No pocas personas se acercan a mí con una pregunta recurrente: ¿En qué área debo montar mi negocio?, ¿cuál es el espacio al que le veo mayor futuro en la economía?, ¿vale la pena invertir en “y” o “x” sector? Las dudas son más que razonables, y al estar relacionado con el mundo de la consultoría y tener la maravillosa oportunidad de haber sido alumno y profesor de las mejores escuelas de negocios en Venezuela, la mesa está servida para que estas dudas lleguen con bastante frecuencia.

Es difícil, por no decir imposible, que alguien pueda otorgar respuestas satisfactorias y completas a las preguntas descritas arriba. Las mismas se relacionan con distintas variables que pueden atender a diversos factores que van desde circunstancias históricas, geográficas hasta la propia cultura de negocios de cada país. Y, créanme, no es lo mismo montar un plan de negocios para Venezuela que para España, por ejemplo, ni tampoco el consumidor español puede reproducirse al calco si quisiera compararse con un consumidor venezolano. Sin duda, habrá algunas similitudes, pero no se puede hablar a la ligera de condiciones de negocios ni de consejos de inversión.

Sin embargo, creo entender (humildemente) por dónde van las dudas de los pequeños emprendedores. Lanzarse al agua con un emprendimiento implica un riesgo, siempre. Y si al menos se tiene la certeza de que una determinada industria o rubro tiene mayor posibilidad de éxito, al menos se tiene el aliciente de pensar que se disminuyen las posibilidades de fracaso. Puede que la opinión de algún gurú o experto sirva de brújula en un camino tan incierto, de forma tal que se limpie la neblina y se vea con mayor claridad el camino. Pero, ¿ello realmente funciona así?

En un reciente ensayo titulado We Still Need Growth, Glenn Hubbard, profesor de la Universidad de Columbia, señala que en el año 2008 en un evento que reunía a diversos especialistas del mundo dentro de la London School of Economics, la reina de Inglaterra preguntó cómo era posible que tantas fuerzas disruptivas que originaron la conocida crisis financiera en dicho año no fuesen detectadas por tantos líderes y expertos.

La pregunta hecha por la reina hoy sigue vigente, y deja entrever una premisa que bien se pudiera aplicar a las ideas de negocios. Ni siquiera las personas con mayor cantidad de conocimiento en ciertas áreas tienen capacidad de predecir con exactitud los giros de una determinada industria o área de la economía. Vivimos en un orden complejo.

¿Significa esto que emprender es un acto de incertidumbre absoluta? No. Pero sí significa ―y esta es nuestra invitación― a que se entienda que emprender no puede consistir en la búsqueda del Santo Grial que garantizará el éxito de un negocio  o una idea.

Si bien la recepción de algún consejo o sugerencia pueden ser importantes al momento de  emprender y desarrollar una empresa, el driver fundamental para un emprendedor no puede ser la opinión de un tercero. La creación de un negocio tiene fundamentos mucho más básicos y sencillos: el propio entorno del potencial emprendedor y sus circunstancias. Más que seguir lo que “esté de moda” o lo que aparentemente “está dando dinero”, el emprendedor debe mirar a su alrededor y preguntarse qué negocio o qué idea de negocios (i) es capaz de satisfacer las necesidades de las personas; (ii) es capaz de cumplir los deseos de la gente que tiene a su alrededor. En resumidas cuentas, las ideas de negocios exitosas tienden a ser aquellas que creen algún tipo de valor para los seres humanos.

Mientras más cercano sea tu negocio al entorno de lo que conoces, muy probablemente mayores probabilidades de éxito tendrá. Sí, adicionalmente, haces algo que te apasiona, el ímpetu que le des a tu trabajo maximizará las posibilidades de que las cosas vayan bien. Pero, entrar en un sector hipercompetido por el solo hecho de que las señales del mercado así lo indican, no necesariamente es una buena decisión. Sin una promesa de valor clara y diferenciada tu emprendimiento está muy probablemente llamado al fracaso.

No en balde el premio Nobel de Economía Edmund Phelps señala que la innovación es un elemento clave para que exista crecimiento económico. La innovación trae consigo elementos disruptivos al mundo que conocemos, y en la medida que los emprendedores estén dispuestos a ver y tomar en consideración estas transformaciones, tendrán mejores herramientas para hacerle frente al futuro.

 


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