Orgullosos, prepotentes, pendencieros, cual guapos de barrio, así se muestran desde las alturas del desgobierno al referirse a los acontecimientos que azotan a algunas regiones de nuestro hemisferio, llegando al extremo de atribuirse con risitas socarronas no solo influencia sino hasta la paternidad de los movimientos que atentan contra algunas legítimas democracias latinoamericanas, al punto de llamarlos brisitas bolivarianas.

No dudamos que desde Caracas se haya soñado en la última reunión del Foro de Sao Paulo, el pasado mes de julio, con levantamientos e insurrecciones populares a lo largo y ancho de América Latina. No vacilamos tampoco en concluir que algunos movimientos se planificaron con detalle en algún rincón del Complejo Teresa Carreño, menos aún albergamos la más mínima sospecha de que algo de los fondos que han financiado el voluntarismo vandálico en otras latitudes ha salido desde el norte del sur; sin embargo, de allí a afirmar que la autoría, inspiración e idealización sea de Maduro y compañía, no solo es una falta de respeto a esos pueblos sobresaltados, sino también una inmensa sobrestimación del poder y ascendencia de un modelo fracasado como el que destruyó a esta tierra que una vez fue prometida.

El modelo político venezolano y toda la desgracia que ha supuesto para su pueblo, por desgracia, no es hoy modelo ni inspiración de nadie que se mantenga en la acera del bien, de la modernidad, de la democracia y bajo el imperio de la ley. Por el contrario, es un modelo que solo inspira y hace salivar a delincuentes, al crimen organizado, a los corruptos, pues donde impera la anomia, allí reina el caos y se impone lo oscuro. Por ello, pretender que algún movimiento que busque dignidad, reivindicación, mejoría, bienestar, avance y en fin, cualquier cosa que luzca positiva, busca emular o seguir el camino de la involución madurista, es un insulto a la inteligencia. Chuleo de los ñángaras para financiar su traición a reclamos legítimos, seguro que si, pero de allí que aún conquistando el poder sigan el camino suicida que un día siguió Chávez al caer como el más encumbrado de los idiotas en la hipnosis de los Castro, seguro que no.

Tan alumbrados como están en promover y exhibir su condición de promotores y articuladores de procesos de desestabilización en otras latitudes, como una forma de mostrarse poderosos al ser capaces de estructurar la venganza en contra de aquellos que les desconocen en la escena internacional, los principales actores del desgobierno, en su infinita pérdida de contacto con la realidad, olvidan lo elemental, lo básico, el ABC, y es que Venezuela hoy día está de lejos peor que los países que exhiben sobresaltos, y así lo demuestran los indicadores que ellos mismos denuncian como razones de las protestas. Solo el salario mínimo integral equivalente a menos de 50 centavos de dólar diarios, es un número lo suficientemente contundente para que a partir de allí no haya más nada que discutir al confrontarlo con el salario mínimo más alto de la región como el chileno, que hasta ayer era de 423 dólares mensuales y justamente a raíz de las protestas fue aumentado en poco más del 10%, hasta la suma de 483 dólares mensuales, es decir, algo así como 16 dólares diarios o lo que es lo mismo, léase bien, a más de 32 veces lo que percibe un venezolano en la misma posición.

Escupen al cielo con su perorata de dignidad bolivariana cuando pretenden reivindicar las razones que motivan la lucha de otros, mientras acá, donde desgobiernan y han liquidado todo mínimo vestigio de evolución y prosperidad colectiva, solo sostienen su control por la vía de los hechos. Pero la ley de gravedad es inmutable y cuanto han dicho y siguen diciendo en sus ejercicios de labia barata incontenida, caerá con fuerza sobre ellos mismos y los bañará como una dosis abrumadora de realidad, cuando de forma definitiva se produzca el despertar definitivo de un pueblo hastiado de veinte años de mentiras, atropellos, saqueo y retroceso.

@castorgonzalez

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