El venidero mes de noviembre tendrá lugar en Estados Unidos la elección presidencial. Los venezolanos siempre hemos seguido, con particular interés, el desarrollo de la política interna de la nación norteamericana, sobre todo en lo relacionado con los procesos electorales. No puede ser de otra manera. La política exterior estadounidense ha ejercido permanentemente una gran influencia en el devenir de nuestra historia. En ese sentido, la opinión pública ha llegado a dividirse entre simpatizantes de los candidatos demócratas o republicanos. Actualmente, en vista de las circunstancias que vive nuestro país y del evidente antagonismo entre Nicolás Maduro y Donald Trump, ha surgido un gran apasionamiento a favor o contra la candidatura de Donald Trump. En todo caso, el mayor o menor apoyo de la opinión pública venezolana a esa candidatura o a la de su adversario Joe Biden no tienen posibilidad alguna de influir en el resultado de la elección. Afortunadamente, la dirigencia política de la oposición democrática no ha respaldado a ninguno de los candidatos. Hacerlo sería un grave error. Venezuela necesitará, al restablecerse el régimen democrático, de un decidido apoyo de Estados Unidos  para poder recuperar nuestra maltrecha economía.

El hecho más relevante ocurrido desde el inicio de la campaña electoral es la celebración de las convenciones demócrata y republicana para nominar oficialmente a sus candidatos presidenciales, Joe Biden y Donald Trump, respectivamente. Estos son eventos que, aunque rutinarios, revisten una gran importancia al permitir percibir las fortalezas y vulnerabilidades, no solo de los candidatos sino de su entorno, así como impactar anímicamente a los militantes de cada partido. En la Convención Demócrata se escucharon importantes intervenciones como las de Barack Obama, Bernie Sanders, Andrew Cuomo y Michelle Obama, entre otros. Todas dirigidas a cuestionar la imagen y el gobierno del presidente Trump. La presentación de Kamala Harris por Joe Biden como su compañera de fórmula, la primera mujer a optar por la Vicepresidencia y además de raza negra, con el aval de ser «una valiente luchadora en defensa de los menos poderosos» tuvo una estruendosa acogida. La Convención Republicana estuvo dominada por la defensa de la figura y gestión de gobierno de Donald Trump. El discurso de su esposa Melania, en ese sentido, impactó muy favorablemente a los delegados. Lo más importante fue el discurso del ministro de Justicia, Daniel Cameron, quien dirigiéndose a Joe Biden, expresó: «Míreme, soy negro. No todos somos iguales. No estoy encadenado. Mi mente es mía. Y usted no puede decirme cómo votar por el color de mi piel».

Todo nos hace prever que la competencia electoral será intensa. Ambos candidatos tienen amplias posibilidades de triunfo. Así lo muestran todas las encuestas, aunque Biden tiene cierta ventaja en las encuestas. Sin embargo, debemos tener presente que en el sistema de Colegios Electorales estadounidense no basta liderar en las encuestas para poder predecir una victoria electoral presidencial. El ejemplo más reciente de esta situación lo tenemos, precisamente, en la pasada elección, en la cual Hillary Clinton obtuvo una mayoría de votos populares, pero Donald Trump obtuvo una mayoría de delegados al Colegio Electoral, resultando vencedor en la contienda. A continuación trataré de explicar cómo se constituye el citado Colegio Electoral. El mismo está constituido por 538 electores. Cada estado tiene una cantidad fija  de electores representada por el número de senadores y diputados que le corresponden de acuerdo con su población. Quien alcanza la mayoría de votos en un determinado estado, obtiene también la totalidad de los electores que le corresponden al mismo. Es decir, si el número de votantes en un estado es 2.000 y un candidato obtiene 1.001 votos, ese candidato obtiene todos los electores que le corresponden a ese estado. El número mínimo de electores necesario para ser electo es 270. En caso de que ninguno de los candidatos obtenga ese número de votos, la escogencia del presidente de la República se debe realizar en la Cámara de Representantes por mayoría simple. La elección del vicepresidente se realiza en el Senado de acuerdo con el mismo procedimiento.

La campaña electoral de Donald Trump se ha dirigido, fundamentalmente, a advertir a los votantes, sobre la amenaza a las libertades ciudadanas como consecuencia de la orientación socialista de su adversario, la anarquía reinante por la manipulación de las protestas en contra de injustificados asesinatos de ciudadanos de color y de los riesgos que corre la hegemonía norteamericana ante las permanentes medidas implementadas por China en aras de su supremacía mundial en el campo económico. Joe Biden ha tratado de entusiasmar a las bases demócratas con la designación de Kamala Harris como candidata a la Vicepresidencia, una hija de inmigrantes, para de esta manera reforzar el sentimiento existente en los jóvenes norteamericanos y en los amplios grupos minoritarios latinos y negros, sobre la posibilidad de realizar el sueño americano. Ambas candidaturas presentan también importantes vulnerabilidades. Joe Biden, un político discreto y prudente, cuya avanzada edad lo hace percibir débil para enfrentar la actual situación de Estados Unidos. Esa es una de las razones para haber seleccionado a Kamala Harris, perfilándola como su posible sucesora. Donald Trump ha incrementado su imagen de imprudente a través de su permanente presencia en las redes sociales, así como las duras críticas surgidas a su política económica y a la forma de enfrentar la pandemia. La campaña electoral se complica aún más con la amenaza de Trump de suspender las elecciones presidenciales ante lo que, según él, podría resultar en un gran fraude electoral, si, debido a la pandemia, la elección se realiza por medio del correo.

Nota: pido excusas a mis lectores por el error que cometí en mi anterior artículo al considerar que el presidente Duque podía ser candidato presidencial sin tomar en cuenta la reciente norma aprobada en el Congreso colombiano, que establece la prohibición de ser candidato presidencial a cualquier ciudadano que haya sido presidente de la República.

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