Las empresas necesitan un fuerte sentido de propósito, pues es lo que les aporta un significado a las marcas. A través del propósito tienen la oportunidad de alcanzar algo mayor y comprometerse con las aspiraciones de la sociedad, lo que al final les permitirá crecer y ser más productivas.

Ciertamente hablar de propósito corporativo no es algo nuevo, pero es un concepto que ha ido evolucionando en el tiempo y que, en estos momentos, está sobre la mesa de muchas compañías. Una de las razones son los consumidores, quienes han ido tomando mayor conciencia del impacto de las empresas en la sociedad y en el entorno y, en función de ello, hacen sus elecciones de compra.

Cada vez más, las personas tienen en cuenta los criterios sociales y medioambientales que imperan en las compañías, entre ellos, cómo estas contribuyen al cuidado del planeta con estrategias de sostenibilidad.

Así que la sostenibilidad ya no es una opción para las empresas, es un hecho y de allí que vaya cobrando mayor fuerza. Esto hace que cada día sean más conscientes del entorno en el que operan y también de que sus clientes -con nuevas aspiraciones y necesidades- demandan soluciones al respecto. Entiéndase, acciones más sostenibles.

La pandemia actuó como aceleradora e impulsora de esta corriente y ninguna compañía puede permitirse darle la espalda. Ignorarla, es también ignorar s sus clientes. El resultado de un propósito consolidado radica, precisamente, en un incremento de la confianza del consumidor, de su creencia de que esa marca es adecuada para ellos.

El papel del propósito y de la responsabilidad en las empresas, como puede verse, es de suma relevancia, por no decir determinante, en esta época, en el que las marcas se han visto desafiadas en sus contribuciones a la sociedad. Algunas intentaron responder con mensajes, pero los consumidores quieren acciones más que palabras.

De manera que las estrategias corporativas exitosas están ancladas, justamente, en un propósito que se encuentra en la intersección de: ¿en qué somos buenos? y ¿qué necesita el mundo?, y tiene en cuenta ¿cuáles son nuestros valores fundamentales? y ¿cómo satisfacemos y cumplimos con las exigencias de nuestros clientes?

Al final, lo determinante para las empresas no es solo saber cuál es su propósito -aquello que marcará la diferencia- sino también qué consecuencias tiene para el mundo y cómo puede conectarse de manera significativa con los consumidores, pieza angular de cualquier negocio.

Visto lo anterior, hoy más que nunca es clave para las compañías encontrar y vivir realmente su propósito. Es decir, convertirlo en algo que se pueda articular para que vaya acorde con los movimientos de esta nueva era. Cuando tienen delimitado y bien clarificado su propósito, entonces pueden marcar la diferencia.


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