El coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo Militar, continúa su narración de lo ocurrido durante el amanecer del 4 de febrero en La Planicie: “A las 06:15 recibí una nueva llamada del general Ochoa. Me manifestó su interés en conversar, de nuevo, con el T.C. Hugo Chávez. Este se negó a atender la llamada. Se lo informé al ministro de la Defensa. Él insistió. Me trasladé al sitio en donde se encontraba el T.C. Chávez para tratar de convencerlo. Le analicé la situación y le resalté el fracaso militar que había tenido. Me dirigí, de nuevo, a mi oficina. En ese momento sobrevolaron el Museo Militar dos F-16. Casi de inmediato repicó el teléfono. Era, de nuevo, el  general Ochoa. Me dijo que el presidente Pérez le había ordenado atacar el Museo Militar: «Ya ordené la movilización de varios batallones de Infantería de Marina». Me pidió que le comunicara estos hechos al T.C. Chávez. Así lo hice. Me trasladé hacia la entrada principal del Museo Militar. Allí se encontraba Hugo Chávez. Se observaba pálido y muy desmoralizado. Le informé mi conversación con el ministro de la Defensa. Se quedó pensativo unos minutos. Los F-16 volvieron a sobrevolar el Museo Militar. Hugo Chávez me dijo: “Dígale al ministro Ochoa que conversaré con él”. (1) Me dirigí hacia mi oficina. Hugo Chávez me siguió. Tomé el teléfono. Le informé al general Ochoa que allí se encontraba el T.C. Chávez. Él me pidió que lo dejara solo en mi oficina para conversar con el ministro de la Defensa”. (1)

—Chávez, ¿qué ha pensado? Observe que la Aviación, la Armada y la Guardia Nacional se mantienen leales al gobierno constitucional. Solo algunas unidades del Ejército se han insurreccionado en muy pocas guarniciones. Las unidades de Caracas, en su casi totalidad, se mantienen leales. Solo faltan por rendirse la Base Francisco de Miranda y el Museo Militar. La Base Francisco de Miranda está siendo atacada con éxito. Si continúan los combates, usted será responsable de las bajas. Ríndase de inmediato. De no hacerlo, ordenaré el ataque al Museo Militar con la Aviación y la Infantería de Marina. Tenga en cuenta que los muertos que ocurran caerán sobre su conciencia. Piénselo.

—Mi general, deme diez minutos para pensarlo.

—Chávez, le concedo los diez minutos. (2)

Transcurrido ese tiempo llamé, de nuevo, al Museo Militar. Me atendió el teléfono el propio Hugo Chávez:

—¿Qué ha pensado, Chávez?

—Mi general, necesito garantías para rendirme.

—Chávez, usted las tiene. A usted y a los demás oficiales sublevados les serán respetados sus derechos humanos y su condición de oficiales de las Fuerzas Armadas. Le doy mi palabra.

—Mi general, me rindo.

—Bien, Chávez. Voy a enviar al general Santeliz para que lo traslade detenido al Ministerio de la Defensa. (3)

Eran las 06:30 horas

Durante el desarrollo de las operaciones, mis órdenes dictadas desde Miraflores fueron ejecutadas, con eficiencia y lealtad, por el personal militar del Ministerio de la Defensa dirigido por el V.A. Elías Daniels, inspector general de las Fuerzas Armadas Nacionales y el G.D. Iván Jiménez, jefe del Estado Mayor Conjunto. Al producirse la rendición de Hugo Chávez, aún perduraban los siguientes focos de resistencia: se combatía alrededor de la Base Francisco de Miranda, donde el grupo de tarea, al mando del general Oviedo, avanzaba exitosamente contra la unidad comandada por el T.C. Joel Acosta Chirinos; en Maracay, el T.C. Miguel Ortiz Contreras mantenía el cuartel “Páez” bajo su control, mientras que el batallón de Paracaidistas Ramón García de Sena, al mando del T.C. Jesús Urdaneta Hernández, controlaba la sede de la Brigada de Paracaidistas y el Comando de la IV División de Infantería; el mayor Carlos Torres Numberg, al mando de una compañía de paracaidistas de ese batallón, con el apoyo de una compañía de tanques del batallón blindado Pedro León Torres, asediaba la base Libertador; en Valencia, un pelotón de tanques Scorpion atacaba la sede del Comando Regional No.1 de la Guardia Nacional; en Maracaibo, el T.C. Francisco Arias Cárdenas  mantenía sublevados los Grupos de Artillería Monagas y Freites. En esta situación militar, ¿tenían las fuerzas insurrectas alguna posibilidad de éxito si continuaban combatiendo?

Sin lugar a dudas que sí.

Las unidades sublevadas contaban con suficiente poder de fuego para combatir por un largo tiempo. De haberlo hecho, los demás oficiales juramentados hubiesen tenido la oportunidad para cumplir su compromiso. Además, el Plan de Operaciones preveía el fracaso de la operación en Caracas. En ese caso, las unidades sublevadas en Maracay y Caracas debían resistir en espera de algunas otras unidades del interior del país para atacar Caracas. Influir psicológicamente en el T.C Hugo Chávez para lograr su rendición fue de gran importancia. El control del espacio aéreo fue fundamental. Sin embargo, como se conoció después, habían algunos oficiales de la Aviación que conocían de la conspiración, aunque no estaban listos para participar ese día, entre los cuales se encontraba el general Efraín Visconti Osorio, quien, ante la detención del general Juan Antonio Paredes Niño, asumió el mando de la Base Libertador por ser el oficial más antiguo y de, manera sorprendente, combatió eficientemente a los alzados en armas. Los F-16 empezaron a sobrevolar las unidades rebeldes. El primer vuelo se hizo sobre el Museo Militar. Este impacto, y la desmoralización que le produjo a Hugo Chávez percibir que la insurrección había fracasado por su indecisión de atacar Miraflores, a la hora establecida,  condujeron  a su rendición.

El general Santeliz llegó al Ministerio de la Defensa a las 09:30 horas, con el T.C. Hugo Chávez, quien permaneció detenido en la oficina del vicealmirante Elías Daniels, inspector general de las Fuerzas Armadas. Con él se encontraban reunidos para coordinar las operaciones, el G.D. Iván Jiménez Sánchez, jefe del Estado Mayor Conjunto (EMC), y los oficiales de su Estado Mayor. Los sublevados no aceptaban rendirse. A todas las llamadas que recibían instándolos a deponer las armas, respondían negativamente, finalizando la conversación con el lema: “Patria o Muerte”. Ante esta circunstancia, discutieron la posibilidad de bombardear las unidades insurrectas, pero la descartaron ante la probabilidad de causar excesivas pérdidas humanas y materiales. De esa discusión surgió la idea de presentar a Hugo Chávez en la televisión para demostrar a los jefes insurrectos el fracaso de la intentona golpista y propiciar su rendición.  A las 10:30 recibí una llamada del almirante Daniels y tuvimos el siguiente diálogo:

—Ochoa, una unidad de paracaidistas del batallón Ramón García de Sena, con el apoyo de una compañía de tanques del batallón Pedro León Torres, tiene rodeada la Base Libertador y amenaza con entrar a la pista. El general Efraín Visconti Osorio tiene en alerta sus medios aéreos. Está decidido a atacar, si los tanques rompen la cerca que rodea la base. Ha tratado de convencer al mayor Torres Numberg de que se rinda, pero no lo ha logrado.

—Daniels, ¿se le informó la rendición del T.C. Chávez?

—Sí, pero no lo cree. El Alto Mando Militar recomienda presentar ante los medios de comunicación al T.C. Chávez para que haga un llamado a las unidades insurrectas pidiéndole su rendición.

Reflexioné unos minutos.

—Estoy de acuerdo. Espere un momento. Voy a solicitarle autorización al presidente Pérez para hacerlo(4)…

Continuará…


(1) Informe del coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo Militar, presentado al Ministerio de la Defensa, días después de la Insurrección Militar del 4 de febrero de 1992 y citado en mi libro: “Así se rindió  Chávez”, Libros de El Nacional, Caracas, 2007, p. 165.

(2) (3) (4) Ochoa Antich, Fernando, “Así se rindió Chávez”, Libros de El Nacional, Caracas, 2007, pp.166, 170, 171.

 

 

 


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