Se dieron momentos en la larga lucha por la libertad, que lleva casi un cuarto de siglo de nuestra historia, en que fue posible obtener la participación directa de la comunidad internacional a favor de la mayoría de los ciudadanos venezolanos resteados en el rescate del hilo democrático roto por el ecosistema criminal usurpador. El vacilante interinato no estuvo a la altura y desperdició la conjunción única de circunstancias favorables e impidió la ayuda oportuna. A esta inacción contribuyó el G4, cohabitante, que lo tiene maniatado; solo la Fracción 16 de Julio de la Asamblea Nacional legítima apoyó decididamente la demanda ciudadana. Pudiéramos decir con la sentencia beisbolística: el que no hace le hacen. La desidia terminó dándole oxígeno al sistema criminal y con los cambios geopolíticos producidos en el mundo, obviamente, ya no es posible obtener la ayuda directa que estuvo planteada en otro momento. Urge una nueva dirección política, estamos descarrilados. Los ciudadanos revocaron la actual que traicionó sus intereses.

Perdemos la capacidad de asombro ante la inaudita decisión de la Casa Blanca de blanquear a los narcosobrinos convictos, confesos y sentenciados. Ha sido un duro golpe al sistema judicial norteamericano y al valor de la justicia en un mundo lleno de problemas y desigualdades. Ha significado un mentís al informe de expertos independientes de la ONU y a la causa que avanza en la Corte Penal Internacional. Estamos inmersos en un mundo líquido donde nada es sólido, nada es consistente.

Hoy constatamos el fortalecimiento de los grupos que trabajan por el deterioro de la democracia. Los presos políticos no salen de su prisión injusta con la ayuda de Biden, pero este decide dar incentivos al crimen organizado que es el que manda. Un claro signo de los tiempos: las agendas ideológicas son hoy más importantes que los ideales de libertad y la dignidad del ser humano. Esto es un desvío inaceptable de los cimientos que nos definen como cultura occidental. Occidente se erigió en torno a la defensa de los valores primordiales de la vida y la libertad que sirven de frenos a las tentaciones totalitarias.

El crimen organizado internacional es un sepulturero de naciones, cuidado, por cierto, con el voto en autoritarismo que termina en frustración y desolación.

Estamos persuadidos de que la humanidad como concepto tiende a la libertad. Eso lo tenemos grabado en el corazón y la mente los venezolanos empeñados en construir una fuerza ciudadana en torno al liderazgo del coraje.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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