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En esta turbulenta temporada, la democracia enfrenta nuevas amenazas y los intentos de imponer modelos socialistas en América latina recrudecen, parece rebrotar como pesadillas circulares las propuestas de reinstalar gobiernos comunistas que aprisionan la vida de los pueblos hasta dejarlos agotados y empobrecidos, especialmente en Chile, Colombia y Brasil.

En estas circunstancias viene al caso una solicitud de Daniela, mi nieta, quien pide ayuda para realizar sus deberes escolares, El tema que le proponen sus maestros es el siguiente: «Discuta con argumentos la siguiente idea: el agua es un derecho humano, no una mercancía». Mis inquietudes sobre cómo se imponen las ideas socialistas a pesar de sus fracasos históricos se iluminan a la luz de esta pregunta. Dada la formulación del tema, la respuesta pareciera obvia, el agua no es una mercancía, “darle esta calificación es obra de los desalmados capitalistas a los que solo les interesa la tasa de ganancia y no la gente”. Un comienzo temprano de la siembra ideológica desde la escuela.

Empiezo por dialogar con Daniela sobre la significación del concepto de derechos humanos, con el apoyo del compromiso de las Naciones Unidas: “Derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin distinción de ningún tipo, como raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, idioma, religión o cualquier otra condición.  Los derechos humanos incluyen el derecho a la vida y la libertad; no ser sometido a esclavitud o tortura; la libertad de opinión y de expresión; educación y trabajo, entre muchos otros. Estos derechos pertenecen a todas las personas, sin discriminación alguna”.

Al respecto me permito aclarar a Daniela: El agua no es un producto de la actividad humana, se encuentra en la naturaleza y se integra en sí misma y en cada ser vivo. Los ríos, lagunas y otros embalses son reservas naturales. Sin embargo, lo importante es reconocer que el acceso al agua como servicio es producto del esfuerzo de sociedades, gobiernos y emprendedores, requiere tecnología e inversión para garantizar que la población pueda tener acceso a este bien. Aunque el agua se encuentra en la naturaleza, poder acceder a este servicio en las condiciones básicas para ser considerada sana y purificada implica un esfuerzo económico y tecnológico por parte de los responsables de garantizar el servicio a la comunidad, que tiene un costo pero que no debe convertirse en fuente de especulación. Otro tema interesante para discutir, el uso de las aguas por grandes empresas que la usan como insumo y no invierten en la preservación del medio ambiente hídrico, la ciudadanía debe estar atenta y vigilante ante los abusos. Se mencionan los casos de las gaseosas y alimentos.

La construcción de redes de distribución de agua tiene un costo económico, se financia con recursos públicos generados por los impuestos ciudadanos o también con inversiones de particulares en el desarrollo de estas redes. No se trata de consumir agua directamente de las fuentes. Tú no tomas agua directa del río, recibes un servicio esencial para tu vida diaria en las condiciones sanitarias adecuadas.

El acceso al agua desde el momento es que es distribuida por un sistema o red se convierte en un valor que debe ser cubierto por los usuarios o beneficiarios de este elemento imprescindible para la salud humana. Una red de distribución requiere la construcción de infraestructura, programas de saneamiento y canales de distribución a los hogares. El costo o modalidades de financiamiento del acceso al agua debe formar parte de un convenio entre los generadores del servicio y los usuarios.

Lo esencial es reconocer que las redes de distribución tienen que servir a los ciudadanos sin discriminación alguna, ser accesibles a todos los ciudadanos, sea cual sea su condición. Las empresas que utilizan este recurso como base para su producción tienen que invertir en la conservación de las fuentes naturales.

Por el mismo camino le propongo a mi nieta dialogar sobre cuáles son las aspiraciones de un ciudadano común en una democracia, la invito a distinguir entre los productos del esfuerzo humano y propiamente lo que constituye derechos humanos.

Para comenzar en lo básico, queremos una sociedad donde podamos crear nuestra economía propia, ya sea con una empresa propia o trabajando para otros emprendedores. Generar los ingresos económicos para lograr hacer realidad nuestro proyecto de vida. Además, necesitamos defender los cuatro principios consagrados por la humanidad como el norte de la libertad: la revalorización de nuestra responsabilidad individual frente al aplastamiento de Estados totalitarios, que libere nuestras fuerzas como creadores de valor, trabajadores, emprendedores, empeñados en ampliar una economía de mercado que ponga en marcha el mundo del comercio como un espacio de intercambios pacíficos. Vivir en una sociedad que respete la instauración de la propiedad privada como el fin histórico del salvajismo que significaba aplastar al otro para apoderarse de sus bienes y de su vida. Además, que permita alcanzar un nivel donde los ciudadanos pongan límites al Estado, que sea capaz de alentar su renovación mediante el ejercicio electoral, donde los que gobiernan rindan cuentas y los militares asuman las consignas y las aspiraciones de los civiles. Una sociedad que no engañe a los ciudadanos haciéndole creer que el agua es un derecho humano y que acceder al servicio no se deriva del esfuerzo, el trabajo y la inversión, sino del favor y el voluntarismo de un gobierno totalitario. Es la sociedad que aspiro para Daniela.


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