Leonel Rafael Batista Hierrezuelo vino de Santiago de Cuba como integrante de la “misión médica” que supuestamente la dictadura de la isla envía para ayudar al régimen venezolano. Tenía apenas 28 años de edad y es muy probable que allá haya quedado su familia.

No es que la muerte de este paramédico cubano sea más importante que los más de 100 profesionales de la medicina venezolanos que han muerto por la negligencia del régimen en proteger su vida ante el covid-19. Nunca, porque los médicos de este país tienen años sufriendo toda clase de humillaciones y a pesar de eso siguen haciendo honor a su juramento hipocrático: salvar vidas así sea a costa de la propia. Desde aquí nuestro aplauso.

Pero el caso de Batista Hierrezuelo tiene varias ramificaciones. La primera, es obvia, tampoco a los enviados cubanos el régimen les da los implementos de seguridad necesarios. La segunda es bastante más dolorosa. Ya se ha denunciado fehacientemente en varios organismos internacionales que detrás de estas misiones hay un trasfondo muy parecido a la esclavitud.

Ni Batista Hierrezuelo ni ningún otro cubano sale de su país sin dejar nada pendiente. La mayoría de las veces viaja convencido de que de esa manera podrá contribuir con la familia que deja atrás. Tampoco cobran la suma de dólares que el régimen cubano acuerda con los gobiernos que los reciben, pues una buena parte se queda en los bolsillos de la cúpula dictatorial de la isla.

Así que este programa, desde que lo introdujo el difunto comandante, solo ha servido como fuente de financiación de una de las dictaduras más longevas y más crueles de América.

Que se mueran los supuestos médicos cubanos en Venezuela a causa del covid no es una sorpresa, porque ya se sabe que los profesionales de la salud son el último eslabón de la cadena en el interés del régimen. En estas circunstancias de pandemia todos están a la buena de Dios, los humillados médicos venezolanos y los esclavizados cubanos que dejan su tierra pensando en que encontrarán solución a sus penurias o al menos a la de sus familiares.

No obstante, el caso de Batista Hierrezuelo servirá para que el mundo entero corrobore una vez más la mortal combinación que representan los regímenes cubano y venezolano juntos. De sus componendas los primeros afectados son los inocentes ciudadanos de sus países.


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