El fin de año siempre es una de las mejores épocas para el comercio venezolano. En general, diciembre es la meca de las ventas. Pero en esta economía distorsionada en la que una arepa cuesta más que un tanque de gasolina nada es normal.

Sin embargo, los comerciantes se han sorprendido del movimiento económico de las últimas semanas. La economía está borracha por un chorro de dólares que entra sin control y que se gasta sin conciencia.

La libertad absoluta del capitalismo más salvaje se ha posesionado de aquellos que han podido invertir sus billetes verdes para traer toda clase de cosas del exterior. Surgen los bodegones como respuesta a la locura del consumo y a la nostalgia por productos que antes los que trabajaban y ganaban bien podían comprar.

La economía de bodegones es para unos cuantos. No todos tienen dólares para comprar papel tualé o detergente importado, mucho menos chocolates y golosinas. Pero los que se han aventurado a este nuevo invento han visto retribuida su inversión.

Economistas, como José Toro Hardy, han aclarado que en cuanto se acaben los dólares que circulan artificialmente en la economía, el sistema se verá en una especie de resaca que no se pasará ni con bicarbonato importado.

En medio de toda esta vorágine de consumo, el jefe del régimen anunció un aguinaldo de “medio petro” para los pensionados y jubilados. Esas mentes cándidas y desprotegidas que tratan a duras penas de sobrevivir en este país de locos.

Sin embargo, cuando se analiza de cerca este “gesto magnánimo” del jefe del régimen, se hace evidente que es una mentira, más elaborada y tecnológica que las que acostumbra, pero mentira al fin.

El jubilado que cuente con la gracia de alguien que lo ayude en las lides computarizadas habrá cantado victoria cuando logre ofrecer su medio petro para la cotización en la página Patria.

Después de unos días verá que la operación se revierte. ¿Por qué? Porque sencillamente lo que le permite la página limosnera del régimen es ofrecer el medio petro para cambiarlo por bolívares. Pero, vamos a estar claros, nadie quiere comprar esa moneda.

El resultado es que el aguinaldo es pura patraña. No hay quien compre petros, entonces no hay cómo convertirlo a bolívares.

Ya saldrá alguno a decir que es mejor pagar con petros. Pero ¿en dónde los aceptan? La mentira está tan bien montada que publican una supuesta lista de comercios que los reciben. Todos desconocidos o imposibles de verificar si al menos existen.

La cosa es tan ficticia que parecería un adelanto del Día de los Inocentes, pues le han tomado el pelo a todos los pensionados y jubilados que pensaron que iban a recibir algo de lo que les corresponde por haber trabajado toda su vida por el país.

Pero así es este régimen. En lo único que es dadivoso es en repartir mentiras.


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