Uno de los hechos que más incomodidades ha producido en la oposición en estos últimos meses ha sido: las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre pasado y ahora la disyuntiva de asistir o no a las votaciones de gobernadores. Los dilemas de por sí conllevan a situaciones comprometidas porque hay varias posibilidades de actuación sin saber cuál de ellas escoger, todas ellas son igualmente buenas o malas. Estos escenarios se hacen más enredados cuando hay una predisposición al disenso, a la imposición irracional de unos sobre otros.

El nuevo camino que han tomado los adversarios al régimen está dirigido a explorar las posibilidades de llegar a acuerdos, palabras diabólicas para muchos, con la idea de dirimir las diferencias en las mesas electorales con la finalidad de buscar un escape para salir de la crisis. Crisis que tiene sumida en la pobreza a más de 85% de los venezolanos. Recordemos que antes, la oposición buscó la salida del régimen de Nicolás Maduro en las calles, con participación de varias centenas de miles de personas. Los saldos fueron perjudiciales: centenas de muertos, apresados, torturados, perseguidos y exiliados. Unas de las causas del fracaso de estas manifestaciones públicas, que hoy añoran algunos que entonces las criticaron fuertemente, se produjeron porque para ese entonces las fuerzas democráticas no tenían el apoyo de la comunidad internacional que hoy tienen. Sin embargo, hay que considerar el hecho de que ese respaldo extrafronteras es consecuencia de aquellos sucesos sangrientos, de aquellas protestas; no fueron improductivos a pesar del elevado costo. Ese respaldo de los países extranjeros más poderosos no es hoy de la misma intensidad, ni de la misma determinación de echarlos del poder, aunque se mantiene vivo el apoyo por la libertad a través de otros métodos.

En contraposición, hoy no gozamos de unidad, de coherencia ni de los vínculos de aquellos días. Hoy estamos polifracturados, errantes, sin rumbo, como gitanos moviéndose entre subgrupos. De subgrupos, sí, son subgrupos porque estos están incluidos en otros grupos menos numerosos que pretenden actuar de manera independiente y participar en las elecciones de gobernadores sin siquiera tomarse la molestia de hacer el esfuerzo de exigir garantías y paridad para participar en ese proceso electoral que con toda seguridad se realizará este año. Pienso que allí juegan muchas cosas al mismo tiempo, como, por ejemplo: atrevidas ambiciones personales, presión para que se les abran espacios de participación, intenciones malsanas que llegan al extremo de preferir el triunfo del régimen y el daño a la contraparte interna…

Me atrevo a predecir, echando las cartas, sin temor a equívocos, que aquellos precandidatos o candidatos a esta aventura llena de traiciones y osadías desesperadas, significaría la muerte política de algunos de ellos que pudiesen tener un futuro promisor más adelante. Se achicharrarán infructuosamente en el florecimiento… algunos estando aún en la vida intrauterina.

Finalmente, y continuando con las adivinaciones, es tan evidente lo que puede ocurrir en un escenario que además de las faltas de garantías, sin unidad, sin la participación del grueso opositor, aquí incluyo a la sociedad civil que es más estricta en este punto que los mismos partidos políticos, sencillamente los candidatos del oficialismo se impondrán de todas maneras. De resultar alguno de oposición electo, será un esclavo servil, sin derechos propios, sometido de manera absoluta al dominio de otra persona, Nicolás Maduro, quien será su dueño y señor… Entre lo más deshonroso del hombre está curvarse…

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