Cuando la crisis de la pandemia se extendió por el mundo, muchos empezamos a denominar al virus que causa el covid-19 como el “virus chino” y las autoridades en Pekín y los socialistas del mundo se escandalizaron y demandaron que cesara el uso del término, pues denunciaban que era despectivo y racista.

Hasta la Organización Mundial de la Salud perdió el tiempo en exhortos públicos solicitando el fin del empleo del referido calificativo.

Y es que, aunque el virus sí se originó en una región de la China milenaria, algunos consideraban condenable emplear aquella terminología para referirse al coronavirus.

Algo estúpido en mi opinión, pues aún hoy se conoce a otra pandemia que azotó a la humanidad a principios del siglo XX como la «peste española» y no veo a los ibéricos reclamando por ese uso, y a pesar de que la también llamada “gripe española” no se inició en aquella nación.

Sin embargo, la hipocresía de China, de la OMS y del resto de los sectores “progres” llega a niveles sorprendentes cuando ahora ellos empiezan a hablar de “variantes brasileñas”, “variantes británicas” y “variantes surafricanas” del covid-19.

Si se señala a China como el causante de esta crisis de salud mundial –que sí lo es– la izquierda se escandaliza, pero si el virus muta en otras latitudes, entonces sí es chévere ponerle el apellido de la otra nación.

Así es la izquierda, siempre hipócrita, siempre mezquina, siempre falsa.

Los socialistas, ya sea que estén en Asia, Europa o en América, actúan con caradurismo y con desfachatez; para ellos no hay límites cuando se trata de engañar y de crear una historia alterna que suplante a la verdad de los hechos.

Y es así, como en la actualidad la mayoría de los regímenes de corte socialista mienten abiertamente, y sin pudor, sobre las consecuencias reales del coronavirus.

Por ejemplo, aquí en Venezuela es claro que las cifras del número de enfermos, que la tendencia de la cadena de contagios y los datos de fallecidos no se parecen ni un ápice a lo anunciado por la usurpación, pues a esta no le conviene decir la verdad.

En Miraflores utilizan la pandemia como mejor les parece, cuando organizan elecciones fraudulantes o parrandas de algún jerarca dan permiso para concentraciones, caminatas y jolgorios, y cuando necesitan que los ciudadanos se encuentren desmovilizados decretan cuarentenas radicales, es un simple juego de poder, el cual ejercen con su autoridad y lo hacen sin ningún rubor.

En Miraflores no dicen la verdad, y quienes se hospedan en sus habitaciones solo abren la boca para manipular a la población y crear ilusiones completamente falsas como las de las llamadas “gotas milagrosas”, lo cual es una gran irresponsabilidad por parte de quienes gobiernan írritamente al país.

Así como la izquierda mundial quiera hacer que olvidemos que fue Wuhan la cuna de la pandemia, de esa misma forma la izquierda venezolana quiere que obviemos el repunte de casos y pretende que ignoremos la vulnerabilidad de nuestro sistema de salud público.

Y mientras se mueren cada vez más venezolanos, como el caso de un  diputado del Psuv de la ilegítima Asamblea Nacional, de esa misma forma quieren que nos comamos el cuento que Maduro tiene la pandemia bajo control, lo cual es la mentira más grande de todas.

Lo cierto es que el virus chino hace estragos y Maduro sigue durmiendo tranquilo y sin nervios en Miraflores.


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