Al terminar mi diálogo con el presidente Pérez, el cual narré en mi artículo anterior, conversé de nuevo con el vicealmirante Daniels, quien me ratificó la grave situación militar existente. A las 11:45 pm del 3 de febrero los mayores Pedro Alastre López y Carlos Díaz Reyes; los capitanes Ronald Blanco La Cruz, Antonio Rojas Suárez, Noel Martínez, Carlos Aguilera Borjas, y Joaquín Suárez Montes, un grupo de tenientes y subtenientes y 40 soldados con 12 vehículos blindados tipo “Dragón” del Grupo de Caballería “Ayala”, acantonado en Fuerte Tiuna, partieron desde su sede hacia “Miraflores”. A las 00:25 am del 4 de febrero llegaron a su objetivo. Los primeros dos vehículos derribaron la reja de acceso  al palacio presidencial, tomaron el control de la calle interna y trataron de ingresar por la puerta privada del Despacho. En ese momento, el T.C.  Rommel Fuenmayor, edecán del presidente de la Republica, y el comisario Hernán Fernández, jefe de la Escolta Civil, con gran valor, enfrentaron a un soldado, quien con su fusil los encañonaba, logrando desarmarlo.  Dicha acción les permitió replegarse a las oficinas de la Casa Militar. El presidente Pérez, armado de una subametralladora, se atrincheró en su despacho,  acompañado del teniente coronel Gerardo Dudamel y de un pequeño número de escoltas personales. Los separaba del grupo atacante una fuerte puerta que no lograron violentar. El CA. Iván Carratú Molina, el coronel Rafael Hung Díaz, el T.C. Rommel Fuenmayor, el comisario Hernán Fernández, el personal de seguridad, y algunos guardias de honor abrieron fuego contra los atacantes, produciéndose un fuerte intercambio de disparos.

El combate se mantuvo por unos quince minutos aproximadamente, hasta que dos de los soldados atacantes cayeron heridos por una de las ráfagas de ametralladora que disparaban desde las oficinas de la Casa Militar. Este hecho desmoralizó a los efectivos insurrectos que retrocedieron fuera del palacio presidencial con la finalidad de evacuar a sus heridos. Los efectivos de la Casa Militar y de la escolta civil aprovecharon la oportunidad  para avanzar con rapidez hacia las oficinas del presidente de la República, logrando cerrar la pequeña puerta que comunica el exterior de Miraflores con la antesala del Despacho. A partir de ese momento, los efectivos insurrectos controlaban la parte externa del palacio de Miraflores y la avenida Urdaneta, mientras que los efectivos leales al gobierno constitucional mantenían el control interno del palacio presidencial y del regimiento de la Guardia de Honor. El presidente Pérez llamó al contraalmirante Carratú con la finalidad de ordenarle planificar su salida del palacio presidencial. El contraalmirante Carratú, muy sorprendido, le respondió: “Eso es imposible, presidente, todas las salidas están controladas por los efectivos insurrectos e intentar salir pondría en riesgo su vida”. El presidente insistió de una manera firme y decidida. “Carratú, no le estoy preguntando qué vamos a hacer. Le estoy ordenando preparar mi salida de Miraflores”. Ante tan tajante respuesta, el contraalmirante Carratú pidió unos minutos para planificar y ejecutar la orden recibida.

Al observar que el portón del palacio presidencial que comunica con la plaza Bicentenaria estaba desguarnecido, ordenó preparar un vehículo particular, el cual estaba asignado al expresidente Jaime Lusinchi. El presidente Pérez, el contraalmirante Carratú, el ministro Virgilio Ávila Vivas, el señor Luis Alfaro Ucero, el T.C. Gerardo Dudamel  y el comisario Hernán Fernández se trasladaron hasta el estacionamiento a través de los pasillos interiores del palacio presidencial y abordaron dicho vehículo. El señor Alfaro no llegó a tiempo y fue imposible esperarlo. Se ordenó abrir la puerta. En ese momento se activó la alarma, alertando a los tripulantes de uno de los vehículos blindados que se dirigieron  hacia esa salida. Desde cierta distancia dispararon sus armas automáticas sin dar en el blanco. El presidente y sus acompañantes tomaron la calle que pasa por el Liceo Fermín Toro con rumbo a la avenida “Baralt”. El presidente Pérez ordenó dirigirse hacia Venevisión. En pocos minutos llegaron a la estación.  Los recibió el señor  Carlos Bardazano. De inmediato se preparó un pequeño estudio  para que el presidente Pérez se dirigiera a los venezolanos: “Un grupo de militares traidores a la democracia, liderando un movimiento antipatriótico, pretendieron tomar por sorpresa al gobierno. Me dirijo a todos los venezolanos para repudiar este acto. En Venezuela el pueblo es quien manda. Su presidente cuenta con el respaldo de las Fuerzas Armadas y de todos los venezolanos. Esperamos que en las próximas horas quede controlado este movimiento. Cuando sea necesario volveré a hablar”.

Consideré necesario ratificar públicamente, a través de un comunicado, la lealtad de las Fuerzas Armadas al gobierno constitucional. El contraalmirante Rafael Huizi Clavier, director de Secretaría del Ministerio de Defensa, al conocer los hechos, me llamó telefónicamente. Le ordené preparar ese comunicado, dándole mis lineamientos, con la colaboración del coronel Juan Antonio Pérez Castillo, director de Relaciones Públicas y del licenciado José Hernández, asesor del ministro. Lo leyeron en Venevisión. Los oficiales insurrectos al escuchar al presidente de la República denunciar el intento de golpe de Estado, a los doctores Eduardo Fernández y Teodoro Petkoff, rechazar la felonía, y al ministro de Defensa respaldar al gobierno constitucional sufrieron un impacto psicológico importante. A partir de ese momento la situación militar empezó a cambiar con la rendición, sin combatir,  de algunas unidades insurrectas. La sorpresa inicial dejó de tener efecto con la progresiva recuperación, por sus mandos legítimos, del control de las Fuerzas Armadas. El Grupo de Tarea, constituido por el batallón Bolívar y 16 carros de combate del batallón “Ayala”, al mando del general Luis Oviedo Salazar, sobrepasó la alcabala N° 1 de Fuerte Tiuna, a las 2:30 am, con la misión de  recuperar Miraflores. En el trayecto se agregó a la columna una compañía motorizada del Destacamento 51 de la Guardia Nacional. La inminente llegada del Grupo de Tarea obligó a los mayores Pedro Alastre López y Carlos Díaz Reyes a iniciar conversaciones con el T.C Rommel Fuenmayor, con la finalidad de rendirse. Apenas lo hicieron, el T.C Fuenmayor me lo comunicó por teléfono. De inmediato le transmití esa información al presidente Pérez. Me respondió con gran serenidad: “Ministro, me trasladaré de inmediato a Miraflores. Desde allí es que se gobierna a Venezuela”. Así lo hizo.

Continuará…


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