El régimen acostumbrado a hacer y deshacer las leyes de acuerdo con su conveniencia, recientemente a través de la ilegítima Asamblea Nacional chavista, derogó la ley que prohibía la celebración conjunta de elecciones regionales y municipales, privando el interés que los comicios se realicen este mismo año para escoger a los nuevos alcaldes y gobernadores. La realidad es que aquellos candidatos para ocupar dichos cargos estén haciendo planes por adelantado, la alegría les va a durar poco, porque sean partidarios del PSUV o el grupo de la falsa oposición conocidos como los alacranes, se quedarán con los crespos hechos, ya que el dictador tratará por todas las vías posibles de implementar la ley del Poder Comunal que establece, entre otras cosas, dar competencia a las ciudades comunales por encima de los municipios, por lo cual las autoridades elegidas para cargos de alcaldes y gobernadores no tendrán ningún tipo de poder.

A todas estas, el 10 de marzo llegó una delegación exploratoria de Noruega para insistir en el proceso de diálogo entre el régimen y factores de la oposición. Al respecto, el presidente (E) Juan Guaidó expresó que la posibilidad de un diálogo solo sería para lograr la salida democrática a la grave situación reinante en Venezuela. Por su parte, Argentina se retiró del Grupo de Lima, bajo la excusa que no se había logrado avanzar en acuerdos que conllevaran a la salida de la tiranía y ahora la posición del presidente Alberto Fernández es recurrir a la vía del diálogo, lo cual fue expresado a través de un comunicado del gobierno argentino, que entre otras cosas informó: “Un diálogo inclusivo… que no favorezca a ningún sector en particular, pero sí a lograr elecciones aceptadas por la mayoría con control internacional”. Pero para continuar la presión, no es casualidad la visita de la secretaria de Asuntos Exteriores de España, Cristina Gallach, la cual se reunirá con diferentes factores, públicos, privados e incluso la Iglesia, sin duda alguna para aprovechar y recomendar el diálogo: pero ¿de qué tipo de diálogo estamos hablando?

Indudablemente que la presión internacional para que se acepte el diálogo va encaminada a que se realicen unas elecciones, que bajo el actual esquema serían fraudulentas. El diálogo solo pudiera ser factible para ambos sectores, solo si la dictadura cumpliera con las exigencias de la oposición, de realizar unas elecciones con un árbitro verdaderamente independiente, elegido no por una asamblea espuria, sino a través de un comité de postulaciones para la designación de rectores del CNE, debidamente elegidos con autonomía y no con directrices del poder central y respondiendo a los intereses del partido del régimen. Por supuesto que los rectores así elegidos solo rendirán cuenta al régimen y a aquellos llamados miembros de una oposición servil a la narcodictadura, conocidos como ya lo mencionamos, el grupo de los alacranes. Las elecciones libres son simplemente un derecho universal, pero sabemos que Maduro y su combo solo están montando un show para complacer a sus aliados internacionales, porque en realidad el fin único del régimen es implementar de una vez por todas el poder comunal, un sistema dictatorial con una sola voz, igual como ocurrió en Cuba y en la Unión Soviética.

Lo intentos frustrados de implementar el poder comunal en Venezuela datan de 2007, cuando bajo la tiranía de Hugo Chávez se trató de implementar un tipo de socialismo, al estilo cubano. Por supuesto que esta iniciativa era contraria a la Constitución de 1999, porque era contrario al concepto de soberanía popular de la Constitución. Aquel intento frustrado consistía en crear una estructura del poder público que residía en núcleos socialistas, pero que no surgían del sufragio popular. El resultado de aquella reforma constitucional ya lo conocemos: fue rechazada en el referéndum de 2007, en lo que constituyó una aplastante derrota para la dictadura.

El régimen nunca aceptó la derrota de 2007 y por esa razón en 2010, aprovechando que controlaban la Asamblea Nacional, aprobaron la Ley Orgánica de Comunas, para avanzar en la creación del Estado Comunal, para crear los consejos comunales, que sin ser elegidos de manera democrática tendrían poder por encima de los concejos municipales. La realidad es que la creación de esos llamados consejos comunales, elegidos sin sufragio popular, carecen de legitimidad. Lo cierto es que desde esa implementación arbitraria, ese experimento a la cubana no ha tenido éxito y existen intentos en algunas áreas rurales que solo se han logrado sostener por el apoyo del poder central, pero que económicamente no han sido capaces de autosostenerse por sí mismas.

Ahora nuevamente la narcodictadura, aprovechando la distracción del pueblo, ocasionada por la crisis humanitaria existente en el país, agravada por la pandemia del covid, y además como ya forma parte del pan nuestros de cada día, la continuada violación de los derechos humanos, el régimen vuelve a intentar completar de manera fraudulenta el poder comunal. El proyecto de las ciudades comunales es una avanzada más para imponer lo que el régimen no pudo realizar en 2007. El deseo inconstitucional del gobierno usurpador de crear un Estado paralelo, mediante el poder comunal, es para quitarles las competencias a los municipios, pues las ciudades comunales van a tener control sobre los municipios, consejos legislativos estadales y gobernaciones.

A la dictadura no le importa la Constitución, nuevamente se la quieren saltar a la torera. La idea es, en un futuro cercano, eliminar las elecciones y centralizar el poder comunal a través del poder central, para sustituir a los municipios por las comunas y ciudades comunales. Por supuesto que no hay nada más ilegal que el cuento de que el poder reside en el pueblo –que es lo correcto–, en realidad el poder estará en manos del poder central, quien elegirá a dedo y con la complicidad de una asamblea ilegítima a todos los miembros de esa nueva farsa de la revolución socialista. El fin único es controlar a la sociedad a través de los consejos comunales, las comunas y las ciudades comunales. La política es la de comprar conciencias, regalando dinero, cuotas de poder o prebendas de cualquier tipo, bajo una falsa retórica socialista y así imponer, como si Venezuela fuera un feudo, un poder elegido desde Caracas, que le ayudaría a implementar un Estado comunista, permitiéndole a los usurpadores de Miraflores perpetuarse en el poder indefinidamente.

En todo caso, no le será fácil a la dictadura imponer las ciudades comunales, si el pueblo entiende la gravedad de lo que se avecina y se concientiza sobre esta fase de la falsa revolución que acabaría definitivamente con toda posibilidad de salir de este nefasto régimen. Todo esto se podría evitar con una verdadera y total unidad que tenga una agenda que logre la salida de la tiranía, como siempre hemos venido diciendo en artículos anteriores, y la solución incluiría solicitar un referéndum a nivel estadal, para impedir el avance inconstitucional de las ciudades comunales. Por eso titulamos el presente artículo: “¿Elecciones para qué?”. Los candidatos a las diferentes instancias municipales y gobernaciones, tanto de la oposición como de los propios chavistas, de aprobarse la creación de las ciudades comunales, tendrán que cederle sus competencias administrativas de todo tipo al poder popular, porque quedarían de hecho eliminadas todas las estructuras de gobierno elegidas por sufragio popular.

“El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres” Platón.


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