La inmigración puede tener un impacto específico en el desarrollo y bienestar de los niños. Para los que emigran, los cambios culturales y lingüísticos pueden hacerles sentir una falta de pertenencia y presentarles dificultades como el bullying o la discriminación para adaptarse a un nuevo entorno y a una cultura diferente. Para los niños que quedan atrás —en el país de origen— cuando el padre, la madre o ambos emigran, y que se van a vivir con los abuelos o con algún familiar, la situación puede convertirse en una pérdida importante. (Gessen y Gessen, Maestría de la Felicidad, Pág. 399, 2023. Por ello la atención especializada para los inmigrantes que sufren estos traumas psicológicos es vital.

Preparación previa a la inmigración con los niños

Antes de viajar, es crucial que los padres preparen a sus hijos para el cambio cultural y lingüístico. Esto puede incluir clases del idioma del que será su nuevo país, explicaciones sobre las diferencias culturales que encontrarán, y la creación de expectativas realistas sobre los desafíos y oportunidades que enfrentarán. Una vez en el nuevo país, el apoyo emocional constante es esencial. Los padres deben estar atentos a signos de estrés o ansiedad en sus hijos. Es primordial mantener una comunicación abierta, para que los niños expresen sus sentimientos y frustraciones. Los padres deben trabajar de cerca con la escuela para asegurarse de que sus hijos estén recibiendo el apoyo adecuado. Esto incluye hablar con los maestros sobre cualquier caso de bullying o discriminación y colaborar en estrategias para fomentar la inclusión y el respeto dentro del aula. También se debe participar en actividades extracurriculares con el objeto de ayudar a los niños a hacer amigos y mejorar su adaptación cultural. Deportes, música, o grupos de arte que reflejen sus intereses pueden ser una excelente vía para que se sientan parte de la comunidad. Mudar a una familia de su país de origen a otro puede brindarles oportunidades para crear una nueva vida pero es necesario aprender a manejar los problemas que se presentaran con optimismo.

El caso de bullying de Harry

Harry, un adolescente que viajó con sus padres a Canadá cuando tenía 15 años y para el momento era estudiante de bachillerato en un país latinoamericano, le tocó incorporarse al colegio de high school en la ciudad de Ottawa. Entonces le planteó a su papá, un psicólogo especialista en jóvenes inmigrantes, su temor de estudiar en un idioma que todavía no hablaba. El padre, le explicó detalladamente los problemas que iba a tener que afrontar. En cuanto al idioma, tendría que inmediatamente estudiarlo y aprenderlo. El colegio ya le había asegurado a la familia que tenía previsto el curso de inglés como segunda lengua para adolescentes y que los profesores estarían en cuenta de esta limitación temporal. El papá, como profesional de la conducta, también le comentó que lo más probable es que sufriera “bullying” o discriminación porque era el “nuevo” de una clase que ya había comenzado el curso un mes atrás y le explicó que “cuando un grupo escolar ya se ha conformado, establece algunos posicionamientos de sus componentes: Quiénes son los más estudiosos, los más simpáticos, los más amistosos, los más introvertidos, así como los más aceptados y los más rechazados”. A Harry le tocaba ser el “nuevo”. Y como tal llamaría la atención para bien o para mal. Usualmente sería rechazado en alguna medida, y hasta cierto punto podría ser sometido a pruebas para ser asimilado en el grupo. Como psicólogo y padre le advirtió a su hijo que, estando en Canadá, estaba legalmente protegido por las leyes en contra de cualquier discriminación, y además en ese gran país se practica el multiculturalismo y conviven distintas nacionalidades y etnias. No obstante, podría tener algún incidente de discriminación, así que le detalló cómo debía comportarse en caso de presentarse este hecho. A la par, su papá le dijo a Harry que lo más probable era otra opción, la de que fuera ignorado y que en los primeros momentos se sentiría solo y apartado. Los amigos tienden a reunirse en los recreos, o para estudiar, y estos grupos ya estarán formados. Además del problema idiomático, él tendría que entender que esto ocurre con todo nuevo estudiante en un colegio y un nuevo inmigrante en un país. Conjuntamente con su familia podría tratar cada día esta situación, de presentarse, y todos juntos buscar una solución a cada paso. El padre también le explicó que, justamente por estar aislado, algunos adolescentes menos adaptados son quienes en ese momento le pueden “tirar un salvavidas” y ofrecerle una falsa amistad, por supuesto acompañada de comportamientos que pueden ser deleznables como la bebida o el consumo de drogas.

Al final, le señaló que su principal grupo era su familia, que podía contar siempre con ellos y estarían a su lado para superar —todos juntos— el problema. Harry así lo hizo y desde el momento que en el colegio le pasó algo de lo dicho por su padre, esperó con ansias la cena de ese día para contar lo sucedido. Estaba muy impresionado y seguro de sí mismo pues sabía por qué le ocurrió y cómo comportarse al respecto. Lo más destacado es que vino corriendo a hablar con su familia. Si su padre no lo hubiera advertido, muy posiblemente, hubiera guardado silencio. Supo desde el primer instante que podía confiar en su familia. Durante las cenas se podría exponer lo positivo y lo negativo de cada quien —si así se deseaba— y pedir opiniones de cómo dar la respuesta adecuada a algún incidente si lo hubo. Así fue, y esta familia hoy considera como muy satisfactorias y oportunas estas cenas familiares. Hoy Harry y sus tres hermanos son profesionales universitarios. Desafortunadamente, los estudiantes inmigrantes suelen ser blancos fáciles para los acosadores en el entorno escolar. Los acentos extranjeros y los diferentes gestos culturales a menudo se imitan y se burlan de ellos en la escuela.

La separación de los hijos

La separación de las familias tiene consecuencias psicológicas. El duelo parcial por la ausencia de alguno de sus seres queridos les suscita la “sensación de abandono”. En la medida que pierdan el contacto de su padre o de su madre la ansiedad irá en aumento. Sus dos preguntas fundamentales serán: ¿por qué me abandonaron? y ¿por qué no me llevaron con ellos? Y la respuesta obvia que crearán en su mente es “porque no me quieren”. Muy probablemente se interrogarán diciendo: ¿Qué de malo hice yo?, culpabilizándose por la ida de sus padres. Los padres deben por ello explicarles, hasta donde sea entendible dada la edad de los niños, por qué se tienen que separar, y decirles muy enfáticamente que será solo por un tiempo y que siempre los amarán. La alternativa para mamá y papá es la comunicación permanente con ellos y fijarse esa opción como parte de cada día. Hablar con los hijos cuanto sea posible. Siempre decirles cuánto se les quiere y que todos están trabajando para reunirse nuevamente. Asimismo, hay que escuchar a los hijos cuanto quieran contar de lo bueno y, sobre todo, de sus percances, e indicarles cómo lograrán resolverlos, además de pedir la ayuda de quienes estén a su cargo.

Para los niños que permanecen en su país de origen

Los estudios de Unicef muestran que hasta el 21% de las niñas, niños y adolescentes en América Latina y el Caribe viven sin uno o ambos padres como resultado de la migración hacia América del Norte, Europa, otros países de la región u otra parte del país. En el impacto emocional de la separación familiar debido a la inmigración, es crucial abordar las necesidades psicológicas de los niños que permanecen en su país de origen mientras sus padres emigran. Estos niños enfrentan desafíos únicos que pueden afectar su desarrollo emocional y psicológico.

Vital la comunicación

La continuidad y calidad de la comunicación entre los padres y los niños es básica. No solo se trata de asegurar que los niños tengan acceso a la tecnología adecuada para mantener el contacto, como smartphones o computadoras, sino también de cómo se utiliza esta tecnología. Es por ello por lo que los padres deberán comprometerse a establecer horarios regulares de comunicación que se adapten al horario y rutina del niño, garantizando así que la interacción sea consistente y predecible. Además estas comunicaciones no se limitarán a conversaciones superficiales sino además deben incluir intercambios profundos donde los niños expresan sus emociones y preocupaciones y reciban una respuesta.

Apoyo emocional local

Los abuelos u otros familiares juegan un rol crucial en proporcionar un ambiente estable y seguro. Ellos deben estar preparados sobre cómo manejar la ansiedad infantil y cómo ofrecer un apoyo emocional que reconozca y valide los sentimientos del niño. Las técnicas pueden incluir desde la implementación de rutinas diarias que proporcionen seguridad hasta estrategias específicas de manejo de emociones, como técnicas de respiración o actividades lúdicas que ayuden al niño a expresar y gestionar sus emociones.

Involucramiento en la comunidad

Incorporar a los niños en actividades comunitarias o programas después de la escuela puede ser tremendamente beneficioso. Estas actividades no solo proporcionan una distracción saludable, sino que también ayudan a los niños a desarrollar un sentido de pertenencia y a construir redes de apoyo social. Deportes, artes, y otros clubes interescolares ofrecen oportunidades para que los niños interactúen con sus pares en un entorno estructurado y supervisado, lo cual es esencial para su desarrollo social y emocional.

Preparación para la reunificación

Finalmente, es crucial preparar a los niños emocionalmente para la eventual reunificación con sus padres. Esto incluye familiarizar a los niños con la cultura y posiblemente el idioma del país al que emigrarán sus padres. Las actividades pueden variar desde clases de idiomas hasta la participación en eventos culturales relacionados. Es importante que este proceso sea gradual y totalmente integrado en la vida del niño, para minimizar el choque cultural y facilitar una transición suave cuando llegue el momento de la reunificación.

Mientras que la tecnología y las actividades estructuradas son herramientas útiles para mitigar los efectos de la separación, el elemento más importante es la calidad del apoyo emocional que los niños reciben tanto de los padres a distancia como de los familiares con quienes vivirán en el ínterin. Esto asegurará un enfoque holístico que abarque comunicación efectiva, apoyo emocional, involucramiento comunitario, y preparación cultural, para ayudar a estos niños a manejar mejor las dificultades asociadas con la separación familiar.

También papá y mamá necesitarán apoyo porque sentirán la ausencia de sus hijos de forma profunda… Lo analizaremos en una próxima entrega…

 


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