Es verdad que las elecciones en el país no tienen las garantías exigidas por la oposición, no son competitivas y menos transparentes. El gobierno casi a diario revisa y hace constructos de escenarios políticos hasta electorales, sabe que la división en la oposición ha derivado en inmediatos triunfos electorales: nacional, regionales y hasta locales. La revisión de escenarios es una temática vinculante con las decisiones de algunos opositores, creyente en las vías electorales, ha sido durante años su discurso político para aspirar a un cambio en paz en Venezuela.

Las diversas maniobras del gobierno de Nicolás Maduro, que han estado acompañadas por arbitrarias detenciones de activistas e integrantes del comando de campaña de Machado, amenazan con hundir el plan que pactó con el presidente norteamericano Joe Biden para la recuperación de la democracia en el país. Washington ya ha advertido que restaurará las sanciones contra el país petrolero si Maduro no cambia de postura, pero hasta ahora el líder socialista no ha dado un paso atrás, sino todo lo contrario.

La Plataforma Unitaria donde se agrupa la oposición venezolana enfrenta en estas semanas un riesgo a sus opciones de triunfo en la elección presidencial del 28 de julio, al tener pocos espacios para postular a su candidata entre un mar de opciones presidenciales que pudieran confundir al elector desinformado sobre el trasfondo político de las opciones en el tarjetón electoral. Pero, en este momento histórico es significativo para convocar la comprensión, en la oposición no existe una unidad monolítica; cuando es perceptible su diversidad, es decir, hay interesantes puntos de vista bajo enfoques de una lógica racional que motiva a la germinación de numerosos debates y es esencia de la democracia.

Es significativo articular esfuerzos para construir una visión compartida para toda la oposición venezolana, luchar unidos y comprometidos para lograr los objetivos conectados al cambio político con la elección presidencial a realizarse el próximo 28 de julio. Maduro, cuya popularidad se mueve 15%, busca su reelección e intenta recuperar la legitimidad perdida durante el fraude electoral del 2018, que llevó a Estados Unidos y a más de 50 países a declarar que el gobernante usurpaba la presidencia de Venezuela. Es evidente, una elección sin la participación de María Corina Machado les quitaría mucha legitimidad a los comicios presidenciales del 28 de julio.

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