2024 ha comenzado en medio de felicitaciones y deseos de paz, felicidad y prosperidad. Todo ello es reconfortante y deseable, muy especialmente al nivel personal y familiar de cada uno de nosotros. Sin embargo, el panorama que se nos presenta como país invita a reflexionar y dejar que el análisis racional se imponga al emocional. Apreciado lector, antes de que usted me califique de poco asertivo o pesimista, le ahorro el trabajo pues yo mismo, apelando a herramientas racionales, me anoto en esa línea y lo lamento sinceramente.

En el frente interno observamos el peligroso “estira y afloja” en la tensión nacional e internacional con las acciones efectistas tendientes a agitar con mayor visibilidad el diferendo con Guyana. Comunicados inflamados de nacionalismo, un referéndum legalmente inocuo aunque mediáticamente agitador de emociones, la designación de un “gobernador” (virtual será) para la Guayana Esequiba con asiento en Tumeremo (hasta hoy ni se ha hecho presente ni dispone de sede para despachar), la amenaza de conceder licencias petroleras y gasíferas dentro de la zona en disputa (¿será que alguna empresa internacional va a invertir ingentes recursos en un área disputada?), el armado de una supuesta acción fronteriza militar, naval y aérea que a pocos días tuvo que abandonarse, etc., etc. Un operativo de cedulación que hasta ahora no atrajo ni a un solo habitante del Esequibo, etc., etc.

Una Asamblea (2015) virtual ya no moribunda sino inocua y casi inexistente que pretende renovar un mandato que no tiene ni jurídicamente ni a través de legitimidad alguna porque la ciudadanía olvidó su existencia hace rato y de paso fue defenestrada hace ya un año por rencillas internas del tal G3 que asestó la puñalada final.

La pérdida definitiva del Boeing 747 supuestamente de Emtrasur (pero finalmente de Conviasa y la iraní Mahan Air) resuelta hace apenas unos días por la justicia de Argentina). Recordar que esta aeronave es sospechosa de participar en la preparación de proyectos terroristas.

La detención hace apenas unos días en Buenos Aires de tres posibles terroristas, uno de nacionalidad siria, uno libanés y el otro con pasaporte de Venezuela sospechosos de estar tramando un ataque contra la Embajada de Israel en la capital argentina.

La ya casi definitiva pérdida de las “joyas de la corona” Pdvsa y Citgo ante inminentes decisiones judiciales norteamericanas que se anticipan para dentro de pocas semanas.

La presión internacional constante por el resultado de las primarias y la necesidad crucial de que se defina la inhabilitación de María Corina Machado, cuyo recurso de amparo lleva tres semanas introducido en el TSJ cuando para defenestrar a los diputados indígenas elegidos en 2015 solo demoraron tres días porque así convenía al oficialismo.

La presión internacional y nacional para poner al día el padrón electoral cuya actualización fue suspendida desde hace años para beneficio del régimen.

La tergiversación del tema petrolero donde se anuncia un incremento real de la producción, pero se oculta que el flujo de caja que ello produce es para reducir la deuda morosa que Pdvsa mantiene con las empresas a las que el gobierno de Estados Unidos otorgó licencias temporales. Esos recursos no han sido para beneficio de la actividad propia del Estado (educación, sanidad, jubilados, etc.).

El alineamiento de Venezuela con quienes adversan las ideas y valores occidentales expresados por Israel para ponerse del lado de quienes iniciaron un operativo terrorista sin parangón en la historia moderna. No se trata de apoyar o no  al pueblo palestino o favorecer el regreso de la paz sino del  bochorno de manifestarse en pro de Hamas que es el movimiento terrorista que gobierna en Gaza y que lanzó y mantiene sus prácticas de brutalidad que nada tienen que ver con los ciudadanos israelíes asesinados  en las poblaciones adyacentes a la franja de Gaza.

El hastío de la dirigencia política norteamericana y de otros países con la eterna peleadera de la “oposición” venezolana que cada semana viene con discurso y representantes diferentes enguerrillados con los de la delegación precedente. Tenemos que entender que ya Venezuela salió de los titulares mediáticos que hoy son ocupados por Gaza , Ucrania la elección americana de fin  de este año, el inicio de la disolución de España etc. Es feo pero es cierto.

La duda mas que razonable en el sentido de saber si los acuerdos de Mexico y Barbados han tenido inicio de cumplimiento o si solo son un saludo a la bandera sujetos a la interpretación del “psiquiatra del horror” y su hermanita menor.

No podemos olvidar los milmillonarios laudos  arbitrales y sentencias judiciales  ya firmes contra Venezuela. Sea con el actual régimen o con el que venga tales compromisos habrá que pagarlos igual que los bonos  en dólares 2020  en manos de tenedores internacionales y sujetos a un engorroso manejo judicial poco transparente.

Queda para el procerato bolivariano la preocupación nocturna diaria acerca del curso cada vez mas acorralador  que llevan los casos que cursan ante la Corte Penal Internacional . Imaginamos  la preocupación por su futuro personal y el temor de ser entregados por los cazadores de recompensas incentivados  por el alto precio asignado por la justicia norteamericana a sus cabezas.

Finalmente no podemos cerrar estas líneas sin expresar nuestra mayor preocupación por el curso que lleva el asunto Esequibo que es objeto del litigio con Guyana y tramita ante la Corte internacional de Justicia en La Haya.  Los errores de Chavez al abandonar la sólida estrategia de reclamo que se llevaba adelante desde 1962 a cambio de un  supuesto liderazgo político regional que a la hora de la verdad, que es hoy, evolucionó exactamente al revés de los sueños napoleónicos del “Comandante Eterno”. Hoy todo el tercer mundo y en especial quienes chulearon a Venezuela por lustros comiendo de la mano de Petrocaribe, anuncian su apoyo a Guyana, incluyendo Cuba que aun sigue recibiendo gratis 56.000 barriles diarios de petróleo. Además hay que estar atentos a los delirios de los hoy dueños del poder que amenazan con abandonar el litigio de La Haya y desconocer la jurisdicción de la Corte. Ojalá prevalezca la sensatez aunque luzca difícil.

Leídas estas líneas hasta aquí -más lo que falta- ¿cree usted que hay motivos para que nuestra Venezuela pueda aspirar a un buen año 2024? Igual como hemos dicho en otros artículos, nuestro mayor deseo es estar radicalmente equivocados.

@apsalgueiro1


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