Cuando comenzó el desplome de los precios del barril de petróleo, desde la popular parroquia El Valle de Caracas, Hugo Chávez aseguró que “los precios del crudo venezolano pueden llegar a cero dólares y nosotros, gracias a la revolución del socialismo del siglo XXI, no sufriremos ninguna consecuencia negativa”. A la vista está el desastre de haber convertido a Venezuela, más que en ninguna otra era, en una nación dependiente absolutamente de la renta petrolera.

Ahora, diez años después de aquella soberbia exclamación del “líder galáctico”, su «bien preparado» sucesor Nicolás Maduro, dice, sin que le tiemble la lengua, que “entrenó muy bien a Venezuela para vivir en crisis y que por eso el colapso petrolero no le quita el sueño”. Hay que ser varias cosas malas a la vez, para atreverse a decir semejante ¡disparate! Primero, un redomado cínico. Recordemos que cínico es un “término que deriva de la palabra griega kinós, que significa perro, pero el concepto de cínico es un adjetivo que se le atribuye a una persona que miente, que realiza actos con descaro o sin vergüenza alguna. También se aplica a personas que actúan con falsedad en sus acciones o dichos”. Igualito a Maduro, ¿verdad? Lo de preparado, con relación a Maduro, es porque no hay duda que era el alumno predilecto de los cubanos por sus limitaciones, que lo hacen más fácil de maniobras titiriteras.

Lo cierto es que los venezolanos no nos resignamos a despertar, día tras día, en medio de estas extravagancias y desfachateces. Lo que algunos veían como un chiste de mal gusto y hasta se reían, ahora internalizan y le asignan la verdadera significación y dimensión de aquellos arrestos dictatoriales de Chávez cuando gritaba en medio de una plaza pública “exprópiese”, o aquella macabra escena, frente a un improvisado escritorio, apretando con su bemba un pito que hacía sonar para ejecutar a miles de trabajadores de nuestra moribunda empresa petrolera.

O aquella parodia de Maduro relatando sus charlas con pajaritos o las penosas lecciones televisadas explicando cómo era posible “sembrar pollos”.

Recientemente Diosdado, con igual dosis de cinismo, le arreaba la mecha a los capos del Cártel de Paraguaná, sin mirarse la paja en sus propios ojos. También llegó a rememorar las intenciones de Pablo Escobar de instalar su propia fracción parlamentaria en el Congreso colombiano. La realidad es que el capo de Medellín nunca logró ese objetivo, mientras que en Venezuela el Cártel de los Soles hace gala de contar con una abultada legión de parlamentarios. ¡Qué extravagancia!

En medio de esas ráfagas de cinismo, el régimen pretende burlar las sanciones aplicadas en razón de sus comprobadas andanzas con el terrorismo y narcotráfico internacional. Así tenemos que un Airbus 340 de Mahan Air, sancionada por Estados Unidos, arribó a la península de Paraguaná. Por otra parte, el pasado martes 21 de abril aterrizó en Maiquetía un avión de Conviasa, línea aérea igualmente sancionada, que venía de Teherán y a esta fecha se desconocen los motivos de dichas operaciones y trámites en tierra venezolana. ¿Qué misterio, no?

La conclusión es que nada de esos abusos aseguran poderes eternos, porque más temprano que tarde se impondrán la verdad y la justicia.


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