El amor también me hizo llorar» (Rafael Sánchez, La Unión)

Niñas de 1 y 6 años de edad fueron secuestradas por el padre

Los españoles tenemos un problema con nuestra lengua. La verdad es que no la tratamos bien. Por un lado, la hacemos de menos cada vez que elegimos usar un anglicismo cuando disponemos de palabras en registro. (Aquí alguno habría puesto «in stock«). Parece ser que despreciar lo propio anteponiendo el idioma de moda queda bien, moderno. Por otro lado, hay españoles que anteponen la lengua de su región o Comunidad Autónoma a la lengua española. No debería despreciarse la lengua que nos une dentro y fuera del país. En fin, mi intención en la columna de hoy no es hablar de lengua, sino de maltrato. Necesito aclarar, sin embargo, un punto más sobre el mal uso que hacemos los españoles al querer hacer daño al prójimo mediante un insulto equivocado. En España si te llaman «hijo de puta» o «hijoputa» te faltan de la manera más grave y, sutilmente, quieren ofenderte a ti derivando la afrenta a lo que más quieres, tu madre. Mas tu madre no es prostituta y, en caso de serlo, más grave resulta el putero, el hombre que necesita pagar a una mujer para tener su cuerpo y esclavizarla a su antojo mientras dure el «contrato de alquiler«. Uno se pregunta quién es en el fondo mezquino, quién es el esclavo. Sería mayor ultraje –y más justo también– oír el insulto de «hijo de putero» o «hijoputero«.

Escribo estas líneas para El Nacional el sábado 1° de mayo. Mañana es el Día de la Madre en España. El 30 de abril, las noticias contaron la historia del dolor de una madre de dos niñas de 1 y 6 años. Después de separarse de su marido, este se llevó a las dos criaturas con él. El hombre llamó por teléfono a su exmujer (y madre de las niñas) para decirle que no volvería a verlas. («El padre desaparecido con sus dos hijas en un barco sacó 70.000 euros de sus cuentas bancarias»; El Periódico, 30.04.2021).

Ella no podía imaginar la maldad, la crueldad, la falta de entereza del hombre a quien ella convirtió en padre. Es necesario que los hombres aprendamos a vivir con el rechazo, que aceptemos de una vez que no somos siempre ganadores. Los hombres tenemos que ver que hay que forjarse en la templanza y el sacrificio.

Cuando tenía 17 años me dejó una chica. En realidad, más de una chica me lo hizo pasar mal. Una de estas novias me hizo sufrir mucho, pero a mí me ayudó en medio de la pena oír al vocalista de La Unión gritar en un concierto: «Si te deja tu novia, te jodes«.

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!