Pareciera que la realidad del país desordenado, estafado, atemorizado y empobrecido, factores presentes en la vida cotidiana de la mayoría de los ciudadanos venezolanos, está contribuyendo a la comprensión de que es necesario juntar las voluntades suficientes para emprender un esfuerzo político sostenido y creciente, que nos permita convencer a los diversos sectores de poder de nuestra sociedad, de que le debemos a nuestra población la promesa de la paz democrática.
Hoy, febrero de 2020, estamos a tiempo de iniciar con claridad y firmeza el tránsito a la realización de una consulta pública a los ciudadanos en torno al destino de nuestra nación, están abiertas las puertas para una consulta electoral que solo nos demanda nuestra participación en forma libre, con la mayor transparencia posible, facilitando la presencia de todos y cada uno delos factores políticos presentes en la República.
Consulta que nos permitiría sobreponernos al fantasma de la violencia, amenaza que ha tomado cuerpo entre nosotros como consecuencia del profundo deterioro de nuestra economía y de sus dramáticos efectos de miseria, abriéndole una perspectiva constructiva al desenlace de un conflicto que no hace sino crecer debido a la torpeza del gobierno, riesgos que no están tan distantes como pareciera que piensan quienes en el Ejecutivo juegan perversa y criminalmente a la guerra.
Por las razones expuestas necesito entonces responderle a Freddy Bernal, que tienen razón al señalar lo desigual y catastrófico que sería una confrontación con el poderío militar de Estados Unidos, pero de lo que se trata es de evitarlo, para lo cual las exigencias son muy claras y posibles, construyamos una salida democrática efectiva nosotros, pero demanda que el gobierno la asuma, no más trampas o engaños.