Hay una frase en la novela de Juan Gabriel Vásquez El ruido de las cosas al caer que bien pudieran interpretar al Benjamín Rausseo de estos meses previos a las primarias: “Este hombre no ha sido siempre este hombre. Este hombre era otro hombre antes”.

Y, en efecto, parece estar lejos de ser el actor de stand up comedy que hacía rutinas “humorísticas” basadas en un vocabulario lleno de insolencias, frases escatológicas, que pasaban como “el habla popular del venezolano” y tenían como protagonistas centrales de sus monólogos a su padre, madre, hermanas, esposa y él mismo. Supongo que las escenas construidas hayan sido puras invenciones, pero eso no viene al caso

La cuestión es que ese cómico que hizo de la “grosería” su pasaporte a la fama nacional e internacional, lo cual, dada la calidad del lenguaje usado en los mismos habla tan mal del artista como de los asistentes a su espectáculo, con el perdón de los miles de asistentes a sus shows; pues ahora se nos presenta como el depositario de múltiples atributos que, según él, lo califican como candidato a la presidencia de la república. Así se describe él mismo: “Empresario, abogado con maestría y doctorado, profesor, político, productor, comediante, actor, músico, etc. etc. etc.”

Sin embargo, tales atributos, que acompañan con títulos de magister y doctorados, no le dan conocimientos ni autoridad y tampoco, por supuesto, capacidad para presidir un país como el nuestro, en el cual tanto Chávez como Maduro diseñaron con una enorme e inesperada eficacia un retraso.

Además, es bueno decirlo, por Miraflores han pasado personajes que han sido abogados, doctores, políticos, etc., incluso hemos tenido uno que reunió los mismos atributos que Rausseo (incluyendo el de actor de stand up comedy) que sedujo al país con su histrionismo y, lejos de resolver los problemas que los doctores, políticos y abogados que le antecedieron no pudieron resolver, al contrario, los profundizó, creó otros más graves y terminó arruinando al país y a sus habitantes. Claro, el hándicap favorece a Rausseo si lo comparamos con Maduro, que el único título que tiene es el de la licencia de cuarta para manejar autobús.

Se ha querido presentar a Rausseo como un político lleno de autenticidad, de originalidad y de privilegiar los problemas cotidianos de la gente, cuestión que nos parece conocida, como si fuera un déja vu.

¿Qué es un político auténtico? Según Sofía Britenstein, citada por Víctor Lafuente en El País de España, “político auténtico es aquel que: 1) sabemos qué piensa de los temas; 2) no teme decirlo en voz alta; 3) no cambia su opinión por conseguir votos; 4) habla desde la convicción; 5) es honesto y 6) actúa igual en privado que en público.

En este sentido, por lo menos en los dos primeros ítems, Rausseo queda en evidencia cuando un entrevistador del canal en línea VPI le pregunta si hay democracia en Cuba y él con cara y gestos, no de Benjamín Rausseo sino de “Er Conde del Guácharo”, responde: “No sé, yo no vivo allá”.


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