Venimos adelantando hace semanas lo previsible que era que la Unión Europea reacomodara su taxonomía (su clasificación) de la energía nuclear y el gas natural como “verdes” con el ánimo de: a) ayudar a la transición energética de fósiles a renovables y b) aprovechar dinero de privados y públicos para dirigir proyectos de energía nuclear y gas natural con mucha más responsabilidad ambiental y ayudar a lograr los objetivos del acuerdo de París de “descarbonización de la economía”

Dicho y hecho, la Comisión Europea aprobó hace unos días el reglamento de Taxonomía Verde e incluye la generación eléctrica de ambas fuentes (nuclear y gas natural) como de ”transición”. La nuclear todavía supone casi 27% de la generación de electricidad en el espacio europeo.

Ese reglamento va a pasar a deliberación del Parlamento europeo para ver si, definitivamente, la nuclear y el gas natural son considerados “verdes” al menos un tiempo más en tanto se robustezca la industria eléctrica desde renovables (solar y eólica), mejora la tecnología de almacenamiento de electricidad y se construyan nuevas plantas nucleares y financien proyectos de gas natural mucho más comprometidos con el medio ambiente.

Es una forma de ayudar a llegar a las metas de descarbonización propuestas por el ya viejo Acuerdo de París.

Hicieron esa reclasificación porque 1) hay aún miles de millones de dólares en la banca privada, en la industria gasífera y nuclear que necesitan ser acomodados, 2) hay aún necesidad de saciar la demanda eléctrica en Europa y 3) existen nuevas tecnologías para plantas de gas que no son tan comprometedoras con el ambiente. Es una ecuación más o menos aceptable, aunque España no acepte esa “reclasificación”.

El tema es que Francia depende muchísimo de sus plantas nucleares para alimentar su red eléctrica y Alemania necesita del gas ruso (siempre tan polémico y utilizado geopolíticamente) que necesita cierta “independencia” para su matriz energética.

El principal argumento de los pro reclasificación es que de momento las renovables por sí mismas no pueden garantizar un 1) flujo constante de electricidad en el suministro, 2) autonomía de oferta porque hay en el mix gas y nuclear alimentando la red eléctrica y 3) de momento no hay tecnología para reemplazar al gas como “back up” en ese servicio.

Austria amenazó demandar al Tribunal de Luxemburgo para que deje sin efecto la reclasificación.

En lo que coincido con la Comisión Europea es que tanto la nuclear como el gas natural no “son verdes”, vale decir, no son energía totalmente limpia, sino un puente, un vehículo de transición de fósiles a renovables como siempre dijimos.

Esta reclasificación permitirá nuevas inversiones en gas natural y nuclear, aunque serán más fiscalizadas y observadas, de todas maneras serán una industria que reciba miles de millones de dólares y que será un pilar para afianzar, finalmente, a las renovables.

Siempre dijimos que era imposible pensar en el fin de la era del petróleo, aún hay mucho en el globo, o en el fin del gas, este último será por los próximos 20 años un puente de transición de la economía negra de los fósiles a la economía verde de las renovables. Y en tanto habrán inversiones,  empleos, nuevo desarrollo de tecnología y mayor oportunidad para, finalmente, consolidar las renovables en la economía.

El documento de proyecto de reglamento que clasificará a la nuclear y al gas como energías que pueden contribuir a la lucha contra el cambio climático es, reiteramos, para ayudar a la consolidación de las renovables y direccionar una gran cantidad de inversiones a abaratar la generación eléctrica.

Eso sí: todo proyecto nuclear deberá ser para antes de 2045 y para proyectos de gas natural es 2030 con el condicionante de que su límite de emisiones sea de equivalente a 270 gramos de CO₂ por kilovatio hora (Kw/h).

Luego de eso habrá que ver cómo se desarrolla la industria solar y eólica en el mundo y si se logra consolidar definitivamente.

@BorisSGomezU


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