la segunda república, (cuya veracidad, mi ya muy usada memoria, no puede certificar y no me atrevo a releer el libro), nos permitieron utilizar el citado texto para criticar, acusar de reformista, sin razón alguna, a Teodoro Petkoff, lo hicimos al año siguiente, cuando como testigo de excepción, de la Primavera Checa, publicó su libro El socialismo como problema.

Por supuesto, los “valientes” que pretendíamos seguir en armas, marxistas leninistas, pensamiento Mao Tse-tung, lo vimos como un líder negativo, opinión que se vio reforzada cuando Brezhnev lo calificó como enemigo del comunismo.

Armados de un rancio estalinismo, contagiado vía Cuba, la heroica Historia del Partido Comunista Soviético,  los relatos de la valiente resistencia de los combatientes republicanos, las elogiosas letras de las canciones del Quinto Regimiento que nos animaban desde el acetato que guarda la voz de Soledad, y el enervante discurso de despedida dirigido por la Pasionaria, a las Brigadas Internacionales,  y los postulados marxistas clásicos, enfrentamos las discusiones que precedieron a la división del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

De ese encendido discurso aprendimos que Guadalajara no solo es una hermosa canción mexicana, sino que fue, junto a Jarama, lugar de duros enfrentamientos, entre los buenos hijos del mundo, que practicaban el internacionalismo proletario y los alzados, que se oponían al progreso de la humanidad, donde había participado nuestro Miguel Otero Silva, mito revolucionario que tampoco puedo certificar.

Nos dividimos en tres pedazos. No nos dividimos más porque éramos muy pocos.

Los líderes de aquella fragmentación terminaron aceptando la pacificación y las posturas de Teodoro, sin  reconocerle, jamás, la razón.

El principal motivador de la división se quedó con el nombre original (MIR), se sumó a la campaña electoral del MAS en 1973, el Führer que se apellidaba como Rómulo, salió a la calle con los CLP, y nosotros, los menos radicales, fundamos otra organización tildada de socialista, manteniendo una falsa clandestinidad.

Todos estos fantasmas que reposaban adormecidos en los escombros de mi memoria han reaparecido ahora, cuando mis pies, acostumbrados al viejo y rocoso macizo guayanés, me sostienen a duras penas sobre el suelo español, sin fuerzas para dejar huellas.

Esos fantasmas juveniles me sirvieron para abrazar la ideología  marxista, que hoy reconozco agazapada en cada rincón de España, dispuesta a saltar sobre ella para convertirla en una sociedad distópica y sin futuro.

Existen muchos paralelismos entre España y nosotros, los venezolanos.

España es más antigua, más civilizada, pero nosotros emprendimos el camino de la modernidad y el desarrollo antes, salimos de la dictadura primero, con tesón, sacrificio y esfuerzo humano.

Obtuvo su dictador por la gracia de Dios, (la gracia de Dios como las bulas papales siempre han sido selladas con plomo) y salió de Él, por la gracia divina, eso nos dio una ligera ventaja en el tránsito democrático, pero también fuimos primeros en abandonar la ruta del progreso, las libertades y los derechos humanos y en iniciar el camino hacia el socialismo, que ahora me parece sigue la Madre Patria de manera irreversible.

Cuando llegó el socialismo del siglo XXI recurrimos al lugar común de gritar que no éramos como Cuba, ahora la superamos en pobreza, desesperanza y sumisión.

Los españoles también piensan que ellos no son Venezuela, sin considerar los largos dedos y las maletas repletas de dólares del grupo de Sao Paulo/Puebla.

En Venezuela vimos cómo se fueron disolviendo en el verbo iracundo de su presidente, los derechos ciudadanos, la libertad de expresión; vimos cómo se desmontó el sistema educativo, la desaparición paulatina del servicio de salud, la minimización de las pensiones, la disminución del salario, la desaparición de la moneda nacional, el debilitamiento progresivo del derecho de propiedad, la toma de todas las instituciones y su puesta al servicio del Ejecutivo, la desintegración de nuestro aparato productivo, incluida nuestra industria petrolera.

Callamos ante la corrupción, mientras legislaban para favorecer la permanencia del grupo de gobierno en el poder, vimos cómo se modificó el sistema electoral, incorporando normas que favorecen al régimen, vimos cómo las libertades se retorcían en las fauces del régimen, mientras censuraban y  se apropiaban de los medios de comunicación.

Hemos visto cómo persiguen y encarcelan la disidencia.

Y ahora, temeroso, veo a Venezuela reflejada en el espejo fragmentado que guarda la difusa imagen de España.

Entender a España, la nación, el país el reino, requiere de una inteligencia que no tengo.

Nosotros  estamos en la  etapa sin fin, de construcción del socialismo del siglo XXI, España parece seguir el mismo derrotero, construyendo el socialismo ibérico, según decir de algunos.

Los españoles, históricamente son tartesios, fenicios, celtas, iberos. católicos, apostólicos y romanos.

No se ponen de acuerdo ni siquiera en cuanto a sus orígenes como nación, ahora pretenden ser naciones dentro de una nación y otros se quieren fuera de ella.

Son parte de  una civilización, con 650 millones de hispanohablantes, tienen unas cuantas lenguas provinciales, algunos se avergüenzan de hablar castellano y hasta reniegan de sus aportes civilizatorios.

Jamás se han puesto de acuerdo y ahora acuerdan que necesitan traductores para entenderse.

Unos se sienten muy españoles y otros se sienten oprimidos y colonizados dentro de su país.

Cada uno cuenta la historia de España a su manera.

Abogan por el laicismo, mientras aceptan la penetración de religiones exógenas, contrarias a su idiosincrasia.

Temen reproducirse y aceptan migraciones intensas, con alta tasa de fertilidad, lo que seguramente tendrá fatales consecuencias demográficas.

España está políticamente dividida, entre dos grandes sectores, uno de izquierda que avanza arrollador, demoliendo viejas estructuras, incluida la Constitución y tratando de darle direccionalidad, o de poner fin al llamado periodo de transición.

La transición puede ser hacia la democracia o hacia el socialismo.

Son una monarquía parlamentaria, pero los electores son presidencialistas, acuden a las urnas, pretendiendo elegir el jefe de gobierno, votan, pero no eligen.

Unos aman al rey y otros le odian.

Los demócratas, socialdemócratas, liberales de centro y ultraderecha, pretenden elegir el jefe de gobierno en las urnas y los izquierdistas, más pragmáticos, se aprovechan del sistema parlamentario para imponer gobiernos de coaliciones, apoyados por las  minorías.

Aprueban leyes que parecen comprometer la seguridad jurídica.

Son capaces de condenar con rigor, al ladrón de besos, (En un beso la vida y en tus labios la muerte…) y de amnistiar a los golpistas (perdón, vida de mi vida, dame tu perdón…).

En cuanto a la propiedad, callan, mientras el lobo socialista, sopla con su aliento de expropiaciones sobre las viviendas vacías, favorecen a los ocupas  y los trabajadores  son víctimas de la requisa impositiva.

Los capitales en silencio hacen maletas.

El partido en funciones de gobierno, como San Ginés con los indios, le dice al ganador de las elecciones que pueden reconocer la razón, pero no la pueden ejercer, o sea, pueden ganar, pero no mandar.

Estos a su vez se avergüenzan de sus aliados de ultraderecha, cortejan a los golpistas, dispuestos a ofrecerles, en pago, su inocencia y luego organizan actos abiertos, contra la amnistía.

Los separatistas, liberacionistas, etc., han cimentado un sólido relato, independentista, han fortalecido su cultura, tienen un  estatuto que los identifica como nación y  como toda nación, están tratando de construir un Estado, tienen un enemigo, claramente identificado, un mito identitario, una lengua, un falso panteón de héroes y han sabido comprometer al gobierno actual, con su proyecto.

En esta negociación con el diablo, mientras los separatistas aumentan sus demandas, los socialistas están ansiosos de poder y con los pantalones abajo.

El mundo está en medio de una intensa reingeniería geopolítica, los  centros de poder se redefinen y reagrupan, se libran guerras económicas y tecnológicas, mientras España, pugna por establecer modelos de gobiernos del siglo pasado, en medio de una confrontación política que no mira más allá del control del Estado, ajenos a una visión compartida del futuro.

El aparato productivo decae, el Estado de Derecho se agrieta, la independencia de poderes se tambalea, la sociedad se divide cada vez más, la migración debilita la seguridad social, la educación disminuye la formación y aumenta la ideologización.

Dejan la seguridad y sus planes de desarrollo en manos ajenas, para seguir directrices globalistas, la industrialización y la agricultura decaen, subastan sus acuíferos y descuidan al agricultor.

Pareciera que existen varias Españas enfrentadas, dos grupos  dispuestos a desgarrarla.

O buscan un camino de encuentro, una posibilidad de diálogo entre los grupos mayoritarios, o terminarán el siglo sirviendo la mesa y tendiendo las camas a los turistas europeos, chinos y americanos.

@wilvelasquez


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