Cada vez que Elon Musk habla o actúa con relación a determinado hecho, suceden eventos nuevos y disruptivos en el mundo empresarial, tecnológico y de las comunicaciones.

Desde su autos eléctricos hasta la adquisición de Twitter (hoy denominada X) y pasando por sus hazañas para conquistar el espacio, ahora lanza un dardo de preocupación global: habrán problemas con el suministro eléctrico en un futuro más o menos cercano.

Su análisis, simple pero certero, tiene por basamento que: “la demanda de energía eléctrica que están teniendo muchas ciudades no solamente pone al límite las redes existentes, sino también pone en peligro los objetivos climáticos planteados en los países primermundistas”.

Vale decir: hay mucha, y habrá muchísima demanda eléctrica en las próximas décadas, veamos por qué:

a)    Incremento de políticas de reducción de fósiles, requerirán una nueva matriz energética, ergo mayor electricidad;

b)    Incremento de operaciones de tecnología, vale decir la famosa IA inteligencia artificial requerirá, muchísima electricidad para los millones de operaciones y algoritmos a aplicar;

c)    Centros de datos en Estados Unidos y Europa cada vez más complejos que almacenan trillones de datos de todo los ciudadanos y de todas las empresas del global, requieren por supuesto mayor electricidad;

d)    Fábricas de microchips y baterías también consumen mucha más energía, y

e)    Actuales sistemas de generación, transmisión y distribución de electricidad son obsoletos, están pensados para ciertos volúmenes de personas y sociedades no tan complejas; pero con el advenimiento de los anteriores elementos la electricidad será ampliamente demandada, debiéndose hacer una reingeniería tanto en la generación, fuentes como en la forma de distribución de la misma.

Elon Musk dijo en su intervención en la conferencia del Bosch Connected World, que primero hubo escasez de chips de red neuronal. Después, el problema de la disponibilidad estuvo en los transformadores reductores de voltaje. «Esta sucesión de acontecimientos me lleva a pensar que el próximo problema será la falta de electricidad».

Un par de ejemplos de la alta demanda eléctrica: a) Noruega llegó al 85% de ventas de autos eléctricos cero kilómetros sobre el total del mercado, lo que obviamente hizo un cambio significativo en los modos de consumo eléctrico de su población b) En Países Bajos colapsaron sus redes eléctricas por la alta demanda de energía de su parque automotor enchufable, de manera que sus ciudades ya tienen mayor demanda de electricidad que la capacidad de generación.

No olvidemos que la energía debe viajar en cables de alta tensión entre centros de generación hasta el último rincón del país que consume; de manera que las líneas de alta tensión y de tensión normal: cuanta más energía transporta, ocurren sobrecargas y caídas.

Por ello siempre insisto en que la transición energética no es de un solo golpe. Es gradual y debe, necesariamente, utilizar el gas natural como generador eléctrico para cumplir metas de descarbonización. No es un contrasentido, es una realidad objetiva.

Cualquier académico y consultor dirá que “la solución” es el hidrógeno. Sí es la solución, pero a futuro, no de momento, aún falta algún tiempo para llegar a ese escenario ideal. Los avances en el uso del hidrógeno como fuente de propulsión para vehículos han sido significativos en los últimos años, aunque aún enfrentan desafíos en términos de infraestructura, costo y eficiencia.

El “gran tema” con los vehículos a hidrógeno aún está en las dinámicas de investigación y desarrollo: aunque ciertamente se están realizando continuos avances en la investigación y desarrollo de tecnologías relacionadas con el hidrógeno, incluyendo métodos más eficientes y económicos para producir, almacenar y distribuir hidrógeno, así como mejoras en las pilas de combustible y sistemas de propulsión; aún no llegamos a un punto en que esa tecnología pueda ser accesible, de menos costo y amable.

En esa cotidiana investigación, ya son varios fabricantes de automóviles que apuestan por vehículos a hidrógeno (Toyota Mirai, el Hyundai Nexo y el Honda Clarity Fuel Cell), utilizando pilas de combustible de hidrógeno para generar electricidad a bordo, que luego se utiliza para alimentar un motor eléctrico.

A ello se debe continuar invirtiendo en mejores sistemas de infraestructura de abastecimiento: siendo el principal desafío la adopción masiva de vehículos de hidrógeno la respuesta debe ser no sólo la fabricación de vehículos de hidrógeno sino infraestructura de abastecimiento. Aunque se están construyendo estaciones de servicio de hidrógeno en algunas regiones, la red de estaciones aún es limitada en comparación con las estaciones de carga para vehículos eléctricos con batería.

Sigue en debate, en este acápite, el tema de la eficiencia y costos: aunque los vehículos de hidrógeno tienen la ventaja de tiempos de recarga más rápidos en comparación con los vehículos eléctricos con batería, todavía existen preocupaciones sobre la eficiencia energética y los costos. La producción de hidrógeno a partir de fuentes renovables puede ser costosa y requiere tecnologías avanzadas, como la electrólisis del agua.

Además de los vehículos de pasajeros, el hidrógeno también debe orientarse a transporte masivo (vehículos comerciales, como camiones de larga distancia y autobuses), para mayor capacidad de carga y los tiempos de recarga más rápidos del hidrógeno en comparación con las baterías. Si bien los vehículos de hidrógeno muestran un gran potencial como una alternativa de propulsión limpia, todavía hay varios desafíos que deben abordarse antes de que puedan alcanzar una adopción generalizada.

En todo caso, los desafíos están planteados para un futuro que se nos avizora complejo y altamente tecnológico. No olvidemos también las nuevas opciones de ahorro y eficiencia energética en edificios, domicilios e industrias (que son otros centros de alto consumo). Pero de esto conversamos en otro momento.

@BorisSGomezU


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