Tengo siete años separado del chavismo y hoy estoy activamente dentro de la oposición venezolana, luchando todos los días por lograr salir de la tiranía que supone un modelo político que engañó y defraudó a la mayoría del pueblo venezolano.

Cada día que me paro y veo a mi familia, asumo mi cuota de responsabilidad por haber contribuido en sostener a un régimen (suponiendo que desde sus entrañas podía reorientarse hacia el proyecto original), que devino en un neototalitarismo nefasto para el pueblo venezolano y para toda América, y lucho con todas mis fuerzas para lograr el retorno del Estado de Derecho y la democracia en Venezuela, y no voy a parar hasta lograrlo.

Al decidir aliarme con sectores políticos adversos, lo hice asumiendo una decisión absolutamente táctica, pensando en el objetivo final: poder reconstruir la democracia en el país y de ahí abrir nuevas oportunidades para superar los dos pasados a los que no deseo que el país regrese, en pocas palabras, practiqué el principio de que todo enemigo de mi enemigo es mi aliado.

En el camino de unirme a mis antiguos adversarios descubrí gente extraordinaria, que jamás lo fueron realmente, ya que esta confrontación había sido parte de la construcción de una red de desprecio y desconocimiento, divisiones y lucha de clases impuesta por una falsa conciencia (ideología) que parte del odio para erigir sus esquemas de resentimientos, y así dominar.

Sin embargo, también he encontrado sectores tan parecidos al chavismo en su exclusión, odio, ambición y prácticas antidemocráticas, falsedad y manipulación, que sin duda me ha aterrado la idea de pensar que el problema de fondo es de cultura política.

Sin embargo, está muy claro para mí hoy que prefiero apostar a los sectores realmente democráticos y sin resentimientos de clase, con la fuerza y voluntad de construir un mejor país, y eso hoy solo es posible desde la oposición venezolana.

Sin embargo, la oposición venezolana vive hoy un gran dilema, razón por la cual el chavismo sigue ostentando el poder: la carencia de un verdadero criterio de unión.

La oposición venezolana no supera la etapa de la “unidad”, espacio y tiempo de articulación electoral, que hoy no se aplica para la confrontación de una neodictadura del siglo XXI.

Hoy el problema no es ponerse de acuerdo para ir juntos a una elección, cosa que podría ser parte, pero no el centro del asunto, por eso la “unidad” no aplica, porque no se resuelve con ver cómo se distribuyen las candidaturas ni qué partido tendrá más cuotas electorales. El dilema hoy es definir la vida o la muerte confrontando a un régimen neototalitario.

El grave problema hoy de la oposición es que piensa que maniobrando, constituyendo cogollos (G4), nariceando (VP), jugando doble play (AD y UNT) o imponiendo (PJ) desde la Asamblea Nacional, van a lograr joder a Maduro y quedarse con el control del poder en una transición.

La ausencia de mecanismos democráticos reales a lo interno de la oposición, con instancias inútiles y estériles como el Frente Amplio Venezuela Libre, y el permanente dilema de crear uno y otro espacio para simular unidad, al final fracasan porque no hay “unión” verdadera en el objetivo, y no se entiende además que para lograr este, se requiere de acciones múltiples y diversas.

Otro factor que incide en la oposición es la filtración de la tiranía por las grietas más débiles, las grietas económicas, el juego con la necesidad y la incapacidad de la oposición de poder velar por sus dirigentes.

Los alacranes son hijos de la corrupción, igual que los participacionistas en el poder y la cohabitación, y por último los extremistas “puros” que solo creen en una vía de solución también son un problema.

Rearticular a la oposición, lograr la unión táctica de todos los factores que realmente quieren reconstruir la democracia lo más inmediato posible, concretando la demanda de la gente en la calle, parte de la práctica de un método democrático real a lo interno y de una estrategia clara y definitiva ante la neodictadura.

El chavimadurismo lo sabe, ellos sufren de lo mismo, con la diferencia de que ellos usan la fuerza, la extorsión y el amedrentamiento para evitar que se vean las fisuras, y sin embargo, se saben cuáles son. Ellos saben apretar hacia adentro y dividir hacia afuera, y saben que el dinero y los egos son los factores clave para dividir aún más a la oposición.

Ante esto, la unión requiere de más y mejor democracia, y para eso Guaidó requiere de equipos que realmente sepan cómo poner en práctica los procesos que conduzcan a la unión real, y no nariceada, impuesta y para una nueva “foto”, pero también requiere de fuerza emergente y factores políticos y sociales que no se dejen naricear, y que avancen en propuestas y acciones propias y alternativas que demarque la importante de mejorar el método para definir estrategias y acciones.

El tiempo se agota, ellos tienen la experiencia cubana de control social, y nosotros tenemos nuestro deseo de libertad, y estoy seguro de que la libertad puede más, y de lo que también estoy claro es que la realidad desbordará a quienes no sean capaces de interpretar la voz de la mayoría, incluyendo a Guaidó, su equipo, la mesita, la AN ilegítima, a Maduro, y a quien se le atraviese por el medio.

¡Libertad o libertad!


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