Maduro ONU

Son dictadores, o más bien bandidos, mafiosos o forajidos, así de simple. Eso es lo que son Maduro y su comparsa. A estas alturas de ese drama que vivimos en Venezuela, no darse cuenta de esa realidad sería como pretender desconocer la verdad que nos golpea en la cara, como las olas del mar contra un arrecife o prestarse para hacerle el juego a esa tiranía que continua, día a día, humillando a los venezolanos. Y frente a esa satrapía no valen las excusas de que “caí por inocente”. A esos malandros hay que enfrentarlos tal como lo que son: redomados criminales.

Siempre, desde mi adolescencia, me involucré en los análisis que se hacían para pensar y repensar al país en el que nací y con el que persistentemente han estado involucrados mis sueños de juventud. Viví en familia los más desafiantes episodios en los que nunca faltaron los nombres de seres queridos muy cercanos, miembros de nuestra familia. Y si algo me quedó de esos avatares es que cuando se enfrenta una dictadura no son permisibles las inocentadas. Un régimen despótico se enfrenta con determinación que no de lugar a ingenuidades, porque bien sabido debe ser que una felonía solo se aprovecha de la buena fe de los demás. Las dictaduras montan elecciones cuando saben que controlaran los actos de votación y de escrutinios. Llaman a votar a la ciudadanía que previamente es amenazada, tal como lo ha hecho, con el mayor desparpajo, Diosdado Cabello inspirándose en la inefable lista Tascón.

Por eso, si de algo debemos estar advertidos los venezolanos es que los instrumentos que normalmente se activan para remediar conflictos en muchas partes del mundo, como los del diálogo o las vías electorales, en Venezuela no son más que herramientas pervertidas por la dictadura para preservar el mando, aunque sea a costa de la sangre y de la paz de millones de seres humanos. Sé que no es fácil que en otros escenarios de Europa o de América se comprenda este drama, porque cuesta admitir que a estas alturas de la civilización haya regímenes de tal catadura dictatorial. ¡Pero esa es la verdad! En Venezuela padecemos los rigores de una dictadura que se aferra a las instituciones que ha reducido a cenizas que solo sirven para aparentar que hay “democracia”, porque “se activa un referéndum” que ellos mismos manipulan pa’lante y para atrás.

Quiero suponer que desde cualquier parte del planeta, desde donde se mire lo que está haciendo el régimen de Maduro con el mecanismo del referéndum revocatorio, se terminen de convencer -si es que algunos aun no lo están- de que en Venezuela esas rutas quedan como embelecos o trucos reducidos a quimeras. Cualquier otra consideración es llamarse a engaño o simplemente hacerle el juego a esa tiranía.


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