En estos tiempos de alarma mundial por la propagación del coronavirus y de sus efectos demoledores en la salud, la economía y la política, los venezolanos padecemos uno más letal aún: el autoritarismo.

Un autoritarismo con rasgos parecidos a las monarquías del siglo XVII y XVIII, que se regodeaban en su poder absoluto por siempre. El socialismo del siglo XXI pretende, al mejor estilo de las desaparecidas coronas absolutistas, establecer que solo ellos son los elegidos para gobernar y que, además, son dueños de vidas y bienes en las comarcas gobernadas.

El virus autoritario se inoculó de tal forma en nuestra sociedad, produciendo una demolición de proporciones tan dramáticas, que pocos países en el mundo pueden exhibir daños tan severos como los realizados en nuestra nación, en lo que va del presente siglo.

El autoritarismo marxista destruyó nuestras instituciones, arruinó la economía, desmanteló la salud pública y empobreció a la población. En  medio de ese cuadro, nos llegan los primeros casos del coronavirus al país.

Todos sabemos que no tenemos las condiciones para atender una expansión del peligroso covid-19. Nuestro sistema de salud está derrumbado. La mayoría del personal médico, paramédico y de apoyo ha abandonado los hospitales, ambulatorios y centros dispensadores de salud. Buena parte de ese recurso humano forma, hoy en día, parte de la diáspora venezolana en el mundo.

Las instalaciones hospitalarias están en estado deplorable y la mayoría no cuenta con los espacios adecuados para atender una pandemia de esta naturaleza, careciendo de los equipos básicos (respiradores artificiales) requeridos para atender a los pacientes que puedan resultar más afectados.

Nicolás Maduro aparece en escena para anunciar medidas de naturaleza restrictiva, pero no informa de ningún programa destinado a fortalecer la infraestructura para atender a las personas que resulten contaminadas.

Las medidas restrictivas que el régimen socialista anuncia, la mayoría ya aplicadas en otras regiones del planeta, van a ser administradas por un aparato público infectado por el letal virus del autoritarismo.

Un decreto de emergencia que restringe severamente los derechos fundamentales de los venezolanos, en manos de unos aparatos de seguridad del Estado (militares y policías), formados en la escuela de la arbitrariedad, la intolerancia y la corrupción, van a traernos mayores males de los que ya hemos venido sufriendo, y ayudando muy poco, al fin superior de evitar la expansión de coronavirus.

La corrupción galopante en las alcabalas, en los puntos de control policial que a diario instalan en las ciudades, y el manejo de las funciones de policía sanitaria, van a potenciar en los próximos días la violación de los derechos de los ciudadanos. Nos corresponde, entonces, a los ciudadanos asumir con responsabilidad nuestras medidas de protección, para ofrecer menos oportunidades a la corrupción y arbitrariedad instalada.

Ya de entrada el decreto y el virus les ha llegado como anillo al dedo para suspender en regiones como Zulia y Táchira el precario suministro de gasolina. De esa forma se eleva el costo financiero y humano que una población diezmada y arruinada paga para sobrevivir.

La camarilla roja ya utiliza la crisis mundial del coronavirus para justificar medidas que son fruto de su fracaso monumental. Como no hay gasolina se le dice a la población que no habrá suministro para evitar las aglomeraciones de las colas.

Como no hay agua, y en consecuencia no se puede garantizar la higiene, se impide el derecho de protestar y de exigir la dotación del vital líquido porque hay un estado de excepción.

Esta combinación del virus autoritario con el coronavirus se va a convertir en un factor de mayor daño a nuestra sociedad, ya de por sí afectada por la crisis humanitaria compleja agudizada desde hace más de dos años.

Los medios de comunicación, las organizaciones diversas de la sociedad civil, y los ciudadanos en general, estamos en el deber de contribuir a evitar la propagación del covid-19, pero más obligados estamos a combatir el virus autoritario que se potenciará en los próximos días, porque sus daños han sido y serán más letales que el actualmente propagado por el mundo.


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