El estado Carabobo estaba estremecido. La visita de un seriamente enfermo Hugo Chávez indicaba que su presencia era la señal inequívoca de una despedida. Una atestada avenida Bolívar lo observó con algunas dificultades físicas. Con el sol reverberando agonías, se abrió el paraguas del 5 de agosto del año 2012. Venía con la firme intención de proponer el candidato por el Gran Polo Patriótico a la gobernación de la entidad. En la enfervorizada masa corría el rumor que desde Caracas les impondrían un candidato que no respondía a sus expectativas. En el discurso Hugo Chávez se esforzaba al expresar su respaldo a Francisco Ameliach, mientras un grupo numeroso desafiaba al jefe, al proponer a pleno pulmón el nombre del para entonces alcalde de Puerto Cabello, Rafael Lacava, como el abanderado que deseaban las bases revolucionarias. Según las encuestas 70% de los porteños apuntalaban su gestión. Tuvo que sudar mucho la lengua del intergaláctico para imponerse a sus bases. Fue una de las pocas veces que su gente no acató cándidamente algunas de sus imposiciones. Al final Francisco Ameliach logró ser el escogido. Alcanzó la victoria con el respaldo de miles, que a regañadientes lo votaron, pero la herida sangrante estaba allí. Posteriormente Rafael Lacava terminó por construir su liderazgo, marcando buena distancia con la tendencia radical del PSUV.

Nacido del seno de una típica familia italiana, los Lacava se hicieron de una gran fortuna gracias al trabajo honesto de aquellos seres que cruzaron el océano en la búsqueda de futuro. Este origen rompía con los cánones del chavismo. No era un resentido social, ya que venía de un hogar acaudalado. Para él, los empresarios no estaban en la lista enemiga. Su génesis social estaba allí. Tampoco respondía a la cruzada del 4 de febrero, olorosa a uniformes sediciosos, anclados a la afrenta a la Constitución y las leyes de la República, jamás acarició la idea de ser militar. Con gran habilidad cimentó su propio liderazgo, lleno de excesos y excentricidades. En el fondo era ridiculizar a quienes lo cuestionaban. Jugó en su propio tablero, si bien mantiene cercanías con Nicolás Maduro sabe que su liderazgo en Carabobo es propio. Que la influyente clase media opositora carabobeña lo apoye es precisamente porque marca distancia con Diosdado Cabello. Su histrionismo causa escozor en la cúpula que no puede revertir sus ocurrencias. Una mezcla de populismo con comicidad hace que el ciudadano lo perciba como parte de su menú. Su gran fortaleza y autonomía es un peligro para la revolución.

Logró defenestrar a los ojos de Hugo Chávez, para imponer un murciélago. A la inversa de asombrosa historia del escritor irlandés Bram Stoker, aquí quién recibió la estaca en el corazón fue el recuerdo del líder histórico, quiso apartarlo para no espantar a los sectores más influyentes de Carabobo. Con estos se maneja de manera inteligente. Pasa igual con el arzobispo de la Arquidiócesis de Valencia, Reinaldo del Prette Lissot, un prelado con gran prestigio que mantiene excelente reciprocidad con el gobernador, cosa que no ocurre con los grandes dignatarios de la Iglesia católica y el gobierno central. Sus raíces italianas hacen que sostenga relaciones cordiales con liderazgos opositores como Enzo Scarano y Javier Bertucci. Hay que recordar que fue embajador de Venezuela en Italia (2007-2008) por lo cual era necesario entenderse con su comunidad. En el último proceso comicial logró una victoria tal holgada, que ni siquiera toda la oposición unida podía vencerlo, antes había pulverizado a José Vielma Mora, la intención era liquidarlo, pero la imposición caraqueña fue devuelta con el rabo entre las piernas.

¿Es un peligro Rafael Lacava para el PSUV? Por supuesto. Alguien con un sólido liderazgo mantiene su autonomía. Como es impredecible se les complica imponerle políticas. Su desenfado irrita a quienes odian al liberalismo. Un hombre que hace alarde de su poder económico, que organiza espectáculos, que exaltan el valor del consumismo capitalista, negador de los ultras, siempre será un peligro ya que encarga de desautorizar la política oficial. Otros peligro para la revolución es que logre que su ejemplo sea imitado por gobernadores y alcaldes del PSUV. Que su irreverencia sea acompañada por otros compañeros, cansados de ser usados como títeres. Se nota que hace cosas a propósito, pero el temor que le tienen los hace guardar silencio. Carabobo es una entidad clave. Su gran ascendencia mediática proyecta una imagen irreverente frente al gastado ideario revolucionario. Con Rafael Lacava poseen entre sus manos un explosivo. Alguien que pueda postularle de manera independiente a la presidencia, nada es ajeno en la política. Un murciélago que tiene su propio sarcófago, desde donde descansa, mientras el gobierno sufre.

Alecambero_62

@alecambero

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