El chavismo versión Maduro con adaptación Cabello, y cogobiernos relacionados pero igual de mediocres y usurpadores, se las ha ingeniado para mantenerse en el poder a pesar de la creciente (ya casi insoportable) crisis moral, ética, política, social, económica, sanitaria por descuido general y pésimo manejo del covid-19 en particular; además de los señalamientos, críticas y fastidio de la comunidad internacional. Sin embargo, parece inevitable se produzca su infeliz legitimación por los farsantes que con mentiras y falsas promesas engañaron a la ciudadanía, y ahora, incorporándose los hipócritas con la satisfacción de la protección electoral, regresando de la clandestinidad, por supuestos perseguidos, para incorporarse con goce mórbido y delicia malsana a la trágica, bribona comedia electoral.

Se especula insistentemente en un oficialismo dividido, intensamente fracturado, pero ante la ciudadanía, medios de comunicación, organismos y gobiernos extranjeros, tienen la habilidad de presentarse unidos bajo un comando supremo y otros dirigentes de sectores que dicen lo que piensan pero nunca diferente a Maduro. Si están desunidos, de todas maneras están bien atados.

En la oposición es todo lo contrario, hay una para cada gusto. Los que dicen ser opositores pero no se oponen al régimen, les preocupa perder sus privilegios, sinecuras por ejercer, actuar como buhonería política del statu quo en su derrotismo acostumbrado. Solo parecen unirse en lo que beneficia al régimen, dando por buenas y aceptando elecciones aupadas por un Consejo Nacional Electoral con obediencia unánime a Miraflores-Fuerte Tiuna; quitando argumentos a ella misma y a la comunidad internacional. Si la oposición hipócrita al galope de sus partidos políticos acude a las elecciones convocadas y organizadas por el Poder Electoral elegido de los impropios acuerdos políticos convenientes en la Asamblea Nacional que se califica de ilegítima, entonces ni esta cadena de acciones y reacciones, ni el gobierno que las ampara, son ilegítimos.

Al mismo tiempo, como tumbas lustradas, esmeradas y fastuosas, sin embargo, llenas de huesos consumidos, se preparan para participar en el funeral regional, disputar gobernaciones y alcaldías, significa, salvo pactos interesados y ocasionales, un todos contra todos y todos contra el PSUV; lo que implica profundizar las debilidades locales de cada partido político, excepto del oficialismo, que tiene su personal carnetizado, controlado y atemorizado. La eliminación de los “protectores” no es casual ni error. Es decirle a la gente que la interferencia del poder central no ha funcionado y en lo adelante, mayorazgos, obras, nombramientos y oportunidades dependerán del gobernador y los  alcaldes. Lo que beneficia las aspiraciones de opositores con alguna fuerza, pero también por lógica al PSUV, que puede ser fuerte o débil, pero cuyos candidatos prometen con credibilidad que están en la realidad porque son vecinos, pero al mismo tiempo más cerca que nadie del poder central, porque a él pertenecen y se deben con sumisión y dependencia.

Sin duda a los cómplices aspirantes opositores se le adjudicarán espacios regionales, el régimen puede permitirse ese lujo, suma nacionalmente y mantiene el poder; al permitirlo conservará algunos estados y alcaldías clave mientras le dice a la ciudadanía venezolana y al mundo que han convocado, organizado y contado unas elecciones libres, transparentes y democráticas, con dos rectores encubiertos de antagonistas como testigos de pureza, y que son un gobierno legítimo. Alguien decía: no pases el tiempo buscando con quién dormir, encuentra con quien valga la pena despertar.

No todos los momentos son de felicidad, muchos son tristes y las circunstancias de vida pueden alterarnos. La realidad nos enseña a convivir con la frustración. Y mientras en la Corte Penal Internacional avanza el juicio contra las mafias por crímenes de lesa humanidad, en Venezuela apoyan para que el oficialismo simule democracia. ¿Podemos confiar en estos truhanes embaucadores? Los opositores solo podrán mostrar una legitimidad cuestionada, y que primero están sus intereses, después los del país. Legitimidad dividida por el egoísmo y la codicia.

@ArmandoMartini


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