El mítico Fénix emerge de sus cenizas. Un ave legendaria que tiene la capacidad de resurgir a la inmortalidad. Una historia que nos ha acompañado por décadas y que hoy podemos aplicar su enseñanza ancestral, porque las páginas del libro de virtudes de toda una raza ha sido reducido a cenizas por el fuego tiránico y solo una está aún en resistencia: la supervivencia. Lucha sin descanso en los corazones de unos pocos, pues los demás sucumbieron en sus latidos.

Un país plagado de soledad, desidia e ignorancia. La época de las cavernas ha vuelto a ser una realidad luego de años de evolución. Un siglo que nos bendice con tecnología, innovación e información, ha derramado lo peor de sus maleficios sobre toda una especie. «La era de la información» pareciera ser a la inversa porque no hemos aprendido a usar las virtudes que hoy nos obsequian, sino que hemos mejorado los vicios y aberraciones del pasado. La peor de las calamidades y las que vendrán si no se corrige a tiempo.

La conquista de un sueño es lo que separa a los que viven de los que mueren, la unión es lo que separa a los victoriosos de los fracasados y la exhaustiva lucha por un ideal es lo que separa a los que son y a los que trascienden. Todo es pasión, todo es corazón, todo es constancia, todo es preparación, todo es alma, todo es visión, todo es voluntad, pues el talento huérfano es muerto.

Existen momentos estelares en la vida de las personas y marcan un hito en la historia de su haber. Momentos que nos guían hacia la trascendencia. Momentos que sacan nuestra esencia más arraigada a pesar de las vicisitudes. Momentos que ponen a prueba la dureza de nuestro espíritu y el fulgor de nuestra alma. Momentos en los cuales la destrucción de lo que nos atrasa es inminente y la promesa de un mejor futuro es el principal impulso. Existen momentos, momentos de momentos que separan a los grandes de los cobardes.

Llegará el momento en que nuestros cuerpos dejen de funcionar, llegará el momento en que los latidos de nuestro corazón de acero sucumban definitivamente ante la adversidad, llegará el momento en que el vidrio inflexible de nuestros espíritus se destrocen y la opción de hacer un mosaico no exista, llegará el momento en que la llama fulgurante de nuestra alma irreverente y patriótica se extinga eternamente, pero ¿saben qué? ¡ESTE NO ES EL DÍA! Aún podemos dar un poco más, aún podemos seguir luchando, aún podemos seguir soñando, aún no nos hemos rendido porque el sol aún no se oculta por última vez.

@JorgeFSambrano


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