Distrito Capital y Miranda podrían entrar en cuarentena radical

Erewhon en inglés es lo opuesto a no where. Traducido como En ningún lugar es la novela más famosa de Samuel Butler (1835-1902). Concebida como una crítica a los valores de la época victoriana e industrial del siglo XIX y enmarcada en la filosofía de la tecnología nos presenta una sociedad donde los valores que conocemos están invertidos. El desfalco no es un delito en esa obra por ejemplo y en cambio estar enfermo si lo es. Todo un mundo que funciona al revés emblematizado en el Big Ben cuyas manecillas giran en sentido contrario. Una obra particular para la época que no logra encasillar en los géneros utópico o distópico en los cuales se les ha intentado etiquetar. 

Me vino a la memoria dicha novela al percibir que a finales del año se hace cada vez más evidente la contraposición de lo que sucede en el planeta y nuestro país. 

Efectivamente, las noticias en la prensa reflejan un optimismo cada vez mayor por el futuro. La carrera por la eficacia de las vacunas contra el coronavirus luce como un detonante para la reactivación económica y del empleo así como el regreso a una “nueva normalidad”. Las bolsas financieras suben, se activan los mercados a futuro, se reinicia el tráfico aéreo, el Bitcoin alcanza cifras récords, las farmacéuticas se consolidan como las vedettes de los mercados globales, las fortunas personales y empresariales van en ascenso incluyendo las chinas que han hecho de la pandemia, creada por ellos mismos, su gran oportunidad de negocios, aumentado su influencia geopolítica, geoestratégica y en el sistema mundial de gobierno,   

En Venezuela, al contrario, los acontecimientos presagian el colapso o la inversión de los valores en todos sus órdenes, el Nowhere. Las “elecciones parlamentarias” y la promesa de Maduro de una democracia radical (?) a partir del momento de contar con su Asamblea Nacional confirma que aquí la posibilidad de entendimiento, diálogo o negociación es inexistente. Lo que parecía trágico o impensable en algún momento ya es parte de la cotidianidad, de la normalización de la crisis diríamos, niños deportados a la deriva en alta mar sin dolientes ni quien asuma la responsabilidad de protegerlos, cocinar con leña, vivir sin agua, morir de inanición y una chavista proponiendo carruchas como medio de transporte son eventos “normalizados” por la entropía negativa que vivimos y que promueve el régimen, el Nowhere otra vez. Ya lo dijo Delcy Rodríguez en una expresión tan antidemocrática como propia de su nunca ocultado talante antipolítico: “Aunque les duela y aunque no quieran, Maduro es el que gobierna”, dando por sentado que cualquier despropósito o medida que vaya en contra del bienestar de la población y del país en general es válido en este estado de cosas. Lo complementa con la frase: “No nos importa que Estados Unidos y la Unión Europea no reconozcan nuestras elecciones” . Es decir, no les importa como gira el mundo alrededor, solo sus “socios”. 

La oposición casi desvanecida por su parte va a una consulta popular carente de entusiasmo, de objetivos claros, con antecedentes fracasados que le da visos de inutilidad y que puede ser un punto de inflexión en su desaparición. Ojalá me equivoque. Ya tuvieron la oportunidad de hacer un mea culpa de sus desaciertos y de hecho, hubo un amago en una oportunidad cuando Juan Guaido anunció desvincularse del tutelaje, del dictak del G-4. Ya su tiempo está pasando porque en enero del 2021 su reconocimiento internacional no tendrá la  firmeza que tuvo el pasado año a menos que ocurran eventos extraordinarios que ya no estarán bajo su control. 

Volviendo al otro tema que nos ocupa; la comunidad internacional. Acaba de finalizar de manera virtual la cumbre del G-20 presidida por Arabia Saudita, en la cual la primera potencia mundial estuvo ausente porque Donald Trump se limitó al saludo protocolar y a criticar los acuerdos ambientales.. Evidentemente no tenía nada que decir. Sin embargo, las grandes economías de mundo acercaron posiciones para hacerle frente al coronavirus, lo cual contribuirá no solo a la recuperación de los mercados sino que a su vez tendrá un impacto positivo en relación al medio ambiente que incluso pueden ir más allá del Acuerdo de París, así como también debería tener efectos favorables al respeto, protección y promoción de los derechos humanos, notablemente el empleo, alimentación, salud y educación. Algunas lecciones quedarán. 

En cuanto a Venezuela, tanto el régimen como la oposición parecieran estar dando un salto al vacío. La ganancia pírrica de Maduro será darle un barniz de legalidad y legitimidad a los tratados que apruebe su circense AN con sus socios que lo reconocen (Hasta que sus intereses desaparezcan porque no hay nada que buscar) a cambio de mostrarse definitivamente al mundo como una dictadura pura y dura que no va  a ser reconocida por los demás de ninguna manera. En la oposición por otro lado si la consulta popular no da un resultado tangible, alentador, creíble de impulsar una salida,  va a quedar sin nada que ofrecer comprometiendo así su propia existencia. 

¿Cuáles serían las consecuencias previsibles de ese salto al vacío para los venezolanos? El Nowhere. Un país sin oposición, un régimen a sus anchas para acentuar la destrucción institucional, cívica y económica, una comunidad internacional centrada en intereses más inmediatos y urgentes y en fin, mayores calamidades para los que quedamos en esta tierra sin respuestas al TIAR, R2P o asistencia de ningún tipo.  

Finalmente, espero que en este país al revés se puedan desfacer los entuertos –Cervantes dixit– y que la razón, la lógica, el conocimiento, la experiencia y nuestro sentido de pertenencia no nos lleve a la fábula victoriana de Butler sino más bien nos guíe hacia una sociedad democrática, libre y en sintonía con el mundo civilizado que nos rodea.  

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