¿Hay alguna forma de corroborar con métricas externas al país los resultados de la Encovi 2021?

En palabras más llanas, ¿hay alguna otra forma de medir la destrucción progresiva y continua de nuestro país hasta la fecha?

La hay.

De hecho, hay varias y una en particular es la publicación “Actualización del Índice de Capital Humano 2020: Capital humano en la época del Covid-19” (The Human Capital Index 2020 update: Human capital in the time of Covid-19), del Banco Mundial.

El Índice de Capital Humano (ICH) publicado recientemente en 2021 pero referido a 2020 y antes de la pandemia, mide el capital humano que un niño que nace hoy puede esperar alcanzar cuando cumpla 18 años, dados los riesgos de mala salud y mala educación que prevalecen en su país. El capital humano es una métrica que mide el valor de las habilidades profesionales que tiene una persona. Y se cuantifica como el valor de los beneficios futuros que una persona espera obtener con su trabajo.

El ICH incorpora medidas de diferentes dimensiones del capital humano: salud (supervivencia infantil, retraso en el crecimiento y tasas de supervivencia de adultos) y la cantidad y calidad de la escolarización (años esperados de escuela y puntajes de pruebas internacionales). El ICH utiliza estimaciones globales de los retornos económicos de la educación y la salud para crear un índice integrado que captura la productividad esperada de un niño nacido hoy como futuro trabajador, en relación con un punto de referencia, el mismo para todos los países, de educación completa y salud plena.

El ICH varía de 0 a 1, por lo que un valor de ICH de, por ejemplo, 0,5 implica que un niño nacido hoy será solo la mitad de productivo (50%) si se compara con uno que disfrutará de una educación completa y salud plena.

A nivel mundial, el ICH 2020 muestra que, antes de que ocurriera la pandemia, un niño podía esperar alcanzar un promedio del 56% de su productividad potencial como futuro trabajador. Este promedio global enmascara una considerable variación entre regiones y economías. Por ejemplo, un niño nacido en una economía de bajos ingresos podría esperar ser 36% de productivo (Angola, por ejemplo). Para un niño nacido en una economía de altos ingresos, esta cifra es de 70% (Estados Unidos, por ejemplo).

Los componentes del ICH se estiman utilizando datos oficiales disponibles públicamente, principalmente de fuentes del gobierno y, precisamente, esa es la razón por la cual Venezuela no aparece en el ICH de 2018 ni en el de 2020.

Sin embargo y dado que el ICH 2020 indica que, en promedio, las economías afectadas por la fragilidad, los conflictos y la violencia tienen valores de ICH más bajos en comparación con el resto del mundo es posible medir el ICH de Venezuela de manera indirecta, a través de una regresión lineal simple entre el Índice de Capital Humano (ICH) y el Índice de Estado Frágil (IEF), por supuesto para el año 2020.

En este caso y entre las dos métricas mencionadas, la relación causal es más que evidente pues un país frágil y profundamente afectado por el desgobierno –que no por las sanciones- como por ejemplo Venezuela, no puede exhibir las cualidades que en educación y salud que exhiben países como por ejemplo, Singapur, Hong Kong (región administrativa especial), Japón, Corea del Sur, Canadá y Finlandia. Estos cinco países exhiben la calificación más alta en ICH para 2020, igual o por encima de 0,80.

La relación causal la he establecido así: “El Índice de Capital Humano es función del Índice de Estado Frágil” y dado que conocemos el IEF para Venezuela entonces, al establecer la relación causal, ya podemos conocer el ICH de Venezuela.

Para 2020, el IEF mide 179 países, mientras que el ICH mide 174 y tienen en común 159 países.

Pues bien, la relación que obtuve entre las dos métricas tiene un coeficiente de determinación (R^2) de +0,74 y un coeficiente de correlación de Pearson de -0,86 (es negativo porque a mayor fragilidad menores cuantificados de capital humano) y dado que Venezuela tiene un IEF de 92,60 puntos (lugar 25 en fragilidad de 179 países), entonces su ICH resulta ser de 0,42.

Lo anterior quiere decir que, antes de que ocurriera la pandemia y en Venezuela, un niño podía esperar alcanzar un promedio de 42% de su productividad potencial como futuro trabajador. La cifra anterior hay que verla en el contexto de las estadísticas descriptivas del ICH para la muestra de 159 países: la media es 0,56 (versus 0,42 para Venezuela), la mediana es 0,57 y la moda es 0,50. El país que tiene el mínimo ICH (0,29) es la República Centroafricana y el máximo ICH (0,88) es Singapur.

La relación entre el ICH y el IEF es clarita: a mayor fragilidad, menores habilidades profesionales acumuladas por los ciudadanos de un país: no se puede esperar que en un país frágil, destruido por el desgobierno, sus ciudadanos gocen de un Índice de Capital Humano alto y Venezuela no es la excepción.

 


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