España nos tiró “bola negra” y se distanció de los 28 miembros de la UE y de los 62 que reconocen el interinato de Juan Guaidó. El 12 de enero el rey de España, como jefe del Estado responsable de la conducción de las relaciones internacionales (C.E Art 149/3), dejó a la Venezuela democrática como la guayabera, por fuera; posiblemente para muchos, el acto protocolar con motivo de la salutación de Año Nuevo a los reyes de España no tuvo mucha o ninguna importancia, pero en política exterior la forma y el fondo forman parte del todo y el haber invitado al cónsul en Madrid en lugar del embajador del gobierno interino de Juan Guaidó tiene una gran significado. En las relaciones internacionales la forma y el fondo forman parte del todo. El mensaje fue claro. Para el Estado español y su gobierno la lucha democrática que se lleva a cabo no tiene mayor valor y lo demás es pura pose.

En el protocolo español existen cuatro actos de Estado de gran importancia. En lo interno la juramentación del rey al momento de asumir el trono el heredero y la celebración de la Pascua Militar cada 6 de enero, la cual tuvo su origen en 1782, cuando las tropas españolas consiguieron recuperar Mahón, la capital de Menorca. En lo internacional la presentación de credenciales de los nuevos embajadores y el saludo del Cuerpo Diplomático a la semana siguiente de la Pascua Militar, todos actos de gran solemnidad. El saludo del cuerpo diplomático se realiza con la presencia del presidente del Gobierno, en esta ocasión don Pedro Sánchez y el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, don José Manuel Albares. Este acto además de lo solemne, a lo interno es tan polémico como discutir el sexo de los ángeles, al discutirse si es apropiado al momento de la salutación que el hombre realice una leve inclinación de la cabeza, mientras que la mujer debe realizar una genuflexión; para realizarla correctamente debe apoyar su peso en el lado derecho del cuerpo doblando la rodilla derecha, mantener la espalda recta y la pierna izquierda un poco hacia atrás. Y, siempre, mirando a los reyes.

El punto está en que España como Estado en este acto le dio un palo a lámpara por el doble rasero que utiliza a la hora de la chiquita en lo que se refiere a las relaciones con el gobierno interino de Juan Guaidó; presidente Sánchez, según el refranero criollo, en política no se puede ser molusco y marisco a la vez.

En las culturas orientales el yin y el yang conjuga dos conceptos del taoísmo que son usados para representar o referirse a la dualidad que esta filosofía atribuye a todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas; así es que de igual forma, en diplomacia, las relaciones internacionales y la política exterior, la forma y el fondo son parte del todo. El jefe del Estado Español como ya se dijo al inicio de esta columna, tiene competencia exclusiva en las relaciones internacionales, por lo que su Casa Real es la responsable del protocolo e invitaciones; mientras que el jefe del Gobierno a quien ya conocemos de sus andanzas y componendas con Pablo Iglesias y Podemos, del día a día de la política exterior.

En este contexto, el palacio de Oriente y Moncloa estuvieron de acuerdo en invitar y reconocer oficialmente al representante de Maduro quien se desempeñaba como cónsul general en Madrid, al no haber embajador desde el 2018; y no al embajador de Guaidó.

La importancia de este acto está en que en el mismo además de darse cita los 58 embajadores de diversos países acreditados ante el reino de España, deja claro que las autoridades españolas reconocen como legitimo al gobierno de Nicolás Maduro, en contradicción a Bruselas que reconoce a Guaidó como presidente interino con 391 votos a favor, 114 en contra y 177 abstenciones. La cuestión está en ¿que hará Guaidó? ¿Seguirá considerando que sus representantes son en verdad embajadores, porque el gobierno español no lo piensa así? ¿Estará consiente que el hecho de no haber invitado a su representante en España, un venezolano de reconocida talla política, puede crear precedentes para que otros gobiernos hagan lo mismo? ¿Será que Sánchez aspira a ingresar al Foro de Sao Pulo como observador? o ¿Sera que Pablo Iglesias todavía maneja la política exterior detrás de bastidores?

Lo que sí es historia, a diferencia de su alteza real Felipe VI, el rey emérito Juan Carlos I fue más consecuente con la democracia venezolana, cuando increpó al presidente Chávez por qué no se callaba en una Cumbre Iberoamericana, y Sánchez podría ser más consecuente con la lucha que libramos los venezolanos. Posiblemente, según la usanza española, todavía no le habían alargado los pantalones, cuando el presidente Carlos Andrés en 1975 le dio un espaldarazo a la naciente democracia española al llevarse en un viaje oficial a un polizón quien unos años después se convertiría en líder de PSOE y presidente del gobierno español.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!