presos políticos

Hoy es el simulacro, pero eso no es noticia porque al final de la tarde dirán que todo salió maravillosamente. Sin embargo, estos preparativos para los comicios de noviembre sirven de recordatorio de las condiciones que los venezolanos necesitan realmente para que se puedan llamar democráticos. Y entre esas está la libertad de los presos políticos.

Qué elocuente es el hecho de que ayer, 9 de octubre, se cumplieran 100 días del secuestro de Javier y Rafael Tarazona y Omar García, dirigentes de la ONG Fundaredes que están acusados de terrorismo, incitación al odio y traición a la patria. El “delito” que cometieron estos activistas de los derechos humanos fue denunciar la injerencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en Apure, que desató enfrentamientos mortales y atemorizaron por varias semanas a la población.

Cuánta evidencia del carácter despótico de esta administración chavista cuando se piensa en el caso del periodista Roland Carreño, que sigue preso a pesar de tener problemas graves de salud. Está acusado de los mismos delitos, pero solo por ser militante del partido Voluntad Popular. ¿Es eso democracia? Los que se atreven a llevarle la contraria al gobierno de Maduro, los que tienen la valentía de denunciar, son inmediatamente silenciados. ¿Y dicen que quieren “negociar” con la oposición?

Son 259 presos políticos, de acuerdo con la última cuenta de la organización no gubernamental Foro Penal, que desde el principio no ha hecho más que trabajar por los que son encarcelados por pensar diferente. De esta cifra, incluso hay un adolescente al que se le ha robado por completo esta etapa de su vida. Y son demasiados los casos de tortura, de vejámenes y humillaciones como para pasar por alto esta horrenda circunstancia. El mundo debe escuchar a Lorent Saleh, que tuvo la fortuna de salir con vida, para conocer lo que estas personas están padeciendo en La Tumba, en El Helicoide y en cualquier otra mazmorra -no se puede llamar de otra manera- del socialismo del siglo XXI.

La lucha por la liberación de los presos políticos no puede detenerse. Debe ser parte primordial de cualquier conversación que se quiera adelantar con personeros del gobierno chavista, pero no que liberen uno o dos cada vez que se van a reunir en México; son 259, repetimos, los que tienen que salir en libertad. Esto debe ser una condición innegociable para poder avanzar hacia cualquier vía que signifique el final de esta pesadilla. Ninguno de estos venezolanos, hombres y mujeres, merece estar en los calabozos de este gobierno.

Por eso hay que insistir, que nadie se olvide de quienes en un momento alzaron la voz por la libertad de todo el país. No son políticos presos, como sus carceleros se empeñan en decir. Son presos políticos. Hay que hacer lo imposible para acabar con esta injusticia y que en Venezuela renazca el espíritu de una verdadera democracia. Solo después podremos hablar de unas elecciones verdaderamente libres y transparentes.


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