De todos los indicadores de la caída exponencial de la economía venezolana, ninguno es tan grave como la presentación casi en condiciones de clandestinidad del Presupuesto 2020 realizado en el Capitolio Federal por parte de la vicepresidente Delcy Rodríguez al presidente de la asamblea nacional constituyente, Diosdado Cabello Rondón.

Apartando el hecho político de que con el acto en cuestión se cumplieron los 4 años de ejercicio legislativo (2017, 2018, 2019, 2020) sin poder aprobar jamás el presupuesto de la nación de este foro parlamentario, pues el Tribunal Supremo de Justicia y luego la asamblea nacional constituyente asumieron esta función principal para la cual se establecieron todos los Parlamentos en el mundo desde hace siglo, para ejercer el control político y equilibrar los planes del Poder Ejecutivo, lo cual ciertamente no ha sido posible es este período legislativo, como tampoco ha sido posible sacar por Gaceta Oficial una sola ley aprobada en todos estos años, para medir la escala del conflicto político para los historiadores del futuro.

En dicho evento en cuestión, se manejó con extrema discreción, para no emplear el término secreto de Estado, las cantidades específicas de los montos a manejar por parte del gobierno para el año 2020, excepto que tenían más de 400 proyectos específicos de inversión y que 76% de los recursos presupuestados era para el área social.

Es la agencia española Efe la que sin dar mayor alboroto informa que el presupuesto nacional consta de 5.439 millones de dólares, lo cual supera todas las expectativas imaginables en cuanto a la caída de la economía nacional y que ciertamente muchos se empeñan en negar.

No podemos comparar obviamente un presupuesto de Maduro con el de Trump, que es 864 veces mayor, siendo solamente anecdótico que el presupuesto del Ministerio de la Defensa estadounidense maneja un presupuesto de 738.000 millones de dólares (136 veces mayor), lo que viene a explicar las notables diferencias existentes entre ambas economías, donde una pasa de los 20 billones de dólares en PIB, mientras que la otra no llega a 80 millardos de dólares en PIB.

Por tal razón, decidí investigar los presupuestos de los 50 estados de dicho país para ver cuántos gobernadores tenían más presupuesto fiscal que Maduro y grande fue mi sorpresa, aun considerando la descentralización de las finanzas estadounidenses, donde el poder local también tiene un gran presupuesto, debido a que tiene competencias directas y operativas de salud, educación y seguridad ciudadana.

En primer lugar, me conseguí al gobierno del estado de California con 215 millardos de dólares redondeados, lo que quiere decir que tiene casi el triple de todo el valor de la economía nacional actual en su chequera y 39,5 veces el presupuesto de Maduro para todo el país. Después me conseguí al gobernador de Nueva York con 177 millardos de dólares, que representan 32,5 veces el presupuesto nacional y que también es comprensible dado el tamaño, población y nivel económico de dichas entidades sensacionales.

Luego para mi sorpresa, se encuentra el estado de Washington con sus empresas de alta tecnología con 118,4 millardos de dólares, superando a los gigantes Texas con su enorme producción petrolera y petroquímica (107,9 millardos dólares) y Florida con su vasto desarrollo de la industria del esparcimiento (91,1 millardos de dólares).

A partir de allí, comienza mi sorpresa al observar que solamente 3 de los 50 estados tienen presupuestos por debajo de 5,4 millardos de dólares como son Montana, Delaware y Dakota del Sur, pues hasta el gélido Alaska tiene un presupuesto de 8,3 millardos de dólares.

Estas cifras comparativas, aumentan la angustia de cualquier lector que puede recordar que los 5.439 millones de dólares son para atender a 30 millones de habitantes durante 12 meses, o sea, 453,25 millones de dólares mensuales para atender a todo el país.

De esta cantidad de dinero, debemos recordar que hay que financiar la nómina del Estado en todas sus escalas, que llegan a 3,5 millones de empleados públicos y a su vez atender a los 4 millones de pensionados que no pueden ser abandonados bajo ninguna razón ni escenario de planeación.

Es aquí donde imaginamos está la verdadera causa de tanto misterio en la presentación de dicho presupuesto: los gastos de la partida 401 destinados al personal y las transferencias a la Seguridad Social, que depende en casi exclusiva forma del gobierno nacional y muy poco de las cotizaciones de los trabajadores, deben absorber hasta 60% de dicho presupuesto, por lo cual solo queda una cantidad muy inferior a la requerida para proyectos de inversión y mantenimiento para sostener lo que queda en pie de las miles de empresas, fundaciones e institutos públicos que tienen años en decadencia, que no tienen papel ni bolígrafos, ni bombillos ni útiles de limpieza y que están en plena caída libre de su estructura física.

Cuando imaginamos que de este presupuesto se tiene que destinar 20% a las gobernaciones y alcaldías, entendemos las lamentaciones secretas de muchos alcaldes oficialistas que dicen en redes sociales y grupos de amigos que solamente quedaron para pagar nóminas, pues no tienen capacidad para gastos mayores como reparaciones de carreteras, construcciones de escuelas y hospitales y en muchos casos ni siquiera disponen de los fondos para el mantenimiento.

En este país, donde se guardan en secreto las informaciones más elementales y podemos leer que hace una semana la Comunidad de Madrid superó a la Comunidad de Cataluña en PIB en el Reino de España, no conozco ningún trabajo publicado en el que aparezca cuánto es el PIB de cada entidad federal y su contribución al erario público (impuestos), lo cual permitiría discriminar por estados y municipios las verdaderas capacidades económicas y financieras de cada alcaldía y gobernación de este país y establecer un Plan de Emergencia para todas aquellas que estén en gran amenaza financiera social.

Mas esto parece ser demasiado para un Estado que es incluso incapaz de liberar y organizar las remesas financieras del exterior, estableciendo el número de familias beneficiadas desde el exterior por el trabajo directo de sus familiares a objeto de emitir planeación económica directa a estos 6.000 millones de dólares, que pudiesen ser mucho mejor administrados y que pudieran duplicar y triplicar su rendimiento si el Estado permite y protege el libre tráfico de mercancías (alimentos y medicinas) que muchas veces son ampliamente más económicas desde el exterior.

Estas medidas se harán indispensables en la medida que la crisis social escale en 2020 y espero que alguien pueda tomar nota de estas líneas. Después será tarde, costoso y doloroso…


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