“Esto no es soplar y hacer botella” es una expresión que se usa con frecuencia para referirse a una cosa que es más difícil de hacer de lo que parece. Un dicho que se puede aplicar al emprendimiento. No se trata simplemente de querer iniciar un negocio, es un proceso que requiere estar dispuesto a tomar riesgos relacionados con el tiempo que se le dedica y los recursos que se invierten, y ser consciente de que implica un trabajo arduo echarlo adelante.

Emprender siempre representa un desafío: es diseñar, lanzar y administrar un nuevo negocio, que generalmente comienza como una pequeña empresa o startup. Es innovar, crear algo nuevo, generar una propuesta que sea distinta y que despierte el interés de potenciales clientes; y eso, por supuesto, lleva su tiempo.

Es cierto que en estos tiempos que transitamos, cambiantes y dinámicos, poner la mente a emprender puede resultar complejo. Sin embargo, pensar en proyectos puede ayudar a despejarla y abrir el camino a ideas valiosas, más que nunca necesarias en estos momentos de incertidumbre.

La llegada del covid-19 no solo ha provocado una emergencia sanitaria inimaginable, también ha golpeado duramente a la economía. Tanto que el coronavirus es desde ya una amenaza inminente para la existencia de todo emprendimiento dada la magnitud global de la crisis.

Pero mientras unas puertas se cierran, otras se abren. En medio de la pandemia han surgido oportunidades de negocios y, a mi juicio, hay que saberlas aprovechar como ya de hecho está ocurriendo. Pequeñas empresas y startups se están reinventado y buscando las vías para comenzar una idea empresarial, adentrarse en un nuevo sector laboral o lanzar un nuevo producto o servicio en un mercado recortado.

Los expertos del área de salud realizan constantemente llamados a no salir de casa, a menos que sea estrictamente necesario. Las empresas vieron la oportunidad de llenar un vacío y prácticamente se masificó el servicio a domicilio. Esta iniciativa está teniendo un gran protagonismo en los países afectados por el covid-19, pues ha ayudado a los ciudadanos a facilitar el abastecimiento durante el confinamiento.

Pudiera mencionar otros ejemplos, aunque no es este el caso. Lo que deseo destacar es que, si bien las pequeñas empresas y los emprendimientos pueden sufrir duramente los impactos de esta pandemia, también pueden ser parte de la solución junto con otros actores, como ya se está demostrando.

El panorama no está claro y no se vislumbra favorable al corto plazo. Es probable que se afecten los ciclos de producción, que disminuya la demanda y se contraiga el mercado. Pero soy de los que opina que no es tiempo de rendirse. No digo que será fácil, hay que seguir hurgando minuciosamente hasta encontrar las oportunidades que puedan surgir en esta crisis, teniendo en cuenta a los clientes, la supervivencia del negocio y el reimpulso de la actividad económica.


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