Foto Freddy Clavo

Por Dr. Pablo Kaplún Hirsz, asesor ambiental de Geografía Viva        

Varias noticias llegaron esta semana a la coordinación de esta columna. El amigo Alejandro Álvarez nos hizo llegar primero un reporte de Mongabay en el cuál se reporta el heroísmo, por no decir la resiliencia a prueba del peor escenario imaginable, sobre cómo hacemos las ONGs ambientalistas venezolanas a subsistir en medio de la debacle nacional. La nota de este prestigioso medio cita el caso de la Fundación “Museo Marino” de Margarita, luego recoge la experiencia de «Sembramos todos» de Aragua, apasionados y férreos defensores del Parque Nacional Henri Pittier, la gente de la Fundación «Tierra Viva» (ya reseñados en esta columna antes y activos colaboradores de la misma), Phynatura, y «Clima 21, Ambiente y Derechos Humanos» y también los activistas de “Azul ambientalistas” quienes llevan varias semanas apareciendo en primera plana por sus acciones en relación a los derrames petroleros en las costas occidentales venezolanas.

Las narraciones son increíbles, el término malabaristas se queda corto. Para conocer en detalle cómo sobreviven cada una de los espacios ecologistas mencionados pueden seguir el siguiente enlace https://news.mongabay.com/2020/09/crisis-in-venezuela-non-governmental-organizations-adapt-to-survive/

La lista no incluyó a otros héroes hoy día muy cercanos a nosotros como lo son la Asociación “Chunicai”, la “Sociedad Homo et Natura” de defensa de los indígenas zulianos, ni a nuestra propia casa “Geografía Viva” (Mérida).En nuestro caso la sobrevivencia últimamente la logramos generando sinergias con la Cooperativa “Caribana”, la finca agroecológica “Terranova” y agradecemos también el apoyo de Uniandes, y Cátedra de la Paz de la ULA.

Foto Delfy de la Rúa

Otro milagro nos lo comenta nuestra consecuente seguidora y luchadora por los DDHH, Mayda Hocevar (Observatorio de Derechos Humanos de la ULA): es la experiencia de mercado agroecológico «Mano a Mano» de Mérida, ésta sigue activa luego de más de 10 años, pese que ningún indicador juegue a favor de que tal cosa sea así. Allí destacan otras dos consecuentes, Lina y Julia con su proyecto de Finca «Isla Agroecológica» (https://www.travindy.com/es/2020/07/agroecologia-en-las-montanas-tropicales-de-los-andes-venezolanos/).

Días atrás, mencionábamos en esta misma columna a la Organización de Conservación y Rescate Animal (ORCA), también de Mérida. No cabe duda que, aún ampliando aquí la lista, se queda por fuera un montón más.

¿Cómo todo esto es posible? ¿Cómo, en un país que pareciera estar a punto de dejar de serlo y dónde sólo se ve un gobierno absolutamente concentrado en mantenerse en el poder, así sea a costa de los peores sacrificios de su pueblo y de acabar con el mayor tesoro nacional: su inconmensurable valor ecológico? Tal vez allí está la clave, es tanto su valor que sus héroes no pueden cejar en sus esfuerzos.

No sé trata de hacer hoy un artículo romántico. Lo de Venezuela es el colmo de la depredación y de la criminalización contra el ambientalismo y sus activistas. Ya es común comparar nuestra crisis nacional con una de una de las más sonadas de África: la de Zimbabue. Pues allí, sin abarcar grandes titulares hoy día toman medidas contundentes contra la minería y en favor de la naturaleza, nos referimos a las medidas radicales anunciadas allí para proteger la fauna y la flora en el Parque Nacional Hwange, el principal del país;por lo que leemos no están jugando sólo con palabras como sí sucede en Venezuela,  donde nos hablan de «minería ecológica»(¿¿??). (enlace sobre Zimbabue: https://www.planetab.com.mx/post/prohiben-operar-a-empresas-mineras-en-el-parque-nacional-hwange-de-zimbabue)

Para hablar de ecologismo hay que entender que se trata de un valor indisolublemente ligado al de democracia,  es una jerarquía de valores  que podemos encontrar en la talla de nuestro recientemente desaparecido maestro, Don Pedro Duran, fundador de los Centros de Ciencia, Tecnología y Educación Ambiental de Mérida, simplemente un ecologista, científico y ciudadano ejemplar.

Mientras tanto, en un artículo que intenta homenajear la esperanza llamamos al realismo con respecto a un artilugio sobre supuestos logros del reciclaje a nivel internacional. Resulta que ahora, en medio de la pandemia más consumidora de plástico de la historia (mascarillas, guantes, pantallas aislantes, comunicación virtual y cuánta cosa más se quieran imaginar), los industriales de ese sector nos quieren vender la idea de que han logrado avanzar en el reciclaje de ese contaminante material….Es triste que, con palabras que logramos popularizar los pioneros de la temática, se vendan discursos tan mentirosos e imposibles como el de la minería ecológica. Seamos claros, reciclar plástico es apenas una nimiedad frente a la gigantesca masa que se produce y llega a frágiles ecosistemas de los más apartados rincones del planeta.  Para decirlo en cifras, mientras que se ha logrado implantar procesos de reciclaje de 4 variedades de plástico, en realidad está industria produce 80.000 tipos de resinas diferentes. Para que entiendan mejor está compleja realidad les facilitamos el siguiente enlace

http://blog.sinplastico.com/el-reciclaje-del-plastico-es-una-mentira/

Finalmente, un país que se mueve (o muere) entre el «estiércol del diablo» como llamó Juan Pablo Pérez Alfonso a nuestra principal “riqueza” nacional y se agarra de sus héroes anónimos en el campo del ambiente y los derechos humanos para mantener la esperanza de recomponerse, está más que claro que no será ni con «minería ecológica» ni con renta petrolera que podremos empezar de nuevo; si para algo sirve lo duro del hoy es que una nueva Venezuela solo puede pensarse hablando de su única base realmente invalorable: su mega biodiversidad ecológica.


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