Foto AFP

El viacrucis venezolano pareciera no tener fin. ¿Qué más debe pasar en Venezuela? El resultado de 21 años de una cruel dictadura ha sido la destrucción sistemática del aparato productivo, incluyendo el desastre del sector petrolero, torturas, secuestros, asesinatos, violaciones, persecución a la disidencia, cárcel para aquellos que se atreven a decir la verdad, corrupción en todos los poderes públicos, narcotráfico, fallas en el sector salud y educativa. Todo lo anterior ha provocado la peor crisis humanitaria nunca vista en Venezuela, ni en el continente, ocasionando un éxodo masivo, histórico por sus proporciones y que se ha convertido en un dolor de cabeza para los países vecinos; y para colmo de males, hay algunos políticos que dicen ser de la oposición, llamando a participar en otra farsa electoral, sin importar las condiciones. Ante esta situación, sin justicia en Venezuela, o a nivel internacional, en contra de la narcodictadura, es que continúa el viacrucis de los venezolanos.

A finales de 2020, una comisión del Consejo de Derechos Humanos, de las Naciones Unidas, concluyó que las más altas autoridades de la dictadura venezolana están incursos en crímenes de lesa humanidad. El poder del Estado ha sido utilizado por el régimen para realizar ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzosas, encarcelamiento de todo aquel que se atreva a disentir de la dictadura. La conocida defensora de los derechos humanos, Tamara Sujú, en su último informe entregado a la Corte Penal Internacional, denunció, entre otras violaciones y con pruebas certificadas por las víctimas, las siguientes: asesinatos en manifestaciones, detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas, violación de todo tipo, violaciones sexuales, añadido a esto, los grupos de seguridad practican crímenes de lesa humanidad. Por lo cual, ante la posibilidad de un nuevo diálogo, se debe preestablecer que ningún violador culpable de estos horribles crímenes pueda ser absuelto y más bien deben pagar ante la justicia internacional.

Por otra parte, los expertos consideran que para 2021, el éxodo de los venezolanos llegará a los 7 millones. Esta es la cifra más grande de expatriados en la historia del continente, con las consecuencias que trae, tanto para los que emigran como para los países donde llegan estos ciudadanos, huyendo de la cruel dictadura que ha creado la peor crisis económica, humanitaria, política y de derechos humanos en nuestro país. Ahora imaginemos todas las crucifixiones que han vivido los que huyen de Venezuela, pasando días, semanas, hasta meses, caminado con una pequeña maleta donde simplemente les cabe algo de ropa y alguna foto para recordar a sus seres queridos que dejaron atrás, solo para poder llegar a otro país donde tienen que comenzar de cero, sin importar el oficio: lavando autos, limpiando casas u oficinas, como pastelero, cuando en Venezuela eran médicos, farmacéuticos o ingenieros especializados.

Por eso es inaceptable la xenofobia que hay en contra de los venezolanos, que por una extraña coincidencia proviene en su mayoría con autoridades con tendencias de izquierda y. nada de extrañar, financiados desde Caracas. Grupos izquierdistas que utilizan como herramientas para castigar a aquellos venezolanos que huyeron de la cruel dictadura. Con relación a esta situación, el presidente de Colombia, Iván Duque, expresó su opinión en un evento de la Organización de Estados Americanos este viernes 12 de marzo: “No hay nada más peligroso y grave que ver el discurso xenofóbico, que además no solamente es carente de sentimientos, sino que muchas veces termina generando sentimientos de violencia”.

Para colmo de males, ahora hay un llamado a otra farsa electoral, sin garantías, con líderes expatriados, presos, partidos políticos desautorizados por un írrito CNE y sustituidos por políticos prostituidos que traicionan al pueblo, conocidos como los alacranes por su veneno que mata la libertad y la democracia. Algunos actores que fracasaron en años anteriores, porque tampoco lograron la salida de la tiranía, ahora intentan salir a flote, reaparecen dándose golpes de pecho y llamando a la creación de un nuevo liderazgo y por otra parte, aunque tenemos que agradecer el apoyo dado por Estados Unidos, primero con la administración Trump y ahora ratificada por Biden, debemos analizar con sumo cuidado que en declaraciones recientes del director de Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca, Juan González, expresó: “Maduro y también Guaidó, yo veo que están mal en las encuestas. Mi lectura de eso es que los venezolanos están hartos de la situación actual, quieren una solución, quieren la restauración de la democracia, quieren que entre la ayuda humanitaria”. ¿Qué hay detrás de estas declaraciones? ¿Será un globo de ensayo?

Para completar, la guinda del pastel –de manera negativa–, es que los venezolanos no pueden apelar a la justicia para salir del régimen, porque la justicia no existe en Venezuela, ni tampoco los venezolanos han recibido apoyo a nivel internacional. El dictador tiene dos cómplices, por un lado el Tribunal Supremo de Justicia, usurpado y dirigido por Maikel Moreno, procesado por dos asesinatos cuando formaba parte de la antigua policía política, y por el otro lado, la fiscal saliente de la Corte Penal Internacional Fatou Bensouda, personaje con una actuación negligente, por decir lo menos, que se ha negado a actuar de manera contundente, a pesar de la gran cantidad de denuncias sobre violaciones continuadas de los derechos humanos en Venezuela y crímenes de lesa humanidad. Es necesario aprovechar el nombramiento del nuevo fiscal de la CPI, Karim Khan, quien entra en funciones a mediados de año y a él se le debe insistir en el caso venezolano y planificar desde ya, con la ayuda de nuestros aliados, para que se tomen las medidas legales y en este sentido, también es responsabilidad del gobierno interino actuar de inmediato, sostener reuniones con el nuevo fiscal, reactivar todos los casos engavetados y que la CPI no empiece con la historia de siempre, de que se va a comenzar de nuevo a examinar los casos como si fuera una investigación preliminar, lo cual sería como darle un saludo a la bandera. Lo que se requiere es acción y que la CPI comience a realizar las diligencias correspondientes para sentenciar a estos criminales, violadores de derechos humanos y de esa forma comience a llegar la justicia para las víctimas de la narcodictadura.

Los líderes de la oposición y venezolanos en general no podemos tener la conducta de Pilato: «Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis». (Mateo 27:24).


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