Escribo en domingo, Día de la Madre. No tengo idea de cuándo o cómo podré enviar el artículo debido a que tengo una semana sin Internet. Hasta el teléfono está afectado con increíbles fallas comunicacionales elementales. Incluso ayer y hoy recibo mensajes por WhatsApp fechados con varios días de atraso y las respuestas que elaboro a algunos de ellos no salen. Se trata de un problema serio en medio del aislamiento que estamos viviendo. Esta es la Venezuela de hoy, en caída libre en todos los aspectos importantes. Ahora sí es verdad lo que en alguna oportunidad dijimos. Somos un pobre país pobre, pero el cambio se acerca indetenible.

Perdonen los comentarios anteriores ajenos a la celebración de este día. Hay un algo especial en todas las familias alrededor de las madres. Son el centro, nervio, motor, espíritu y realidad de todo cuanto puede ser una familia. Más allá del nivel socioeconómico que tenga, la madre ha sido y será siempre ejemplo y guía para todos cuantos se forman a su alrededor.

En esta Venezuela de hoy quienes tenemos alguna responsabilidad de liderazgo o dirección, deberíamos plantearnos con seriedad el problema de la familia contemporánea. Incluso desde perspectivas ideológicas y políticas diferenciadas, es indispensable el esfuerzo por definir posiciones comunes y de ejecución posible desde dentro y fuera del gobierno.

La formación y desarrollo de una familia necesita de todos los elementos primarios de la sociedad. Vivienda, educación, salud, alimentación, entre otros. No se trata de que el gobierno de turno, cualquiera que sea, tenga que dar o regalar lo antes señalado, pero si tiene la obligación de ofrecer las condiciones para que las cabezas de cada familia puedan tener acceso a lo señalado con su esfuerzo, con su trabajo, sin depender de la deformación derivada de la demagogia o de un paternalismo que puede favorecer circunstancialmente a quienes tienen el poder, pero que condena a las familias a una mediocridad permanente que en nada beneficia al país.

El mejor homenaje que podemos hacer a las madres en su día es asumir el compromiso de profundizar sobre la problemática familiar contemporánea para darles todo el apoyo moral y material que merecen estas verdaderas heroínas de todos los tiempos.

Sin embargo, tenemos que ser realistas. Para que todo funcione como debe ser, hay que cambiar definitiva y radicalmente tanto al régimen que ha dominado ya por más de dos décadas, como la mentalidad de muchos ciudadanos que hasta de buena fe siguen creyendo en el paternalismo del Estado. En nombre y representación de las madres de Venezuela tenemos que centrarnos en este objetivo inmediato. La dignificación de la madre como máxima representación de la familia es nuestra primera obligación. Tarea pendiente para nuestros políticos.

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@osalpaz


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