La pandemia lo ha cambiado todo. No es una novedad constatarlo, pero una visión de los recientes procesos comiciales en América Latina probaría que también se ha convertido en un nuevo importante elemento para explicar algunos resultados electorales y, muy especialmente, para entender algunos cambios en el comportamiento político y en las motivaciones de las personas.

Tal como coinciden buena parte de los analistas, los resultados de las recientes elecciones en América Latina son el reflejo de una era de descontento mundial (The Washington Post) «La pandemia ha dejado un estado con agujeros y ciudadanos enormemente frustrados, que rechazan a los políticos y no están muy interesados en las elecciones», dijo Fernando Tuesta, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Lima. Hay, sin embargo, otra explicación que va más allá de la desilusión y del voto castigo, del deterioro social, del rechazo a la clase política, la elevada polarización y la ausencia de agendas nacionales compartidas y sostenibles.

Contra quienes predecían una alta abstención electoral en función de los temores generados por la pandemia y de las restricciones impuestas, los analistas coinciden en señalar un nivel de participación estadísticamente sostenido. La participación ciudadana en este contexto tiene que ser interpretada como una declaración de esperanza, una manifestación de acuerdo con un discurso más creíble y constructivo, una postura, en fin, más cercana a la vida, a la gente, a su futuro. Si bien el covid-19 puede haber significado nuevas barreras para votar, también puede haber aumentado el sentido de urgencia de hacerlo y de apostar por líderes capaces de resolver las crisis, incluidas las relacionadas con la propia pandemia.

La pandemia representa un reto político –además de económico y social– para los sistemas democráticos de América Latina. Las elecciones por sí mismas no son sinónimo de democracia ni garantizan el ejercicio democrático, pero si se quiere mantener la democracia y sus instituciones en funcionamiento será necesario garantizar el conjunto de libertades y derechos que permitan celebrar los comicios en condiciones de equidad, además de seguridad, transparencia y honestidad. Hacerlo exige un gran esfuerzo de diálogo pre y poselectoral para poner al país y sus necesidades por encima de las diferencias.

Luis Felipe López Calva, subsecretario general adjunto de la ONU y director regional de América Latina y el Caribe, reconoce, a este propósito, que los cuatro instrumentos fundamentales de la participación ciudadana democrática –elecciones, organización política libre y efectiva, movilización social pacífica y deliberación pública abierta y de alta calidad– se han visto afectados en el contexto de una pandemia en la que las interacciones en persona suponen un riesgo para la salud pública. Se cierne, además, la amenaza de su uso político. Algunos artificios están siendo utilizados por parte de quienes han visto en ella la oportunidad o la excusa para justificar políticas populistas y clientelares: promocionar la figura del hombre fuerte o del salvador, anular las instituciones, usar el confinamiento como herramienta de control y silenciamiento de la sociedad, convertir los medios y las redes de comunicación en instrumentos de propaganda y falseamiento de la verdad.

La presencia de la pandemia, que ha permitido de algún modo reducir el peso de lo ideológico y partidista en el discurso político, podría alentar en el futuro formas de liderazgo con más conciencia de la realidad y capacidad para superar una situación especialmente difícil. Permitiría abrir espacios para quienes sean capaces de generar confianza y formular propósitos y planes cumplibles, medibles, constatables.

Venezuela estará, muy probablemente, expuesta a la situación de elecciones en tiempo de pandemia. No se puede predecir, menos aun especular. Lo que sí tiene sentido es estimular la organización y la participación ciudadana, fortalecer la unidad, proponer caminos posibles, pensar y actuar colectivamente con claridad y audacia. La celebración de elecciones en pandemia presenta un desafío para los votantes, pero también para los políticos. Nada ha sido ni podrá ser igual, desde el discurso político a las comunicaciones y al uso de los medios, desde el ejercicio de las libertades a la movilización y acción ciudadanas.

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