Viendo derretirse la amplia mayoría que una vez tuvo en el electorado, cuando jugaba solo en la carrera electoral, pues por el lado de la derecha había más de 10 precandidatos, ahora que el panorama electoral está decidido hacia el triunfo de Rodolfo Hernández, representante de la derecha populista tan en boga actualmente en el mundo, Gustavo Petro intenta lo que ha sido el juego exitoso del Foro de Sao Paulo: disfrazarse de oveja.

En una “alocución” el candidato del socialismo del siglo XXI intenta engañar al electorado  haciendo falsas promesas de que respetaría el hilo constitucional, no llamaría a Constituyente, no se reelegiría; promete igualmente que no buscará venganzas personales ni usará el poder para su propio beneficio, promete superar la crisis económica con austeridad y sin aumentos de impuestos, en sus propias palabras, “sin poner más peso sobre los hombros de la ciudadanía”; promete que sí respetará las leyes y nuestra Constitución, jura que “su gobierno será uno que luche frontalmente contra la corrupción” (nombrando zares anticorrupción a Piedad Córdoba, Roy Barreras, Armando Benedetti y Alfonso Prada); un marxista ortodoxo, que sigue al pie de la letra el dictum de su maestro de que “la religión es el opio del pueblo”, lanza una perorata religiosa engañabobos “creo en la voluntad de Dios, quien sabrá guiarnos para elegir el camino correcto”.

La pregunta que cualquier ciudadano avisado se haría es ¿por qué necesita Gustavo Petro hacer esas promesas? Respetar la Constitución y las leyes es algo consustancial al Estado de Derecho, no reelegirse es una norma constitucional, no usar el poder para su propio beneficio es una norma ética de regular uso en las democracias, luchar contra la corrupción, dada la gravedad del problema en Colombia es algo elemental y ningún candidato necesita proclamar que cree en Dios. ¿Por qué entonces la necesidad de esa alocución?

Porque Petro no es nuevo en la política, tiene casi medio siglo en ella, desde adolescente como terrorista, gatillero y secuestrador del M-19, fue pues un subversivo que quería derrotar por las armas la democracia colombiana; desde los noventa cambió de táctica, mas no de estrategia: quiere derrotar la democracia, ahora desde adentro con la estrategia de la toma electoral del poder del socialismo del siglo XXI.

Gustavo Petro tiene que hacer solemnemente todas esas promesas porque lleva décadas proclamando con palabras y hechos todo lo contrario: no quiere democracia, sino una tiranía comunista, la del socialismo del siglo XXI, como en Cuba, Nicaragua y Venezuela; no respetará la Constitución, ni siquiera una hecha a su medida, como el castrochavismo lo está haciendo en el vecino país; el pueblo sabe que los tiranos comunistas usan el poder para saciar su sed de venganza y enriquecimiento a costa del pueblo, como lo hacen sus amigotes Maduro y Ortega; el colombiano sabe que Petro quiere un Estado totalitario, por lo tanto gigante y avasallador, con enorme cargas fiscales para el ciudadano.

Porque el pueblo colombiano sabe todo eso, es porque no ha elegido a Petro ni lo elegirá esta vez, el partido más grande de Colombia es el antipetrismo, es mayoritario, porque este asesino, corrupto y candidato a tirano no es aceptado por el pueblo colombiano como su presidente. Por eso acude a la estrategia de mimetización de demócrata que tan bien le funcionó a Chávez. Tan está convencido de que los colombianos le conocen y saben de sus verdaderas pretensiones que necesita una “alocución” para disfrazarse de lo que no es: de demócrata, respetuoso de la constitucionalidad, honesto y con buenas intenciones.

Días antes, también disfrazándose de demócrata le hizo una apuesta a su opositor, Rodolfo Hernández: “Hagamos un gran acuerdo nacional y que el primer acto de gobierno, sea el de él o sea el mío, sea convocar esa diversidad que se expresará el 19 de junio para construir en Colombia caminos de pacto histórico”. Sabe que los colombianos entienden perfectamente que su meta es la implantación del socialismo del siglo XXI, que es una dictadura comunista que les quita sus libertades individuales y colectivas, que el socialismo solamente trae opresión y miseria, sabe que los colombianos lo conocen, que el pueblo no se deja engañar de su disfraz de demócrata, que su lema desde adolescente hasta el día de hoy es destruir la democracia e instaurar el comunismo.

Por eso este domingo se efectuará un gran acuerdo nacional, como lisonjeramente lo propone Petro, pero en sentido contrario al que él desea: el pueblo colombiano establecerá, una vez más, un acuerdo nacional de defensa de la democracia liberal, de rechazo al comunismo. El pueblo sabe que está en el dilema democracia o comunismo, por eso el domingo a través del voto establecerá el gran acuerdo nacional de apoyo a la democracia y rechazo al comunismo. El pueblo apoyará la democracia votando por Rodolfo Hernández y rechazará el comunismo, negándole una vez más la mayoría electoral a Gustavo Petro.


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