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Nunca como ahora el poder de Estados Unidos de Norteamérica había sido tan desafiado a gran escala. Tiene frentes en casi todos o mejor dicho en todos los continentes para evitar que los enemigos de la cultura occidental logren sus diabólicas pretensiones.

Estados Unidos mantiene sus fuerzas militares con fuerte presencia en Israel donde el grupo terrorista Hamás está convencido de que llegó la hora de destruir a Israel, asesorados y asistidos por Irán y otros grupos de naciones y gobiernos que desde tiempos ancestrales odian y no toleran al pueblo de Dios. Reclaman lo que ellos obviamente carecen.

En África, concretamente en Yemen, Estados Unidos mantiene y está obligado a repeler cualquier intento de los yemeníes por desestabilizar el mundo occidental. Debe mantener su poderosa naval y su aviación cuidando de que Corea del Norte se controle en su afán de apoderarse de Corea del Sur e invadir a Japón, y que China se contenga de sus intenciones de apoderarse de Taiwán, y por si fuera poco ha evitado hasta ahora con éxito, a la cabeza de una tímida alianza, que Rusia se apodere de Ucrania. No conforme con lo que está en pleno desarrollo Rusia y China han venido comprando y cuadrando a unos cuantos gobiernos de la América Latina en sus planes y propósitos de destruir el sistema norteamericano.

Lo más preocupante de todo este panorama es la grave división interna que vive el gigante del norte. Demócratas y republicanos no pueden olerse y no pierden oportunidad de enfrentarse públicamente cada quien por su lado. Atrás, bien atrás quedaron aquellos momentos en que unos y otros se unían y se mantenían unidos contra cualquier amenaza real o a futuro. Este mismo año pasará una de sus pruebas más difíciles en sus más de doscientos años de independencia, cuando se lleven a cabo las elecciones presidenciales nuevamente con el mismo esquema y los mismos protagonistas, lo que hace que sin duda la división se haya profundizado a niveles de intolerancia entre demócratas y republicanos.

Mientras la guerra global contra Estados Unidos continúa su avance en un plan enemigo que por donde se mire busca disminuir sus armas, sus equipos y recursos. ¿Lo lograrán? Hasta ahora solamente Francia parece haber entendido la situación, sabe Macron que la diplomacia se agotó y la única respuesta está en el campo de batalla.

Recientemente el gobierno de Estados Unidos ratificó lo que había aprobado en 2016 el presidente Obama: que Venezuela es una seria amenaza para Estados Unidos, lo que debe entenderse como que el régimen de Venezuela por su alineación con Rusia, China e Irán es una seria amenaza por sus recursos minerales, su ubicación geográfica y por el tipo de régimen que la gobierna.

Dios salve a Estados Unidos.


El autor es licenciado en Educación, abogado, especialista en gobernabilidad, doctor en Ciencias de la Educación y analista político.


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