El 6 de diciembre se consumará la maniobra política más maquiavélica desde la entrada en vigencia de la constitución de 1999. Podría decirse que es una ópera bufa, que tiene como actor principal al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con todos sus fieles diputados quienes dirigidos por su cúpula, irán poco a poco alineándose mansamente a un sistema económico capitalista puro y crudo como ya lo estamos viendo. Se nota a leguas que siguen las directrices de sus socios rusos, chinos y ahora iraníes; estos últimos convertidos en expertos maromeros para esquivar las sanciones que a su propio país le ha impuesto Estados Unidos desde hace décadas.

Nuestro país, paga al régimen iraní del líder supremo islámico Hassan Rouhani, una altísima matrícula para enseñar a los miembros del gobierno venezolano, en especial a los de la vicepresidencia económica, de cómo esquivar acrobáticamente las sanciones que Estados Unidos nos han impuesto y de cómo vender en forma clandestina el petróleo y otros minerales que se extraen del suelo y subsuelo venezolano. Por supuesto, al ser a escondidas, el precio de realización es irrisorio si lo comparamos con lo que obtendríamos si vendiéramos esos bienes a quienes eran nuestros compradores tradicionales. Los acróbatas criollos venezolanos gozan un imperio cada vez que burlan el bloqueo, pero somos los venezolanos de a pie, los que pagamos ese diferencial, consecuencia del cambio de posición dentro de la geopolítica mundial.

Por otra parte es obvio que los del régimen están al tanto, que de mantenerse dentro de las reglas de juego de la democracia occidental, estaban obligados a seguir una de sus normas sagradas como lo es la alternabilidad en el ejercicio del gobierno, es decir, conforme a ese principio, tendrían que pasearse por la hipótesis de tener que transferirle el poder a quien resulte victorioso en una contienda electoral verdaderamente democrática; incluyendo a cualquiera de los líderes opositores acérrimos que tiene el régimen; porque al fin y al cabo de eso se trata la democracia. Por supuesto, con la vocación totalitaria que los caracteriza, heredada de Chávez, los del PSUV nunca iban a contemplar ni de lejos esa posibilidad, y dicho sea de paso, nunca lo harán.

De allí la persecución política en contra de Leopoldo López y del auténtico liderazgo opositor quienes justamente representaban para el gobierno una amenaza en el terreno electoral. Por eso el encarcelamiento, las torturas, las inhabilitaciones y la sustitución de las directivas de los partidos mediante medidas judiciales dictadas por la máxima autoridad de todos los partidos políticos de Venezuela: la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia.

López, después de tanto látigo y de esfuerzos infructuosos para defenestrar al régimen, terminó por marcharse del país para acompañar al resto del liderazgo que se encuentra exiliado, y aprovechar en libertad del botín que ha implicado la confiscación de los activos del estado venezolano en el exterior por Estados Unidos y sus aliados. Estados Unidos no perdona que Venezuela, otrora fiel soldado (aunque a veces indisciplinado), se haya salido de su órbita geopolítica. Todo ello a partir del ascenso de Hugo Chávez al poder y ahora con Nicolás Maduro.

El gobierno con la ya fracasada pretensión de guardar las apariencias frente a la comunidad internacional ha ido creando desde hace años una suerte de oposición a su medida. Estos son los actores secundarios de la ópera bufa.

Sacándole ventaja al marginamiento de una serie de cadáveres andantes de la política venezolana, el régimen les fue extendiendo la mano a personajes como Claudio Fermín y Eduardo Fernández para apuntalarlos con facilidades para agruparse políticamente y con ello propiciar aún más las divisiones dentro de la oposición venezolana. Incapacitados de superar el trauma que significó la contundente y ejemplar derrota que les propinó ese gigante de la política  llamado Rafael Caldera, a comienzos de la década de los noventa, este par de ancianos frustrados, han preferido convertirse en recipientes de las migajas que a ellos y a sus acólitos les lanza el disminuido y debilitado estado venezolano; incluyendo, en el caso de uno de ellos, el hacerse la vista gorda frente a la manera poco clara de adueñarse de un inmueble donde opera una prestigiosa universidad venezolana. Han debido aprender de Oswaldo Álvarez Paz quien a pesar de haber sido también derrotado por Caldera, no desperdicia oportunidad para emular a su maestro, manteniendo una actitud digna frente a un régimen que lo ha encarcelado y le ha confiscado sus derechos políticos. Sin embargo, allí está con su frente bien en alto, sin ceder en nada, denunciando las injusticias y los atropellos, dando ejemplo a las nuevas generaciones de políticos venezolanos, incluyendo a sus ahijados zulianos, los hermanos Guanipa. Eso se llama morir con las botas puestas.

Después están las juntas ad hoc de AD, Copei y Voluntad Popular designadas por la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, a quienes el verbo encendido de Henry Ramos Allup le ha puesto el epíteto de alacranes. Y no se puede dejar de mencionar a los tradicionales Timoteo, Bertucci y extrañamente Falcón, quien después de haber demandado la nulidad por fraude de las elecciones en la que fue candidato, ahora aparece participando, aún a sabiendas de que en las actuales circunstancias es imposible conquistar el poder.

En fin, 6 de diciembre el régimen designará su asamblea nacional confeccionada como traje a la medida, en la que las máquinas de votación (quién sabe de dónde las habrán sacado), arrojaran  los resultados que les diga el PSUV. Por supuesto, tendrán la mayoría calificada de las dos terceras partes que necesitan para aprobar todo lo que les provoque. A los actores secundarios se les darán unas pocas curules para mantenerlos contentos, mientras el régimen va ejecutando su proyecto totalitario al mejor estilo del Partido Comunista chino, con su maquillaje seudodemocrático o del régimen comunista de la Alemania Oriental con su Frente Nacional de la  República Democrática Alemana. Y si a cualquiera de esos seudoopositores en algún momento se le ocurriera saltar la talanquera y convertirse en verdaderos dirigentes de oposición, su suerte correría las mismas consecuencias de los que hoy están encarcelados, exiliados o muertos.

Lo cierto es que después del 6 de diciembre habrán dos Asambleas: la que resulte del evento del 6 de diciembre y la actual, que por el principio de continuidad administrativa se mantendrá con Guaidó a la cabeza y que será la reconocida internacionalmente, aunque sospecho que cada vez menos.

Mientras tanto, Tarek aplica la receta neoliberal que comparándola con las del Fondo Monetario Internacional de las décadas de los ochenta y noventa, palidecen. Las del FMI son socialistoides en comparación a la que le están aplicando hoy al país.

Todo lo anterior sería muy risible pero ¿y cómo quedamos frente a Bassil Dacosta? ¿Y Miguel Castillo Bracho? ¿Y Oscar Pérez? ¿Y Franklin Brito? ¿Y Génesis Carmona? ¿Y Neomar Lander? ¿Y el capitán Acosta Arévalo? ¿Y el resto de los fallecidos en las protestas de todos estos años? No podemos entonces reírnos sino llorar de este drama y de esta verdadera tragedia. Que Dios los tenga en su gloria. Ellos no pueden ni reírse ni llorar.

@JotaContrerasYa

 


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