Mikhail Baryshnikov

Un astro mundial de la danza visitó Venezuela cuando cesaba su apogeo como bailarín clásico. Mikhail Baryshnikov, abandonados ya los rigores académicos, llegó a Caracas investido de impensada soltura y libertad de movimientos. Actuó en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño junto a su novísima compañía White Oak Dance Project. Dos solos fueron suficientes para que el excepcional intérprete brindara momentos de elevado regocijo estético: Tres preludios, de Mark Morris y Pergolesi, de Twyla Tharp. La agrupación ofreció también un interesante acercamiento a la coreógrafa Hanya Holm, de destacable importancia en los inicios de la danza expresionista alemana y la danza moderna estadounidense.

Destacadas compañías canadienses de danza arribaron al país durante los dinámicos años noventa. Los Grandes Ballets de Canadá llamaron la atención por la amplitud y el valor de su repertorio, desde Brosnislava Nijinska y George Balanchine, hasta Nacho Duato: Las bodas, visionaria coreografía de Nijinska creada en 1923; Divertimento No 15 y Agón, títulos de Balanchine de poca representación en nuestro medio, y Na foresta y Jardi tancat, de Duato, primera aproximación del público venezolano al luego afamado coreógrafo hispano. Tiempo después, el revelador creador volvería a Venezuela en plena efervescencia de su fama, como director artístico de la Compañía Nacional de Danza de España. El Royal Winnipeg Ballet, interpretando obras de Jiri Kylian, los Ballets de Montreal y Desrossiers Dance Company, brindaron perspectivas alternativas de la danza procedente del país norteamericano.

Otros ensambles internacionales se hicieron presentes en el Teatro Teresa Carreño: Arteballeto, de Italia, el Ballet Hispánico de Nueva York, que estrenó en Venezuela Inez de Castro, de Vicente Nebrada; Gelabert-Azzopardi, de España, y el Joven Ballet de Francia.

La danza española, poderosamente atractiva para el público venezolano, hizo también llamativa presencia en el Teresa Carreño. El Ballet Nacional de España interpretó El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, coreografía de José Antonio, y escenografía y vestuarios originales de Pablo Picasso. El temperamento dramático de Cristina Hoyos acompañada de su conjunto, los espectáculos Cumbre flamenca y Antología poética del flamenco, así como Torero de Antonio Canales, y el flamenco fusión de Sara Baras, reafirmaron al escenario caraqueño como espacio en plena sintonía con la boga mundial que experimentaba, en los tiempos de final de siglo, el baile gitano convertido en hecho teatral.

Julio Bocca

La danza latinoamericana ha tenido figuración discreta en el escenario del Teatro Teresa Carreño. La misma puede resumirse en las actuaciones del Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires principiando la década de los noventa, bajo la dirección de la maestra rusa Tamara Grigorieva. Carmen del cubano Alberto Alonso y La casa de Bernarda Alba del argentino Julio López, resultaron obras destacadas dentro del amplio programa ofrecido por la tradicional compañía porteña. También en las presentaciones de Julio Bocca y el Ballet Argentino en 1996, destacando la interpretación de Tango, de Oscar Araiz, y al año siguiente el Ballet de Cali, Colombia, dirigido por Gloria Castro, conjunto que interpretara la obra Barrio Ballet, del cubano Gustavo Herrera.

Alicia Alonso

En años un poco más recientes el Ballet Teresa Carreño llevó a cabo programas de cooperación artística con Ballet Nacional Sodre del Uruguay, bajo la renovada dirección de Julio Bocca, compañías que juntas interpretaron Doble corchea, de Vicente Nabrada, además del B, ya desde su condición allet Nacional de Cuba, con el que presentó la versión de Giselle, de Alicia Alonso. Igualmente propició la única actuación de Maya Plisétskaya en Venezuela. Durante una temporada de cuatro días la primera figura rusa interpretó una vez más La muerte del cisne, ya desde su condición de mito.

Margot Fonteyn

Al hablar de la danza del continente resulta obligatorio mencionar la III Conferencia Interamericana de Especialistas en Ballet, promovida por la OEA y realizada en el Teatro Teresa Carreño con el patrocinio artístico de Margot Fonteyn. Fue una jornada que reunió a un notable número de bailarines, coreógrafos y maestros de América Latina en torno a espectáculos, talleres de formación y sesiones de reflexión teórica sobre circunstancias compartidas por la danza clásica de la región.

La significativa presencia en Caracas de Fonteyn, ubicada dentro de las más celebres bailarinas del siglo XX, ya lejos de los escenarios y ejecutando su último rol, el de animadora del desarrollo del arte del ballet en Latinoamérica, se inscribió como gran acontecimiento vivido por la Fundación Teresa Carreño y la danza de Venezuela.

 


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