Llega el tiempo y esplende, para bien de esta tierra de gracia, un vigoroso liderazgo centrado en “hacer lo que hay que hacer”, que se toma la política como asunto trascendente y el más noble oficio humano que conduce a servir al bien común. Ese liderazgo, con coraje y congruencia, se niega a chapotear en la miseria para bregarse, como muchos lo hacen, inflamando el ego fatuo junto a sus intereses crematísticos y buscando el aplauso efímero. Ha marcado distancia con la trampa cazabobos de las falsas rutas, zigzagueantes, de las engañifas de prender la calle para luego enfriarla, de ganar dinero cohabitando de cualquier manera.

Tiene determinación y rigor la noble forma de hacer política, se enfoca en el trabajo continuo y en el cumplimiento de objetivos trazados a la luz del día y jamás en las tinieblas. Librando siempre el buen combate contra los criminales que privatizaron un Estado en beneficio de unas mafias antioccidentales, contra quienes desfiguraron las instituciones democráticas, en forma y contenido, para convertir en súbditos a los ciudadanos como puede comprobarse de este siniestro modelo.

Le han quitado la careta a los desbaratadores de la ruta de la libertad, que siempre concluyen la noche abriéndole válvulas de escape al régimen forajido -al que solo le queda la violencia- y brindándole oportunas bombonas de oxígeno, mientras el pueblo carece de las populares bombonitas para cocinar y mal comer. Terminan siendo cómplices de un orden diabólico que no cree en la verdad y manipula, in extremis, para anular la política y la dignidad humana, enemigos de la virtud, de la familia y el cristianismo.

Cuando en las tinieblas se tramaba un vil acuerdo con los secuaces del “zapatero Borrell”, indignos representantes de la estirpe del pueblo español, quien otrora fungiera como el mejor interlocutor de Europa con América Latina, el interior de Venezuela se prendía. Salieron a la calle cientos de sufridos ciudadanos que en gesto heroico se rebelaron en contra de la “seguridad castradora” y gritaron libertad. Con una mirada honesta pudiéramos percatarnos de que la “consulta” ya está evacuada y anda por allí prendida y andariega por las calles de la Venezuela interiorana.

El liderazgo que marca la diferencia está apoyando la protesta espontánea, reconociéndola y elevando su voz, sin acudir al consabido ardid del pescueceo buscando la foto. Al saltarse la consulta como primer punto “el cese a la usurpación”, se convierte automáticamente en otra farsa y termina dándole tiempo al régimen.

La voz del pueblo emerge con claridad meridiana y hace suyo el canto de Maracaibo 15: “¡Si te vas, pues anda y vete! ¡No importa, pero vete! ¡Eres incorregible, a mí nunca me has gustado, andar solo es preferible, que andar mal acompañado!».

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!

 


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