La pandemia dentro del régimen es un veneno letal. Todos son sospechosos en un mundo de intrigas, en el que los actos de solidaridad responden a los negocios que han realizado en menoscabo del país. La desconfianza es absoluta.

El hermetismo es de un silencio que se corta con cuchillo. Los teléfonos están intervenidos por la inteligencia cubana, que reconoce únicamente a Nicolás Maduro, algunos solo se hablan en público, para mantener las apariencias, ante la amaestrada manada de borregos que aplaude cualquier dislate.

Detrás de la escenografía circense del show unitario, la verdad es que se detestan, pero saben unirse cuando corren peligro de caer en las redes de la justicia internacional. Cada uno guarda su miedo, enclaustrados en sus acordonadas villas, pero no huyendo del coronavirus sino pensando que un cuerpo élite los tome por sorpresa, los meta en una bolsa acolchada de polietileno, para depositarlos en un avión de la DEA con destino a Washington. Esa probabilidad los tiene tomando fármacos para espantar el insomnio, como quien coloca cruces de palma bendita a La Sayona.

La sola idea de verse frente a un tribunal federal los tiene aterrados. En este mundillo infectado de traiciones el gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, parece haber caído en desgracia. Hábilmente se ha mantenido al margen de la guerra de secesión de Maduro y Diosdado. Trata de no aparecerse en público con ellos, y cuando lo hace la molestia es evidente. Con una solidaridad tibia no sale de su entidad. Cualquier excusa es válida para no acudir a las actividades de un nervioso tren ejecutivo. Sus asesores creen que cuando suceda el terremoto político, él sería de los pocos que podrían salvarse. Con sus adversarios internos fuera del juego buscaría la supervivencia.

La inteligencia cubana ha comenzado a tomar partido. Saben su juego y han trazado una estrategia. Lo primero es obligarlo para que aparezca en la foto familiar. Con una frase de pizarrón: en este barco estamos todos, ganamos o perdemos juntos. La otra son las protestas a su gestión por parte de grupos afectos al gobierno, raro que aparezcan con identificaciones del partido, que sean en simultáneo, en zonas claves de la entidad. Quizá la de mayor reciedumbre sea la utilización del coronavirus como potente arma de manipulación política.

¿Se han fijado que casi todos los casos son en Miranda?

Sin mayores precisiones juegan con el imaginario colectivo. Clásico argot de la vieja escuela soviética de la posguerra. El énfasis que ponen al dar el parte informativo, hablando de casos en los estados, para aterrizar en Miranda, como indicando que allí falta quien se ocupe adecuadamente, es una señal inequívoca.

Todavía es una tímida reacción de Miraflores, en su empeño de meterlo en cintura, pero esta procesión de escarmiento político se llenará de fieles devotos. Como fieras enajenadas se despedazarán. Son castas mafiosas que defienden su botín. El temor de quien traiciona primero es una pócima de acción lenta que va matando las células hasta llegar al corazón…

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@alecambero              


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