No es fácil tomar conciencia de las graves amenazas que tiene en Iberomérica el avance de un sistema de antivalores representado por organizaciones cuyo afán es la toma del poder global, regional y de cada país que integra la comunidad democrática. Su diseño está orientado al desarrollo de movimientos políticos destinados a la administración del poder, independientemente de las circunstancias de su mutación y mimetización, bien sea de carácter socialista, comunista, terrorista o de variada ideología, incluyendo al narcotráfico, o las mafias internacionales.

Dicho sistema, organizado en estructuras altamente complejas, apoyado en las estrategias financieras las cuales se traducen en acciones desestabilizadoras estimuladas por gobiernos antidemocráticos, títeres, dictadores o cualquier otra modalidad que alcanzan a grupos de activismo de variados objetivos puntuales, bien sean estos de género, raza, sexo, etc., y que por lo general están asociados a movimientos de corte comunista o extremista y vienen acompañados de la violencia que inducen destinados a subvertir el orden y producir odio. Estos movimientos penetran en la sociedad complementadas por organizaciones civiles, militares y educativas locales casi como una enfermedad.

La acción planificada del sistema, llamado “progresista, globalista o simplemente estado profundo” independientemente de su denominación, forja una acción operativa inspirada en las directrices de movimientos o grupos de intelectuales concebidos y financiados para permear las acciones necesarias para el apoderamiento de gobiernos, Estados y organizaciones de todo orden. Entre esas acciones, la más importante y que ha sido diseñada a la medida son los procesos electorales, destinados a utilizar una de las herramientas más significativas de la democracia para garantizar los derechos humanos y la libertad económica, En ese sentido, lograron  manipular los sistemas electorales a través de organizaciones internacionales para que  sin disparar un tiro faciliten acceder al poder por elecciones con una estrategia asociada a moldear la opinión publica la cual es dirigida por los  grandes medios de su propiedad que influencian a la población mediante el engaño destacando las bondades de un cambio.

Los procesos electorales fraudulentos garantizan la apariencia democrática y el control de gobiernos, instituciones y a un liderazgo corrupto que permite la vinculación de ellos con los objetivos primarios de políticas macro de control mundial los cuales están ligados a los grandes subsistemas económicos y a la masa financiera que compra no solo lo inimaginable, sino incluso, conciencias y recluta acólitos para su causa. Esta estrategia, tiene sus mejores ejemplos en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, España y, pare de contar, donde se logró el control de los gobiernos y de sus dirigentes más representativos, incluyendo instituciones, empresas, y estructuras paramilitares.

Ahora, esa operación ha llegado increíblemente a los Estados Unidos, donde instrumentaron dicha estrategia con sus prácticas y mecanismos metodológicos fraudulentos, poniendo en jaque a las elecciones de ese país, que independientemente de los resultados, el sistema pretende salirse con la suya y montar en el país más poderoso del mundo a sus más conspicuos y corrompidos dirigentes lo cual permitirán el desarrollo de sus planes globales y acción ideológica  en las instituciones que han sido penetradas convenientemente,

En el caso venezolano, la elección parlamentaria, claramente fraudulenta, se apoderará del último bastión cuasi democrático como lo es la Asamblea Nacional. Su instalación producirá el control total, la eliminación de todo bastión etiquetado como oposición. Ya anuncia la represión a sus representantes que no se alinearon y crearan el caos político en los próximos días. De esta manera, se consolida la cabeza de playa del sistema global, cuyos dirigentes obedecen a las disposiciones operativas de otros países antidemocráticos, pero lo más importante, es que responden a los intereses de las grandes transnacionales dueñas del poder mundial. De esta manera pretenden imponer sus criterios, intereses económicos y financieros. No cabe la menor duda que su intensión es el control de la población y su manipulación en beneficio de los intereses globales de ese temido “estado profundo” el cual intenta destruir el mundo liberal, aprovechando las contradicciones de las bases institucionales favoreciendo la miseria y la pérdida de libertades.

Desde el escenario de un nuevo y fraudulento parlamento venezolano, reconocido o no por la comunidad internacional, se promoverán instrumentos reglamentarios antidemocráticos, liquidando al sistema de partidos para imponer una sola línea de conducta, racionalizar su esquema institucional, someter a las organizaciones civiles y  acrecentar su autoritarismo, lo cual los llevará muy lejos en el tiempo en detrimento de la población venezolana que ve cómo se deslizan a lo más bajo sus aspiraciones, desapareciendo sus esperanzas de libertad, sumándonos en el infierno de la pobreza extrema, la depauperación y el sometimiento de quienes quieran sobrevivir a los esquema de gobierno y las directrices de sus  corruptos dirigentes,

Independientemente de la propaganda del régimen, de cuya narrativa y experticia nadie duda, continuaremos con la aterradora crisis económica y lo más preocupante aún, es la potenciación de la migración de los venezolanos que no conseguirán donde ir en búsqueda de la limitada sobrevivencia natural. Para todos está claro que, los casi seis millones de almas que sin precedente iniciaron hace ya tiempo peregrinar por el mundo, se va a profundizar, con el agravante que no somos bienvenidos en casi lugar alguno del mundo, somos rechazados, y lamentablemente sometidos a la condición de parias, sin documentación válida y subestimados en cualquier actividad laboral lo cual hace más difícil la migración y arraigo en otras culturas. Los obstáculos serán casi insalvables para los nuevos migrantes y, de los que ya no tienen oportunidades en el lugar que fueron producirá el retorno indeseado, derrotados, y a su vez, repelidos para ingresar de nuevo al país. Como consecuencia, el flujo migratorio va y viene con las trágicas consecuencias de los caminantes que verán la muerte muy cerca, yo no solo producto de la pandemia que los persigue, sino de la miseria y ausencia de recursos que solo alcanzarán para unos pocos.

La situación descrita es poco comparable con la realidad y el testimonio de quienes mayoritariamente la padecen, si algo se podrá hacer para palear esta tragedia y apuntalar de alguna forma esta situación será luchar para que  los organismos internacionales y gobiernos potencien su acción y busquen mejores administradores, puesto que, buena parte de los recursos asignados, han ido a parar a los bolsillos de muchos que se dicen  líderes de la oposición al  régimen, y en consecuencia solo llegan recursos limitados a los  puntos o nodos de paso en varios países, los cuales son insuficientes y aleatorios,  independiente de la buena voluntad de la atención humanitaria pública o de organizaciones humanitarias privadas, que se despliegan a lo largo de los caminos de medio mundo.

Es necesario aumentar el grito desesperado de sobrevivir e inducir por los medios que sean necesarios para que los gobiernos diseñen políticas públicas que ayuden a la gente más allá de lo que están haciendo. Una forma de hacerlo es legalizar la permanencia de los migrantes, resolver el tema de los ilegales, proporcionar visas de trabajo y desarrollar campañas de inserción en el aparato económico y social local, incluyendo obviamente a la educación de los países receptores.

Este dramático llamado debe ser el lema de lucha para lograr imponerse al caos actual, apartar a los burócratas que nada hacen y lograr una dirigencia que logre resultados sin corromperse con los recursos que deben administrar en complemento a los procedimientos de los organismos patrocinantes. Ha comenzado una nueva era, una peregrinación que necesita apoyo y consolidación como principio cristiano y digno para el ser humano.

Los que se quedan dentro del país, incluso contra su voluntad, sin recursos, sometidos a grandes vejaciones, ausencia de trabajo, ingresos ridículos  frente a la ostentación de la burocracia del poder, sometidos al hambre y locura de sobrevivir a la dádiva condicionada del régimen, de lograr los servicios mínimos, la comida básica, la búsqueda de resolverse ante la especulación inducida por la hiperinflación y abandonado a su suerte tienen pocas alternativas de supervivencia a menos que se sometan al despreciable control oficial que los conduce al servilismo y fanatismo obligado.

El clamor hay que redoblarlo, activando un movimiento de denuncias y rebeldía, no somos esclavos posmodernos y necesitamos romper las cadenas que nos atan a intereses externos, del sátrapa, destructor de vidas por miles, de la burla de sus demenciales propósitos, desplazar a tanto bizarro corrupto y torturador, acabar con el colaboracionismo interesado y, lograr la participación activa y efectiva ante el maltrato y desprecio de nuestra nacionalidad e individualidad.


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